Usagre, entre la euforia y la incredulidad
Los propietarios, en cuyo terreno se asentará la planta durante 30 años, ya han firmado la cesión para el alquiler de los mismos La noticia de que la mayor fotovoltaica del mundo se asentará en el pueblo es difícil de creer para algunos
ARACELY R. ROBUSTILLO
Domingo, 24 de junio 2012, 03:47
El tiempo transcurre despacio en el 'Bar Lázaro' de Usagre mientras varios parroquianos, todos hombres mayores, hablan en un tono quedo y sin consumir nada. Apoyado en la barra del establecimiento, con más de 50 años de historia, su flamante dueño, Julio Lázaro, pone en orden varias facturas ayudado de una tableta digital de última generación. Tiene 32 años y hasta hace muy poco trabajaba como administrativo en una empresa de Zafra que, como tantas otras, quebró. Entonces su padre le planteó la posibilidad de ponerse al frente del negocio familiar y él aceptó, aunque sin muchas esperanzas. Sus perspectivas de futuro han dado un vuelco con la noticia de que la mayor planta fotovoltaica del mundo puede estar en su pueblo.
El empresario extremeño José Luis Joló anunció hace poco más de un mes que el pequeño municipio pacense (1.940 habitantes) era el enclave elegido para construir este proyecto faraónico. Sin embargo, en la misma comparecencia afirmó que seguía buscando socios para financiarlo.
La pasada semana, los propietarios de los terrenos en los que se asentará la planta firmaron la cesión de los mismos durante 30 años, un paso más en lo que según el alcalde, Teodoro Hernández (PP), es ya un proyecto seguro.
No todos sus vecinos comparten su optimismo, aunque sí su entusiasmo. Para un municipio con 258 personas apuntadas en la lista del paro, miles de puestos de trabajos eventuales durante los cuatro años de ejecución de la planta (2014-18), más el centenar de mantenimiento una vez esté terminado, son un oasis en mitad del desierto.
En los últimos 15 años, según datos del Instituto Nacional de Estadística, esta población situada en la campiña sur de Extremadura ha perdido cerca de 200 habitantes. «La mayoría de la gente de mi edad estudió una carrera y se tuvo que ir. Era difícil encontrar trabajo de lo suyo aquí», resume Estanislao Castañón, al que todos conocen por 'Tani'. Él, que estudió Biología, aprobó una oposición y logró una plaza como guarda forestal, y gracias a eso todavía vive en Usagre.
Pese a que reconoce que está un poco receloso, porque no termina de creerse que el proyecto de la fotovoltaica vaya a salir adelante, confiesa que le encantaría que se hiciera realidad. «Por lo que supondría para mi pueblo, sobre todo por el empleo, y también para toda la comarca. Quizás así algunos de los que se fueron volverían», aventura.
Para muchos, es inevitable pensar en todo lo bueno que le podría traer a Usagre esta iniciativa de energía renovable. El problema es que existe un antecedente que les hace pensar que esto puede ser de nuevo el cuento de la lechera. En abril del año pasado, la empresa Torresol Energy, formada por la firma española Sener y Masdar, de Abu Dabi, presentó el proyecto Parsolex, que implicaba la construcción de cuatro plantas termosolares de 50 megavatios de potencia instalada cada una, dos ubicadas en Mérida y dos en Usagre. Aquella iniciativa, que suponía cerca de 1.000 millones de euros de inversión, 3.200 puestos de trabajo al año en la fase de construcción, 1.200 en explotación, y cuyo inicio estaba previsto para 2013, está parada, aunque no anulada. Según aclara el alcalde, el proyecto está detenido por la actual congelación de las primas a las renovables. En cualquier caso, eso hace que muchos de sus vecinos hayan recibido con mayor escepticismo este nuevo premio Gordo que parece haberles caído del cielo.
Teodoro Hernández argumenta que, en realidad, la razón por la que ambos proyectos se han fijado en su pueblo es su idoneidad. «Es una zona que no tiene espacios protegidos por Medio Ambiente, tiene una gran extensión de planicie (nuestro término municipal es de 240 kilómetros cuadrados) y tenemos al lado la subestación de Red Eléctrica de Bienvenida (un pueblo vecino)».
Lola Cáceres Pizarro apuesta por ver el vaso medio lleno. Hace 35 años que vive en el pueblo, porque se casó con un usagreño. «En este pueblo la única opción para los jóvenes era el campo: la aceituna y la recogida de uva y poco más. Esto es una bendición que nos va a venir bien a todos, también a los negocios del pueblo», asegura.
«Esperamos el proyecto con mucha ilusión. Puede servir para que venga gente al pueblo».
«Es una gran noticia. Nos estábamos quedando ya hasta sin niños, porque la gente joven se va».
«Será algo muy bueno por el trabajo que puede dar. En el bar cada día entra menos gente».