Producción de pienso a la baja

Está regulada por una serie de normativas y estándares de calidad que garantizan la seguridad alimentaria y la calidad nutricional de los productos. La legislación española se basa principalmente en la normativa europea, como el Reglamento (CE) nº183/2005, que establece los requisitos de higiene para la producción y comercialización de piensos. Además deben cumplir con estrictas normas de trazabilidad, etiquetado y control de calidad en todas las etapas del proceso de producción.

En cuanto a la innovación y tecnología, esta industria ha experimentado avances significativos, utilizando cada vez más ingredientes de alta calidad y aditivos especializados para mejorar la eficiencia alimentaria y la salud de los animales. Además, se están implementando técnicas de producción más avanzadas, como la granulación y extrusión, para obtener piensos de mejor calidad y mayor digestibilidad.

Por otro lado la sostenibilidad y la responsabilidad ambiental son aspectos cada vez más importantes, en cuyo ámbito se han adoptado medidas para reducir el impacto ambiental de sus operaciones, como la optimización de la eficiencia energética, la gestión adecuada de los residuos y la reducción del uso de materias primas no renovables.

En este contexto, la industria de fabricación de piensos española sigue siendo puntera en Europa y superó el pasado año los 27 millones de toneladas, a pesar de que la producción retrocedió un 4,8% en 2022 con respecto al año anterior. Una reducción en línea con lo acontecido en el resto de los países europeos, donde la caída fue todavía mayor, debido fundamentalmente al retroceso en el prioritario sector porcino, que bajó su consumo de piensos en un 8% Hay que recordar que este sector representa el 45% en el volumen del mercado de los piensos en nuestro país.

Aunque todavía es pronto para que las previsiones sean precisas, la patronal de fabricantes de alimentación para animales (CESFAC) ha estimado para 2023 un mercado estable, solo con una ligera caída que no llegará al 1% Todo esto indica que, aunque el sector no está en crisis y ha conseguido aminorar el impacto de la subida de los costes de producción, todavía está lejos de recuperar la salud de la que disfrutaba en 2020.

Además del consumo alimentario animal, otro factor que impacta directamente en este sector es el mercado de los cereales. Una materia prima clave cuyo precio viene marcado por el mercado mundial, no tanto por las previsiones de producción locales. No obstante, la necesidad de importar obliga a asumir unos costes extra de transporte por mar y carretera y está condicionada por el adecuado funcionamiento de los puertos de entrada y del transporte por carretera, que en los últimos años han estados sometidos a fuertes tensiones y han condicionado la entrada de esta esencial materia prima.

En este sentido la realidad es que este año se prevé en nuestro país una de las peores cosechas de cereales de la historia, lo que obligará a incrementar las importaciones, algo a lo que el sector ya está acostumbrado. Por otro lado uno de nuestros mayores proveedores es Ucrania, y en la actualidad se mantiene estable gracias al corredor acordado con Rusia. Sin embargo conlleva un elevado grado de incertidumbre, ya que se puede cerrar de un día para otro en función del devenir del conflicto. El sector es consciente, atento a otros puntos de origen, por si las circunstancias así lo requirieran. En todo caso, el abastecimiento de cereal, no sería un problema.