Un concurso nacional de saltos trae a la Infanta Elena a Badajoz
La hija mayor del Rey Juan Carlos I disfruta de un fin de semana de hípica en el Centro Ecuestre, que celebra su 25 aniversario
ROCÍO ROMERO
Lunes, 8 de octubre 2012, 02:34
«Porque está a gusto y no le molestan mucho». Es la explicación que daban muchos ayer a que la Infanta Elena participe este fin de semana en el vigesimosegundo concurso nacional de saltos de obstáculos que se celebra en el Centro Ecuestre y Poni Club de Badajoz.
La hija mayor del Rey Juan Carlos llegó a la ciudad el viernes para competir en este campeonato al que concurrieron otros 259 jinetes. Entre ellos, los olímpicos Luis Astolfi -con quien se la relacionó en los años ochenta- y Alfredo Fernández Durán, y el jinete nacional Alfonso Salguero. También se han sumado concursantes portugueses, como Ricardo Gil Cardoso e Iván Camargo.
No es la primera vez que doña Elena acude a este centro. De hecho, en abril de 2011 también participó en el concurso nacional de saltos que acogieron las instalaciones en honor al jinete portugués Francisco Moura.
El que se celebra este fin de semana es el certamen más importante de la región y el único de la categoría de dos estrellas. Pero no es el principal motivo para que la infanta Elena de Borbón y Grecia decida concursar. Le une una buena amistad con los hermanos Alejandro, Ramón y Pedro Muguiro, organizadores del concurso. La relación viene de generaciones. Un tío paterno de los tres hermanos fue secretario personal de Don Juan de Borbón. Ahí arranca un vínculo que alcanza ya la tercera generación y que la trae a la región al menos un fin de semana al año a iniciativa propia y dentro de su agenda personal.
La infanta Elena ha querido apoyar al centro con su presencia, que este año además celebra su veinticinco aniversario. De hecho, acudió a la cena que se celebró por este motivo en el Hotel Zurbarán de Badajoz en la noche del viernes y a la que asistieron cien personas. Se aloja en un hotel de cuatro estrellas.
En el club hípico se la pudo ver relajada -solo algo molesta si el fotógrafo se le acercaba a una distancia que consideraba demasiado corta-, acompañada de su entrenador personal y de una o dos personas más que no la dejaban sola. El año pasado se llevó como obsequio un retrato suyo que uno de los visitantes le pintó en una servilleta sobre la marcha. Aunque todo el mundo la observa por ser quien es, también es cierto que estaba en el recinto como una amazona más disfrutando de su pasión: los caballos.
