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Ricardo Fernández, con el maíz cosechado en sus parcelas. E. DOMEQUE

Nuevas semillas para el maíz de las Vegas Altas

Investigación. El agricultor Ricardo Fernández colabora con las empresas fabricantes para probar variedades más productivas

ESTRELLA DOMEQUE

Viernes, 5 de febrero 2021

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A sus «40 y muchos años», Ricardo Fernández lleva media vida dedicado al maíz, un cultivo que no ha abandonado pese a que los precios no siempre han acompañado. En 2016, se hablaba de un retroceso en el número de hectáreas y precios a la baja. Sin embargo, la tendencia parece ahora invertirse. «Los precios siguen siendo insuficientes, pero hay cierta mejoría, lo bueno es que los mercados de futuro han remontado y nos dan una perspectiva de un precio sostenido en los próximos años, esto hace que haya una previsión de incremento de superficie».

Sin embargo, las semillas con las que empezó hace ya más de 20 años en sus primeras plantaciones de maíz en Santa Amalia poco o nada tienen que ver con las que utilizará en esta campaña. «El cultivo es el mismo, las operaciones son las que van cambiando, también las obligaciones burocráticas y las necesidades de aumentar constantemente las producciones para que el cultivo siga siendo rentable, esto te lleva a ir evolucionando», explica este agricultor, que procura estar siempre a la vanguardia.

Entrada a la explotación donde se investiga. E. DOMEQUE

Esos avances llegan en varios campos, uno de ellos es el de las tecnologías aplicadas a las semillas a través de numerosas investigaciones de las casas comerciales para generar resistencias a enfermedades, incrementos en las producciones y también en la calidad del maíz final. Unas semillas del futuro que para Ricardo son ya el presente gracias a los campos de ensayo que realiza en una parte de su parcela. «Las casas solicitan colaboración de los agricultores para realizar estos campos de ensayo en los que se siembran una multitud de variedades para hacer comparativas», explica. «Es un proceso largo hasta que se comercializa una nueva variedad y para ello necesitan además varios años con pruebas antes de lanzarla al mercado, por lo que las pruebas sirven para hacer un seguimiento de la variedad y comprobar si realmente es productiva o no».

Se trata de mazorcas híbridas que son el resultado de cruzar dos plantas de maíz para mejorar determinadas características. Es decir, no es una semilla transgénica en las que sí se realiza una modificación genética. «Cada año aparecen centenares de potenciales variedades de estos cruces, pero al final igual sólo llega a comercializarse una», dice Ricardo, que esta pasada campaña tuvo en alrededor de dos hectáreas de su plantación unas 17 variedades en prueba.

Este agricultor reconoce que estas investigaciones hacen que las plantas sean más resistentes a enfermedades y den mayor productividad, «se modifican prácticas de cultivo y se analizan errores para tratar de darles solución». En algunos casos, dice, la diferencia es importante en cuanto a niveles de producción: «Son campos de ensayo cortos, que no dejan una alta producción, pero algunas variedades no llegaban a sacar 2.000 kilos y otras que subían hasta los 2.700. También se notan diferencias en cuanto a la humedad que genera cada semilla, esto es uno de los valores importantes para que el maíz tenga un secado rápido».

Tras varios años en retroceso, la tendencia se ha invertido y los precios están subiendo

Son semillas en las que también ha notado una mejoría en cuanto a la salubridad que presenta la planta y si ha tenido alguna incidencia reseñable respecto a las vecinas en cuanto a plagas y enfermedades. Otra característica que se tiene en cuenta es el 'Stay Green' que mide la capacidad de la planta para llegar a maduración sin secarse, o que se seque lo menos posible. «Es decir, que sea capaz de que la mazorca llegue a secarse correctamente y, sin embargo, la planta siga viva. Eso es una de las características que se busca también». Al mismo tiempo, se trata de mejorar la altura, la resistencia al tumbado. «Hay algunos maíces que crecen muchísimo, con la mazorca a una altura de 1,80 o 2 metros y eso a la planta le genera una inestabilidad importante cuando hay temporales de aire. Son detalles que se persiguen y analizan en los campos de ensayo», afirma Ricardo.

Estos campos de ensayo se establecen en zonas importantes de cultivo, como las Vegas Altas, con el objetivo de probar las semillas del presente, porque algunas ya están comercializadas, pero también las del futuro. «Son novedades que salen al campo de ensayo para analizar el comportamiento que tienen. Tenemos que apoyar estas investigaciones porque necesitamos de esa evolución para crear mejores productos y de mayor rentabilidad», concluye.

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