DE ARROYO A NUEVA YORK

Una docena de chicos y chicas de Arroyo de la Luz y Aliseda están en Nueva York becados. Acaban de terminar Bachillerato y van a pasar allí tres semanas. Viven en un campus universitario a unos minutos en tren de Manhattan. Cuentan que en sus habitaciones hay alguna pulga, que los enchufes no tienen fuerza y que las ventanas cierran mal y pasan algo de frío por las noches. Pero da lo mismo, están en Nueva York estudiando inglés y conociendo América. Eso es lo que cuenta. El año pasado viajaron a Londres y este año hay compañeros suyos en Malta y en Dublín. Compañeros suyos de Arroyo, de cualquier Arroyo. San Serván, Arroyomolinos de Montánchez, de la Vera. El estado de bienestar y la socialdemocracia bien entendida consisten precisamente en eso: que los hijos de los albañiles de Arroyo, de Aliseda, de cualquier pueblo extremeño pasen parte de su verano en Nueva York. Viendo sus fotos en lo alto del Rockefeller Center uno entiende cómo han cambiado los pueblos extremeños y cuán esperanzador se anuncia el futuro. Porque viajar ayuda a desnudar la mirada de prevenciones, a despojarla de miedos y reparos, a despertar y arriesgar. Me cuentan que volaron en un Airbús de Air France desde París al aeropuerto John Fitgerald Kennedy hablando con un neoyorkino, contándole cómo es y dónde está Extremadura mientras él les hablaba de su casa en Manhattan. La hija extremeña del albañil explicando Extremadura sin complejos al hijo del potentado neoyorkino. Una imagen sugerente para explicar un proceso histórico.