El agro, entre la sostenibilidad y la supervivencia
Juan Quintana
Lunes, 8 de abril 2024, 08:17
La agricultura siempre ha sido el corazón de las comunidades rurales y parte de la columna vertebral de la economía y de la política europea. ... Sin embargo, los agricultores se encuentran hoy ante un dilema político-social, enfrentándose a desafíos sin precedentes que amenazan su sustento y el futuro de la agricultura sostenible.
Hace días, los ministros de Agricultura de la Unión Europea se reunieron para discutir las respuestas a las crecientes protestas de los agricultores, quienes se ven atrapados entre las exigencias de prácticas ambientales sostenibles y la necesidad de mantener su actividad profesional a flote. Ahora la Comisión Europea ha propuesto cambios en la Política Agraria Común (PAC), que parece buscan un equilibrio entre la sostenibilidad y la viabilidad económica de las pequeñas explotaciones.
La propuesta incluye exenciones para pequeñas empresas agrarias de menos de 10 hectáreas y la simplificación de los requisitos de condicionalidad. Además, se ha planteado la creación de un observatorio para analizar los costes de producción y mejorar la remuneración de los productores. Estas medidas se unen a otros pasos para la reducción de la carga administrativa y el fortalecimiento de la posición de los agricultores en la cadena de suministro alimentario. En todo caso, ajustes coyunturales que no garantizan un cambio estratégico.
Sin embargo, la situación de los mercados agrícolas sigue siendo precaria, especialmente en el contexto de la invasión rusa de Ucrania. España ha destacado la importancia de adoptar nuevos enfoques, demostrando la necesidad de una visión más amplia que abarque todos los aspectos de la cadena alimentaria.
Por otro lado, el Comité Europeo de las Regiones ha pedido una renta justa garantizada para los agricultores con dificultades económicas, una medida que podría evitar el cierre de explotaciones y combatir la despoblación rural. Esta propuesta forma parte de un dictamen más amplio sobre el futuro de la PAC, que busca cambios para atender los intereses de todos los actores sin descuidar la dimensión ecológica. Una propuesta que hay que desarrollar con cautela, garantizando que no conculque los principios de la libre competencia, pero que ayude a fortalecer el tejido socioeconómico de las zonas rurales más tensionadas.
En este contexto, la PAC actual ha sido criticada por no alcanzar sus objetivos y pasar por alto factores clave como la guerra en Ucrania y la caída de ingresos. La reforma propuesta por la Comisión Europea busca suavizar algunas exigencias medioambientales y reforzar el apoyo a los agricultores, pero aún queda por ver si estas medidas serán suficientes para aplacar las protestas y asegurar un futuro sostenible para la agricultura europea.
La realidad es que esta se encuentra en un punto de inflexión. Con el cambio climático amenazando la sostenibilidad de las prácticas agrícolas tradicionales, es imperativo adoptar tecnologías avanzadas para asegurar la viabilidad futura del sector. Desde las diferentes administraciones españolas, en particular desde el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación como negociador de la PAC, se ha planteado la necesidad de apoyar el desarrollo de las nuevas tecnologías genómicas, flexibilizar la limitación de productos fitosanitarios y potenciar la digitalización del campo. Es necesario seguir avanzando en el ámbito de agricultura de precisión, con modernos sensores, uso de drones, robots, imágenes satelitales, etc; herramientas imprescindibles para optimizar el consumo de agua, fitosanitarios, fertilizantes y otros inputs. Todo ello sin olvidarnos del big data y de la inteligencia artificial, herramientas cada vez más poderosas para establecer patrones que permitan hacer más eficaces las decisiones agronómicas. Sin embargo, la transición hacia una agricultura tecnológicamente avanzada requiere inversiones significativas. La UE debe facilitar su desarrollo, promoviendo políticas que incentiven la innovación y su adopción.
La realidad es que la UE se encuentra en un momento crítico donde debe tomar decisiones audaces que no solo respondan a las demandas inmediatas de los agricultores, sino que también tracen un camino hacia una agricultura más resiliente y sostenible. Solo así podremos garantizar la seguridad alimentaria y la autonomía estratégica de la Unión, preservando al mismo tiempo el valor de nuestras comunidades rurales.
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