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CACERES

La Fontañera, un pie en España y otro fuera

Con menos de medio centenar vecinos, esta pedanía de Valencia de Alcántara tiene el curioso atractivo de hacer frontera con Portugal al final de su calle principal

M. M. N.

Sábado, 23 de agosto 2008, 03:12

El misterio habita en el corazón de 'la raya'. 'Carpe diem' con la vista puesta en la Sierra de Sao Mamede, con la campiña de Valencia de Alcántara a sus espaldas, un pie en España y otro en Portugal. El panorama que se encuentra el viajero nada más llegar a La Fontañera es el de una tranquilidad y un sosiego tan desconocido que el silencio, sólo interrumpido por algún grillo o voces lejanas, llega a hacerse ensordecedor. Quien quiera contacto con la naturaleza tendrá que tomar el camino vecinal 98, previo paso por la N-521 que comunica con Cáceres. La Fontañera es silencio, calma absoluta, pero también misterio. El que caracteriza a aquellos lugares que tienen historia. La de esta pedanía, en la que apenas viven un puñado de vecinos, tiene mucho que ver con los tiempos del contrabando, de los pasos fronterizos cerrados a cal y canto, de la necesidad hecha virtud. Estos días celebran sus fiestas en este caserío situado justo entre dos países. Es el último foco urbano de España, pero también se puede considerar el primero de Portugal. Al final de la calle principal está el país luso. No hay más que hablar con sus vecinos un par de minutos para comprobar que, aparte de su amabilidad, les delata un acento que mezcla la esencia del 'extremeñu' con lo más añejo de ese 'portuñol' que nos resulta tan familiar.

Habrá quien no le vea ninguna gracia al asunto, pero cruzar 'la raya' por una calleja puede llegar a ser una aventura peculiar. En La Fontañera eso es posible. Entrar y salir del pueblo es todo uno. Una casa con la fachada de blanco inmaculado y dos banderas, la española y la portuguesa, ilustra lo curioso de la situación. A su izquierda hay una 'P' que indica que el viajero ha entrado en otro país, aunque allí no hay ni controles, ni aduanas, ni siquiera un triste cartel indicador en el que se lea el agradecido 'Ben-vindos'. Al otro lado de la calle, todavía en España, está la casa rural Salto del caballo, cuya historia se remonta al siglo XIX. Acceder a ella por un país y salir por otro la distingue. Como contó Alonso de la Torre, colaborador habitual de este diario, en las páginas de HOY, es una de las llamadas 'casas de la duda'. Una duda que se acentuó cuando sus propietarios ampliaron la cocina y no tuvieron reparos en 'invadir' Portugal. Hoy esa casa es un acogedor establecimiento rural de dos plantas con dos apartamentos y habitaciones independientes. Su dueña es Eva Schuster, una gentil empresaria de origen alemán a la que caracteriza su acento, no precisamente portugués. «Estaba dando un paseo por la zona, vi el cartel de la casa y la compre. Llevamos ya 10 años aquí», explica con toda naturalidad.

Curiosamente, reconoce que los visitantes que se alojan allí no suelen ser de Portugal, sino procedentes de países como Holanda, Francia o su Alemania natal. «Los portugueses no vienen a la casa, no sé qué les pasa», se pregunta. «Es un sitio encantador. El pueblo es muy tranquilo. Somos pocos vecinos. Ahora con las fiestas esto se anima». Sobre la peculiar ampliación de la cocina, que supuso poner los fogones a la vera portuguesa, recalca Eva que «ya no es así. Ahora está toda la casa en España, ya se arregló», añade.

La Fontañera acaba de vivir sus fiestas. El del 10 de agosto es uno de los fines de semana más especiales, tal y como recuerda Charo Vela, concejala de Turismo en Valencia de Alcántara. «Se hace la ruta de los mochileros, hay verbenas, concursos... hay una convivencia muy buena». Sus cifras no coinciden con las que apunta el Ayuntamiento sobre el número de habitantes.

Portugueses

En la web oficial se habla de 76, pero Charo Vela no cree que haya más de 30 habitualmente. José Javier Morgado es uno de ellos. «En diciembre aquí no vivimos más de 12 ó 13 personas», asegura. Es uno de los portugueses que se ha instalado en la pedanía, aunque en su caso tiene añadidos propios por su origen español. «Sí soy portugués, pero me vine aquí porque mis padres nacieron en La Fontañera». Juan José cita aquello de la «sangre española» para explicar su presencia en el pueblo.

Ni mucho menos es un caso único. Un simple vistazo a la guía de teléfonos confirma apellidos de origen luso. Otros apellidos, otro acento. «Viene gente de Madrid, pero también han comprado casas gente de Badajoz. Es un sitio muy especial, en plena naturaleza, con Portugal al lado y con un microclima». Charo Vela no duda en 'vender' las virtudes de las 'casiñas', incluida La Fontañera, donde asume que hay cada vez más portugueses también por las ventajas sanitarias que le ofrece el Servicio Extremeño de Salud. «Se han venido aquí algunos y cobran su paga. También por la ventaja de la Seguridad Social, la atención que reciben». En Portugal las visitas al médico no son gratis. Así, en 2007, una consulta de ambulatorio superaba los dos euros, una urgencia hospitalaria costaba seis y una radiografía, salvo en el caso de niños, jubilados, enfermos crónicos..., eran otros dos euros.

La Fontañera, sol y luna, luces y sombras, aquí y allá. El misterio de lo fronterizo aniquilado en apenas 10 minutos de viaje tortuoso, eso sí, por una agreste carretera que se convierte en calleja y que en menos de un par de kilómetros nos deja en la aldea portuguesa de Galegos. Y de allí a Marvao es un abrir y cerrar de ojos. Por el camino, aves, sonidos campestres, vistas majestuosas y una soledad inaudita. Merece la pena disfrutarlo. Y, de paso, cruzar los dedos para que no nos encontremos con otro coche en la 'carretera'. La explicación es simple: los dos, el que viene y el nuestro, no caben a la vez.

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