Aficionado dentro y fuera del ruedo
José Domínguez es un aficionado práctico que tiene en su casa una pequeña plaza de toros donde lidia becerros en su tiempo libre
ESTEFANÍA ZARALLO ezarallo@hoy.es
Domingo, 16 de enero 2011, 13:45
Imagine tener en su vivienda una plaza de tientas donde poder iniciarse en el arte del toreo, ese que tanto admira y que tanto le apasiona. Que, además, pueda tener el privilegio de contar entre sus amigos con profesionales de la tauromaquia que le instruyan en el manejo del capote y la muleta y con los que pasar entretenidas tardes de toros, conversaciones, aprendizaje y risas. En Badajoz existe un pacense que no necesita imaginarlo, pues lo vive casi cada semana en un terreno que posee en la carretera de Sevilla. Se llama José Domínguez, aunque muchos le conocen como Pepe 'Marchivirito'. Esta semana, HOY ha compartido con él y sus amigos una de sus tardes de afición taurina.
Apenas eran las cuatro y media cuando comenzó esta peculiar tarde de toros. En invierno hay que aprovechar la luz. En su terreno cuenta con una pequeña plaza rectangular, adjunta a la cual están los 'corrales' donde tiene algunos becerros y becerras que observa con cuidado antes de que comience a preparar capotes y muletas. No estará solo durante la lidia, pues le acompaña Carmen -su mujer- y algunos de sus amigos que son, además, profesionales del mundo del toro. El matador Antonio Ferrera; su hermano y mozo de espadas, Diego Ferrera, así como el banderillero Fernando González.
Entre todos seleccionan una becerrita que pasa a lidiar con capote y muleta. Desde los burladeros, su improvisada cuadrilla le da algún que otro consejo. «Ahora remata con una media verónica», le dicen mientras lancea al animal. «No tengas prisa, despacio. Dale tiempo», comentan sus amigos para que aprenda ese complejo concepto del temple.
El animal vuelve al corral y es el momento que aprovechamos para hablar con Pepe. Y, de paso, que nos cuente de donde viene esta peculiar afición. Y es que habrá personas a las que le pueda resultar raro que alguien pueda tener en su vivienda una plaza de toros. No es tan extraño si se tiene en cuenta que hay aficionados al tenis que construyen una cancha en su casa, otros que crean una piscina para hacer largos o, de manera más modesta, personas a las que le gusta jugar a baloncesto y ponen una canasta en algún rincón de su vivienda.
Aficionado práctico
A Pepe le gustan los toros y, aunque la tauromaquia nada tiene que ver con su profesión -nunca ha sido novillero, ni apoderado, mozo de espadas o banderillero- su afición es de lo más común. De hecho, hay muchas personas como él que reciben el nombre de aficionados prácticos. No existe definición oficial para este concepto que tan de moda está últimamente. Aficionado práctico es todo aquel que dedica su tiempo libre a su pasión taurina pero no solo desde la barrera, sino poniéndose delante y emulando a sus toreros favoritos mientras aprende a dominar a un animal con un simple movimiento de muñeca.
La página web 'Suerte Matador' define a los aficionados prácticos como «fieles seguidores del arte taurino que sin ser profesionales se atreven a lidiar novillos o becerros con el propósito de experimentar la emoción incomparable de pasarse por la cintura a un astado, de sentirse toreros llegando a ser este su estilo de vida, en donde se da el mismo respeto, pasión, dedicación y sentimiento por el toreo». No es mala definición para estas personas y, por supuesto, para Pepe.
Él siempre ha sido aficionado. Comenzó acudiendo a los festejos de la feria de San Juan de Badajoz con su padre. Además de ver las corridas en junio, siempre que podía se quedaba embelesado con las retransmisiones taurinas que emitía Televisión Española. Las mejores faenas de los años 70 pasaron por sus ojos y le fascinaban quedándole 'enganchado' al noble arte de Cúchares.
