La Plaza se quedó pequeña para ver la quema del dragón de San Jorge

A las nueve y veinte de la noche de ayer, cuando el desfile de San Jorge asomó por la avenida de España, hacía frío. Lo suficiente como para replantearse la idea de quedarse de pie, parado en la calle esperando. Y sin embargo, a esa hora, la vía por la que desfilaba la comitiva de moros y cristianos estaba repleta de público, y en el paseo de Cánovas había un trasiego continuo de gente caminando hacia arriba y hacia abajo, buscando un sitio libre. Diez minutos después, la calle Pintores parecía vivir en el primer día de las rebajas de cuando no había crisis, pero con las tiendas cerradas. Y a las nueve y media, ya se empezaba a formar un pequeño tapón justo a la entrada a la Plaza Mayor por la calle de los comercios.

La fotografía dejaba claro que San Jorge tiene un tirón tremendo entre los cacereños, que año sí y año también llenan la Plaza Mayor, soportales incluidos, para ver arder al dragón. Unas horas antes, lo hicieron las hogueras preparadas para la ocasión en algunos barrios de la ciudad (Cáceres El Viejo o Parque del Príncipe, por citar algunos de los sitios en los que se vieron llamas), como es tradición.

La forma en que Cáceres celebra la fiesta de su patrón mantiene costumbres arraigadas en los últimos años, pero también introduce novedades. Entre ellas, las actividades organizadas en varias ludotecas municipales, con los niños como protagonistas. Las de Rodríguez Moñino, La Cañada y Nuevo Cáceres, representaron el pasado jueves la quema del dragón, con grupos de niños vestidos de moros y otros en el papel de cristianos.

Esas y otras propuestas sirvieron de preludio a la gran cita: el desfile y posterior quema del dragón. Quienes vieran las dos cosas, tuvieron la oportunidad de ver de cerca tanto al dragón grande -de 14 metro de largo por 3,5 de largo y 4 de ancho, y hecho principalmente a base de cartón, papel y madera- como a otros cinco, más pequeños, que completaban la comitiva. Vistosos los dragones, no tanto la animación, escasa comparada con la de otros años.

Ya en la Plaza, en un escenario iluminado ubicado bajo la torre de Bujaco, actuó Karlik Danza, con un número llamativo, que incluyó a un grupo de bailarinas haciendo equilibrismos amarradas con estilo a unas cuerdas sujetas al techo. La representación se pudo ver también en dos pantallas instaladas, como novedad este año, una de ellas en la terraza superior de la oficina de turismo, junto a la ermita de la Paz. Después, los fuegos artificiales. Y como colofón, lo más esperado: la quema del dragón, al pie de las escaleras del Ayuntamiento, para simbolizar la victoria cristiana del 23 de abril de 1229, la reconquista de la ciudad por las tropas de Alfonso IX. 783 años después, el recuerdo de aquella historia sigue llenando la Plaza Mayor de Cáceres cada año.