Razas salvadas por la ciencia
La cría de las amenazadas Blanca Cacereña y Caprina Retinta se centra ahora en conseguir calidad para su carne
PILAR ARMERO
Viernes, 6 de enero 2012, 01:50
En 2003 no había más que cinco rebaños de Cabra Retinta en la región, mientras que el último censo disponible, correspondiente a 2011, registra una quincena de ganaderías entre las que se reparten un total de 1.664 animales de esta especie.
Si la cabaña ha crecido hasta este punto se debe a los programas de recuperación que la Junta y Universidad de Extremadura vienen desarrollando con la colaboración de criadores y ganaderos a lo largo de todos estos años.
Se trata de proyectos con los que se intenta, no solamente salvar sino también poner en valor una raza que se encuentra en peligro de extinción.
Los planes abarcan también a la vaca Blanca Cacereña, cuya ganadería ha crecido igualmente de forma importante en estos años de investigación. Los datos que maneja el Servicio de Producción Agraria de la Junta de Extremadura indican que se ha pasado de las 350 cabezas que había en 1996 a las 1.017 que se contabilizan actualmente.
El riesgo de que desaparezcan se debe en el caso de la Blanca Cacereña a que se utilizó principalmente para labores de campo y como medio de transporte, dos funciones que quedaron prácticamente anuladas con la mecanización del medio rural.
En el de la Caprina Retinta ha venido dado por el hecho de que produzcan menos leche que otras razas de cabra.
Aparte de la importancia que ya en sí tiene este esfuerzo por no dejarse perder dos especies ganaderas, hay que contar también con la valía que una y otra tienen desde el punto de vista medioambiental como mantenedoras del patrimonio que representa la dehesa extremeña.
Las dos especies cuentan con libro genealógico desde el año 2000, un documento en el que se inscriben todos los animales que pertenecen a una u otra cabaña con el fin de llevar el control más riguroso posible sobre su número y desarrollo. El Consejo de Gobierno acaba de aprobar la reglamentación específica de ese libro, con el fin de adaptarlo a la nueva normativa nacional.
«Es como tener el carné de identidad de cada animal», indica José María Guerrero, jefe de Producción Agraria de la Junta de Extremadura. Inscribir a los animales permite además acceder a las ayudas agroambientales de la Unión Europea, el Estado y la Junta.
El objetivo final del proyecto de recuperación es eliminar las etiquetas de especie amenazada que cuelgan de ambas cabañas y sacarles rendimiento comercial a través de la venta de su carne, principalmente.
«De la Cabra Retinta algo se puede encontrar en el mercado, pero de la Blanca Cacereña apenas hay venta, dada su pequeñísima producción», apunta Guerrero, que explica que se está tratando también de obtener en ambos casos una carne de calidad.
Una línea que se desarrolla para fomentar la pureza racial, controlando tanto los animales vivos como recogiendo material genético a través de semen y embriones.
Todo un esfuerzo por no dejar que se pierdan dos razas que han dado rendimiento y tienen todavía que continuar dándoselo al campo extremeño. Los investigadores de la región continúan ocupándose de que así sea.