Pepe creció y se vinculó profesionalmente al mundo de la hostelería. En Badajoz está al frente del Restaurante 'Marchivirito'. Hace unos años, compró un terreno en la carretera que une la ciudad con la capital andaluza y en el año 2000 organizó una capea a principios del mes de mayo. «Con ayuda de mis hermanos y de mis cuñados hicimos una plaza de toros de palé. Trajimos un par de becerritas y a partir de ahí empezamos poco a poco construyendo la plaza de toros y metiéndonos un poco más dentro de este mundo», explica.
Los lunes cierra su negocio y es el día de la semana que aprovecha para reunirse con amigos y torear. «Desde siempre tenía la inquietud de ponerme delante, porque es tanta la admiración que siento por el mundo del toro y el respeto, que tenía ganas para ver qué es lo que realmente se siente. Y cuando las cosas medianamente me salen bien, esa satisfacción me acompaña durante toda la semana», argumenta este pacense.
Pero ¿qué se siente?. Pepe se queda pensativo. «Yo creo que... no sé... sentirte bien. Cuando terminas, te sientes bien». Y, ¿qué sensaciones se tienen cuando con una muñeca se domina a un animal bravo?. «Ahí es cuando el vello se te pone de punta». Definir sentimientos y emociones con palabras siempre es complicado. Para él la tauromaquia es un arte y este nunca se expresó bien con palabras, sino que se siente... o no se siente. Y él lo vive con intensidad.
Con el paso de las semanas y de las faenas ha ido conociendo la técnica y aprendiendo. Para ello ha contado con la ayuda de amigos que le han ido asesorando y corrigiendo. «Desde la barrera se ve todo muy bonito e incluso parece mucho más fácil de lo que es en realidad. Cuando estás delante es cuando realmente valoras el mérito que tiene esto y el valor que hay que tener», detalla.
Además de torear, José Domínguez es un gran aficionado. Ha tenido la suerte de que su esposa, Carmen Flores, también es una apasionada de la tauromaquia por lo que juntos comparten muchas tardes de toros cuando empieza la temporada. Ambos tienen dos hijos, José Antonio y Javier, de 15 y 14 años respectivamente, a los que también le gustan los toros.
«De pequeños había días que no teníamos con quién dejarlos y venían con nosotros a los toros. Javier, cuando era pequeño y escuchaba la música de los toros, se ponía muy contento. A pesar de que no son grandes aficionados, entienden de toros y nunca porque les hayamos obligado, porque cuando están en casa, ven las corridas televisadas. Conocen el nombre de los toreros, las ganaderías, apoderados... y toda la gente que está relacionada con el mundo del toro», señala.
Hostelería y toros
Aunque los horarios de la hostelería son incompatibles con muchos festejos, acude siempre que puede a ver corridas en Extremadura. Es abonado de la plaza de toros de Badajoz, donde contempla las faenas de la feria de San Juan desde el tendido cuatro. La pacense es su plaza favorita, aunque también suele sacar el abono de Olivenza. Fuera de Extremadura se ha desplazado a Madrid, Sevilla, Lisboa y Pontevedra. «A veces hemos tenido las entradas compradas y nos hemos tenido que quedar en casa por motivos de trabajo», narra Pepe. Sin embargo no todo es malo. Gracias a su profesión ha podido conocer a muchos toreros, entre los que se encuentra uno de sus favoritos.
«Tengo muchos diestros que me gustan, yo creo que cualquier torero que se pone delante de un toro, para mí tienen todos mis respetos. No obstante, yo siento una gran admiración por un torero en particular, Antonio Ferrera. Puedo decir que es uno de mis mejores amigos», cuenta Pepe bajo la atenta mirada del torero de Villafranco del Guadiana, que le visita para compartir con él esta tarde de toros.
El diccionario de la Real Academia define la afición como la inclinación hacia algo, el ahínco, el empeño y a todas aquellas personas que asisten asiduamente a determinados espectáculos o sienten vivo interés por ellos. Dedicación como la de Pepe, que consigue no solo acercarse un poco más a su pasión, sino vivirla desde otro punto. Seguro que muchos aficionados sueñan con hacer realidad su deseo de vivir el toreo detrás de un capote. Pepe lo ha conseguido, aunque lo más importante es compartir cada lunes ese rato de tauromaquia con amigos y sin salir de casa.