El público no da la espalda a la feria
Hasta el jueves, tanto en el ferial como en el centro esperan movimiento a mediodía El primer tramo de la feria ha servido para diluir el temor a las pérdidas que tenían los hosteleros
A. GILGADO
Martes, 26 de junio 2012, 04:45
En la caseta Tendido 22 del recinto ferial, Alfonso González y su cuadrilla se lo tomaban ayer con tranquilidad.
Vienen desde Jerez de la Frontera cada San Juan desde hace tres años y, de momento, dicen que no tienen queja del público de Badajoz. Sus flamenquines ya empiezan a ser conocidos. Ayer tuvieron un respiro, fue el día más flojo de los que llevamos de feria.
Hasta las cocinas de los bares del centro y de las casetas apenas llegaban comandas y en los comedores había más mesas vacías que llenas. La única excepción a este panorama se vio en la caseta de la Granja El Cruce, que se llenó por completo a mediodía.
En el centro también abundaban las terrazas con asientos libres.
Pero, el empate a poco con el que se cerró el día de ayer, entraba dentro de los planes. Los empresarios ya saben que tras el empuje del fin de semana, el lunes es el día que menos se trabaja. A nadie le pilló de sorpresa. Por la tarde el ferial se animó algo con el concierto infantil de del grupo Cantajuegos. Todo un fenómeno de masas para padres con hijos pequeños. En el auditorio, a 22 euros la entrada, no había sitio a las ocho de la tarde.
Salvo por los Cantajuegos, poco más dio de si el día de ayer en el recinto ferial. Para muchos, también fue una jornada de transición donde hacer balance del primer fin de semana de feria.
De momento, y en contra de los que muchos podían pensar por la crisis y la situación económica, todos los consultados por HOY, tanto el Caya como en el centro, creen que se han cumplido las expectativas y el público ha respondido a estos tres primeros días de fiesta.
Todo un hito, si tenemos en cuenta que en los tiempos que corren muchos empresarios de hostelería temían que la crisis terminaría también por ensombrecer la feria. Dan por hecho que no van a hacer la caja de otros años, pero para muchos estos tres días han servido para que se diluyan los fantasmas de las pérdidas.
En la caseta de Alfonso Gallardo repiten una y otra vez la ya manida frase de. «No nos podemos quejar». En la caseta de la Sociedad Hípica Lebrera hacen el mismo balance. Se quejan que a pesar de que la Feria del Caballo de Ifeba restó algo de público, el recinto se volvió a llenar el viernes por la noche y el sábado. La presencia de público del sábado fue tal que la Policía Local tuvo que controlar los accesos a Caya porque las aglomeraciones de peatones en el perímetro obligó a cortar el tráfico y evitar y atropellos. A pesar de las complicaciones, no hubo ninguna incidencia reseñable. El balance de Cruz Roja en Caya, que presta servicio de asistencia, tampoco fue muy llamativo. Salvo el varón que por una intoxicación etílica tuvo que ser trasladado al Infanta Cristina por una complicación cardíaca, no hubo incidencia más llamativas. Aunque la feria aprueba en público, quizá no lo hace tanto en lo que ha consumo se refiere.
José Luis García, camarero en una de las casetas explica que con el mismo público antes se servían muchas más copas. «Quien antes se tomaba tres, ahora se toman dos». Se puede decir que va la misma gente, pero ahora se consume menos que antes.
En la zona de atracciones también han notado este matiz. Creen que en público no hay mucha diferencia entre antes de la crisis y ahora, pero sí en lo que se dejan los clientes en las atracciones. «En muchos pueblos que han vivido de la construcción se nota más que aquí», comenta Rubén Naranjo, uno de los responsables de la pista de coches de choques que se instala en el recinto.
Con un lunes ya extinguido. Ahora las miras de los hosteleros están puestos en los tres días laborables que hay antes del festivo. En las casetas tienen muchas reservas ya concertadas de grupos de amigos y compañeros de trabajos desde la semana pasada y saben que el negocio se va a concentrar a mediodía. Incluso hay sitios donde para el jueves ya no tienen mesa disponible. «Cuando llaman la gente y les digo que ya no tengo sitio libre, se sorprenden. No se lo creen» comenta uno de los caseteros, como si la agenda que tiene para el jueves tuviera poco que ver con la realidad económico.