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¿Qué ha pasado este viernes, 5 de diciembre, en Extremadura?
Cientos de cacereños acompañaron a su patrona a pesar del huracán Petra. :: LORENZO CORDERO
CÁCERES

Locura de abril y mayo

Tras el Domingo de Resurrección, los cacereños volvían a empezar hace 150 años con fiestas y romerías y hoy siguen saliendo a la calle para divertirse con cabalgatas, besamantos y libros

J. R. ALONSO DE LA TORRE

Domingo, 6 de mayo 2012, 02:23

Si el inglés O'Shea levantara la cabeza y volviera por Cáceres estos días, se retractaría de sus palabras. Este viajero británico pasó por Cáceres hace 150 años y en 1865 escribió que «por su situación apartada y su falta de carreteras, se halla en un rincón ignorado de Extremadura siendo aburrida y sin vida».

O'Shea debió de visitar Cáceres a finales de enero o en medio de la canícula de agosto porque si algo de insólito tiene esta ciudad es su capacidad para divertirse. Si había peste, como sucedió en 1508, se organizaban corridas de toros. Si en 1646 se sucedían penalidades sin cuento, más corridas.

Pero cuando Cáceres brilla rutilante es a partir del Domingo de Resurrección. Publio Hurtado, que desde luego no era inglés y nos conocía bastante mejor que O'Shea, escribía hace 100 años: «Transcurrida la Semana Santa, purgadas las conciencias (.) y cerrado el extenuante ciclo de vigilias y abstinencias, nuestros antepasados se disponían a volver a empezar».

Ese volver a empezar consistía en las fiestas seguidas, domingo tras domingo, de Nuestra Señora de la Montaña, san Benito, santa Lucía y santa Olalla con sus respectivas romerías. Por otro lado estaba san Jorge el 23 de abril, las letanías setenarias y las letanías menores, que se celebraban con procesiones vistosas y muy concurridas, que daban paso a la Cruz de Mayo, la Ascensión, el Corpus Christi y, desde finales del XIX, la feria.

Han pasado los años y los cacereños, pasada la Semana Santa, siguen dispuestos a empezar. Es verdad que en estas fechas ya no se celebran Poelia ni Maquinarte y que Foro Sur se ha trasladado a finales de septiembre, pero durante los meses de abril y mayo, Cáceres vive una particular locura.

Este año, como siempre, miles de cacereños han disfrutado de la fiesta de San Jorge. Como ya no hay descampados en el centro de la ciudad, se hacen pocas hogueras, aunque parece recobrarse la tradición en algunos barrios modernos con campos cercanos.

Lo que prima es la cabalgata, la lucha de moros y cristianos, la pelea de San Jorge contra el dragón y la posterior quema del bicho. Las hogueras y los lanzamientos de brevas sí eran una tradición netamente cacereña. Lo del dragón, el fuego, los cohetes, los moros y los cristianos es una importación levantina que introdujo el obispo Llopis Ivorra.

Si el obispo Llopis fue insólito en Cáceres, no menos insólito es que un obispo de esta diócesis firme libros en Cánovas. Eso fue lo que sucedió el pasado martes a las 19.30 horas, cuando el obispo Cerro Chaves se encontraba en la caseta de la librería diocesana firmando ejemplares de sus numerosos libros a una multitud de lectores.

Unas cuantas casetas más arriba, en el puesto oficial de la Feria del Libro, los escritores Pilar Galán y Vicente Rodríguez firmaban a unos cuantos lectores ejemplares de sus libros Paraíso posible y Treinta y tres, respectivamente. Cuentos en el primer caso y poemas en el segundo, que se leen de un tirón, incluso en estos días locos de abril y mayo.

Pero donde la locura primaveral se dispara es en la bajada, estancia, besamanto, novena y subida de la Virgen de la Montaña, patrona de la ciudad. Durante diez días, Cáceres se echa a la calle para recorrer su Calle Mayor: de la Cruz a la Plaza.

Si los comerciantes de Santiago de Compostela van a pedir al Vaticano que les regale un Año Santo antes del próximo, que toca en 2021, para reavivar el turismo y el gasto, los comerciantes de nuestra 'Calle Mayor' bien podrían pedir que la Virgen baje cada trimestre para revitalizar el consumo. Si los santos acaban con la sequía, ¿por qué no pueden acabar con la crisis?

Este año, la bajada de la Virgen de la Montaña coincidió con el huracán Petra o, más bien, con sus retazos. Subir a la Montaña fue toda una odisea luchando, fundamentalmente entre el Amparo y el Calvario, con la violencia de la ciclogénesis.

Aunque no llegó a ser como aquella tarde de los años 40, cuando al salir de la escuela, Tomás Pérez, el inolvidable locutor de La Voz de Extremadura, subió a su casa de la Montaña en su burrina, estalló una tormenta, Tomás se refugió en la ermita del Amparo, cayó un rayo y fulminó a su burrina.

Y la locura sigue. A la fiesta se han unido los play off de baloncesto, una tradición en estas fechas. El fin de semana que viene, 5.000 turistas-deportistas vienen a competir en diferentes campeonatos de España. Después, el Womad, la feria, el festival de teatro y por medio, siete conciertos de primeras figuras de la canción. Si O'Shea levantara la cabeza.

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