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Pablo Casado, de vacaciones en Italia junto a su mujer, Isabel Torres Orts, y con uno de sus dos hijos. La pareja se casó en 2009 en presencia del matrimonio Aznar-Botella y Esperanza Aguirre.
El cachorro aventajado de Aznar
EL PERFIL. PABLO CASADO

El cachorro aventajado de Aznar

Al nuevo jefe de comunicación del PP la agudeza le viene de casa. Su padre era el principal oculista de Palencia. Pero a él le van otros desafíos. El más duro no lo ha vivido en la arena política, sino en la incubadora. Su Pablito nació con apenas 700 gramos

ANTONIO CORBILLÓN

Domingo, 28 de junio 2015, 10:57

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El apellido Casado es sinónimo en Palencia de buena vista. Miguel Casado, padre de la nueva cara amable, joven y moderna del Partido Popular, Pablo Casado, regentó la clínica oftalmológica de referencia en la ciudad, que ha heredado uno de los cinco hermanos del nuevo vicesecretario de Comunicación de Rajoy. Algo se le debió pegar de la profesión familiar a Pablo (Palencia, 1981) lanzado hacia las más altas responsabilidades del PP después de mostrar, hasta ahora, una gran 'agudeza' en las cada vez más difusas arenas de la política.

Tanta que, cuando ya era presidente de las Nuevas Generaciones madrileñas, supo aprovechar la presencia de José María Aznar en el congreso del partido (septiembre de 2008) para que el expresidente fijara su vista en él soltando frases como «los jóvenes del PP no idolatramos a asesinos como el Che, sino a mártires como Miguel Ángel Blanco». Algunas de esas proclamas, lanzadas por este novato lleno de ambición, alimentan a los que rastrean su origen político para atacarle. Él se defiende embistiendo: «La izquierda falsifica tuits y manipula dos segundos de unas declaraciones de 15 minutos para dar una intencionalidad contraria. Hasta me falsifican tuits con 'photoshop'. Cree el ladrón que todos son de su condición».

El caso es que aquella irrupción dio en la diana. Un año después, en 2009, ya estaba integrado en la cúpula de la Fundación FAES que lidera Aznar y recorría el mundo a su vera. «Aznar es un ejemplo mimético de Pablo». Alberto Plaza, exteniente de alcalde en el Ayuntamiento de Ávila y con una formación y perfil muy similar al suyo, tiene claro el espejo en el que se mira la carrera política de Casado. Porque la velocidad de crucero que ha cogido no se entendería sin la mano de su mentor. Y las similitudes entre ambos son evidentes. El palentino dio el salto a la política nacional como diputado por Ávila en 2011, una provincia con la que no tenía vinculación alguna. También Aznar inició su carrera como 'paracaidista' ('cunero' lo llaman en el argot político) por Ávila en 1982. Por aquella provincia repitió como parlamentario regional en 1987 para hacerse con la presidencia de la Junta de Castilla y León. Agradecido, el expresidente se ha dejado ver por la capital de Santa Teresa en las dos últimas campañas. En las generales de 2011, cuando el nombre de Casado se coló con calzador en la lista, les dijo a los abulenses: «Habéis hecho un buen fichaje». Y en su visita el pasado 16 de mayo para apoyar en las municipales y autonómicas remachó: «Si alguna vez me tiene que renovar alguien, que me renueve Casado, que es un tipo estupendo». Un mes después, su pupilo ya es uno de los hombres más poderosos del partido.

Con calzador

«No fue agradable. Controlamos el 80% de cargos de la provincia y había mucha gente deseando entrar», evoca el presidente del PP de Ávila y senador, Antolín Sanz. Aún recuerda su reunión con Aznar y Casado, en 2011, para encauzar su candidatura. El expresidente le dio un consejo al aspirante: «En política hay que tener dedicación y regar el terreno», rememora Sanz. Y en esta legislatura que languidece, Casado ha sabido combinar su creciente presencia como rostro de futuro del PP en las tertulias («son fundamentales porque es cuando la gente está conectada a la televisión») con la presencia en calles y pueblos de su circunscripción. «Tiene empatía y regate en corto -le define Antolín Sanz-. No es igual pedir votos en la calle Serrano que en un pueblo de Ávila. Y ha sabido aprender la política de abajo-arriba».

Casado aplica en España las técnicas de éxito mediático que aprendió en las campañas americanas.

