Landero: «Vivimos una revolución sigilosa de dimensiones colosales»
Silvia Sanchidrián Jiménez, estudiante del IES Atenea de San Sebastián de los Reyes (Madrid) se ha alzado con el Premio de Narraciones Cortas 'Luis Landero', que cumple su XXII edición.
FRANCISCO JOSÉ NEGRETE
Jueves, 5 de abril 2012, 14:27
Silvia Sanchidrián Jiménez, estudiante del IES Atenea de San Sebastián de los Reyes (Madrid) se ha alzado con el Premio de Narraciones Cortas 'Luis Landero', que cumple su XXII edición. En el acto de entrega, que contó con la presencia de José Antonio Agúndez, director general de Promoción Cultural; y Rosa Lencero, coordinadora del Plan de Fomento de la Lectura, el escritor alburquerqueño, Premio Nacional de Literatura y Premio de la Crítica por su primera novela 'Juegos de la edad tardía', hizo una «incursión sencilla y sentimental» de la crisis en la que vivimos y que ofrece un «paisaje angustioso a cualquier paseante asiduo de cualquier ciudad y pueblo», ante la contemplación del cierre de negocios que fueron fructíferos durante muchos años. Para Landero, «estamos viviendo un cambio histórico de época, una revolución sigilosa de dimensiones colosales», aunque ahora percibimos solo «leves signos», algo así, añadió, «como los mínimos movimientos de la boya en la superficie del río para el pescador, señales de lo que está ocurriendo en las profundidades».
Luis Landero aseguró que una señal clara de estos tiempos difíciles es la tristeza, que «arrastra pesimismo, mala leche, conformismo, escepticismo, desencanto.». España se ha vuelto un país triste, sentenció. «Después de los felices años 80 y 90, cuando daba la impresión de que en el resto de Europa era lunes y en España domingo, ahora hay una tristeza de lunes con resaca de domingo vivido a tope, y que parecía que no se iba a acabar nunca».
El célebre escritor abogó por la alegría, que en estos momentos es «lo más revolucionario». «Indignados, claro que sí, pero no tristes y miedosos», señaló.
Se refirió a la política diciendo que «no es un arte de la salvación (eso le corresponde a las religiones), ni del conocimiento (que es cosa de la filosofía); es un arte de la convivencia». Y añadió: «Tenemos que ocuparnos de ella y estar bien informados de lo que ocurre, pero no podemos permitir que nos convierta en sus rehenes».