Tierra olvidada
Ángel J. Pacheco Conejero
Presidente De Cooperativas Agro-alimentarias Extremadura
Viernes, 5 de diciembre 2025, 01:00
Sin lugar a dudas, la proximidad de unas elecciones acelera trámites y da visibilidad a sectores olvidados desde la campaña electoral anterior. El campo extremeño ... lo sabe bien. Aun así, conviene aprovechar ese fugaz minuto de atención para recordar a los partidos políticos que sin agricultura ni ganadería no hay economía rural, no hay pueblos vivos y no hay desarrollo posible. Cooperativas Agro-alimentarias Extremadura les ha transmitido una serie de propuestas que van precisamente de eso: de realismo, de urgencia y de un modelo que, pese a demostrar cada día su eficacia, sigue necesitando un respaldo político que no siempre llega.
Planteamos algo tan básico como imprescindible: fortalecer un modelo cooperativo que sostiene rentas, fija población y hace que la sostenibilidad sea un objetivo alcanzable y no un lema vacío. No es un capricho. La tormenta perfecta que vive el sector —costes disparados, mercados inestables, exigencias ambientales crecientes y una cadena alimentaria que continúa premiando al más fuerte— obliga a las cooperativas a ganar dimensión y capacidad de negociación para sobrevivir.
La integración cooperativa se ha convertido en una palabra comodín que todos repiten pero pocos impulsan. Está claro dónde se falla: ayudas dispersas, burocracia asfixiante y, sobre todo, ese 'café para todos' que ha alimentado la atomización en lugar de premiar a quienes apuestan por estructuras más sólidas. Reivindicamos algo que debería ser de sentido común: que las cooperativas agroalimentarias extremeñas tengan incentivos reales, del tipo de los que ya existen en otras comunidades; porque, sin ese impulso, la teoría de la integración seguirá siendo papel mojado.
La integración es un comodín que todos repiten pero pocos impulsan
Otro de los puntos donde ponemos el foco de atención, y con razón, es el relevo generacional. Extremadura no puede permitirse un sector primario sin jóvenes y sin mujeres con protagonismo real. Proponemos simplificar trámites, recuperar ayudas al cese anticipado de explotaciones, incluir factores de priorización a jóvenes cooperativistas a la hora de articular ayudas y apoyos a la inversión y crear un banco de tierras gestionado por las propias cooperativas. Medidas todas que responden a una realidad tan evidente que casi sonroja tener que repetirla: sin oportunidades, nadie elegirá quedarse. Y menos aún si en otros sectores las condiciones laborales y la percepción social son mucho más atractivas.
En cuanto a la mujer, estamos convencidos de que es pieza clave del desarrollo rural de nuestros pueblos, por lo que creemos necesarias líneas de actuación que favorezcan su permanencia en ese ámbito, así como otras dirigidas a incentivar y a incrementar su participación en todos los escenarios posibles.
La internacionalización aparece como otra pata estratégica. No es casual. En un mercado globalizado, o se sale fuera o se pierde competitividad. Las cooperativas extremeñas ya lo están haciendo, pero creemos que es necesario un programa específico de acompañamiento para consolidar destinos y abrir nuevos mercados. No se trata solo de vender más, sino de hacerlo mejor y con mayor valor añadido.
El capítulo sobre la falta de herramientas para luchar contra plagas y enfermedades es directamente un aviso a navegantes. La legislación europea se está redactando desde despachos alejados del terreno y del ciclo biológico real de los cultivos, mientras que, sin alternativas viables y con estudios de impacto poco serios, las restricciones fitosanitarias pueden poner en jaque la viabilidad de miles de explotaciones. Y, por si fuera poco, se corre el riesgo de sustituir producción europea por importaciones sin las mismas exigencias. Una incoherencia que desde el sector cooperativo llevamos años denunciando.
El mensaje final que queremos transmitir es contundente: o se refuerza el papel asesor y técnico de las cooperativas, o la sostenibilidad será solo un titular bonito. Porque son ellas las que acompañan al productor en la adaptación normativa, en la mejora de técnicas, en la digitalización y en la economía circular. Y todo eso cuesta dinero, tiempo y seguridad jurídica. Tres elementos que las administraciones deben garantizar si creen en un medio rural vivo.
Nuestras propuestas no son partidistas. Son una hoja de ruta construida desde el conocimiento y desde la responsabilidad de representar a miles de agricultores y ganaderos que cada día sostienen un sector del que viven comarcas enteras. Si los partidos políticos quieren propuestas serias, aquí las tienen. Ahora falta lo de siempre: voluntad política para no guardarlas en un cajón y convertirlas en hechos antes de que la campaña pase y volvamos a olvidar la tierra.
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