- ¿Cuándo entendió que acudir a los platós era clave, algo a lo que su partido le tenía miedo?

- Es que la comunicación debe ser una consecuencia no una causa. El viejo mantra de que se comunica poco y mal es falso. Pero lo que está claro es que la parrilla informativa se ha multiplicado, a la gente le interesa la política y los políticos tenemos que interesar a la gente.

Nacido en Palencia en el seno de una familia acomodada (padre médico, madre profesora universitaria) y estudiante en La Salle, su vocación política despertó en Madrid donde estudió Derecho y Dirección y Administración de Empresas. En su colegio mayor conoció a Isabel Torres Orts, estudiante alicantina nieta de Luis Torres ('el rey de los caramelos' tras fundar la firma Damel). Fue la todavía presidenta del PP madrileño, Esperanza Aguirre, la que fijó sus ojos en aquel joven de verbo fácil que, una vez en la tarima, disparaba frases que dejaban el eco de un liberal «sin complejos». Gracias a ella, con 23 años y el título aún caliente bajo el brazo, abandonó en dos meses sus primeros escarceos laborales en un banco en Suiza para entrar como asesor del Gobierno de la Comunidad de Madrid. En su decisión también pesó el firme apoyo desde la Fundación FAES que le ha permitido moverse por los pasillos de universidades americanas como Georgestown, Harvard o Johns Hopkins. Finalmente, su alternativa se confirmó en la dirección de las Nuevas Generaciones madrileñas y como diputado en la Asamblea de la comunidad.

Casado se postuló desde el principio como un hombre de acción. Prueba de ello fue su viaje a Cuba en 2007 (tenía 26 años) para visitar a disidentes castristas como Oswaldo Payá. Una «misión» como él relató después en la que llevó libros y medicinas ocultos en el doble fondo de su maleta. En aquella «Habana, que parecía devastada por una explosión nuclear», como llegó a escribir, tuvo peor suerte unos años después su lugarteniente en Nuevas Generaciones Ángel Carromero. En una 'misión' similar, sufrió un accidente en el que murió Payá junto a otro opositor. Carromero, que confesó su admiración por la figura de Casado, acabó condenado.

El milagro de su vida

No solo la sobreexposición pública ha curtido su carácter. Su hasta hace poco jefe de filas en Ávila, Antolín Sanz, recuerda que «los rasgos faciales de cuando empezó en las tertulias le han cambiado porque la política endurece». A veces ayuda la vida. Pablo Casado fue el que dio la cara tras la debacle del PP en Andalucía el 22 de marzo. Fue un trago amargo del que supo salir airoso. Se acordaba de que, seis días antes, había celebrado el primer cumpleaños de su segundo hijo, Pablito, con el que los médicos habían hecho el milagro de salvarle la vida, tras nacer con 700 gramos y una gestación de apenas 25 semanas.

Ahora, desde la vicesecretaría de Comunicación, centra sus esfuerzos en engrasar la máquina para ayudar a Rajoy a mantener el poder. Le queda medio año para lograrlo, pero maneja la terminología comunicativa que aprendió en EE UU con precisión de economista. Tiene a todo su equipo preparando aplicaciones para móvil («el 80% de los jóvenes lo reciben todo por ahí»), gestión de redes sociales («el 80% de nuestros votantes están en Facebook, solo el 5% usan Twitter») e incluso una oficina virtual, que dejará casi obsoleta la gestión burocrática en la calle Génova.

A ello dedicará un verano a caballo entre su casa cerca del Retiro madrileño y su segundo hogar en Las Navas del Marqués (Ávila), un pueblo tranquilo donde ya están su mujer y sus dos críos pequeños. Aunque lleve años lejos de su tierra, Casado sigue reclamando su castellanía. «Lo soy por los cuatro costados. Mi padre leonés, hermanos trabajando en Burgos, Zamora y Salamanca... Me siento un abulense más».

- Suele defender la necesidad de otra profesión. ¿Se ve dedicando toda su vida a la política?

- Pienso en ello a diario. No he abandonado mi vida académica. Es mi otra alternativa. En política puedes estar mucho tiempo, pero también te puedes tener que ir mañana. No quiero depender de lo que pase en la política para pagar mi hipoteca. Me siento competitivo en el mundo privado y es en la universidad donde me veo el día que me vaya de la política.

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