La alquería jurdana de El Mesegal celebra la Carvochá y la Chicharrona
Son dos rituales relacionados con el inicio de las matanzas caseras y el culto a las ánimas
FÉLIX BARROSO
Jueves, 2 de noviembre 2017, 08:19
La alquería jurdana de El Mesegal celebra este sábado, 4 de noviembre, los antiquísimos rituales de la Carvochá y la Chicharrona relacionados con el inicio de las matanzas caseras y el culto a las ánimas.
En el territorio jurdano, cuando ya la nieve comienza a cubrir las cúspides de las montañas, los ganados solían bajar de las majadas a las cuadras de los pueblos. Daba comienzo la estación oscura, cuando viejos pueblos célticos iniciaban la fiesta del Samhain, que era el punto de partida del nuevo año.
Antigua comunidad pastoril fue la jurdana y ha guardado rituales que van en consonancia con su tradición legendaria. Paralelos claros con el Samhain, que forman parte de la historia mítica de Las Hurdes. El próximo sábado, día 4, al igual que otros años, los escasos vecinos de la alquería de El Mesegal, concejo de Lo Franqueado, limpiarán comunitariamente la antigua era de lanchas, donde se trillaba el centeno y el mijo. Allí, después del aguardiente y la repostería comarcal, los miembros de 'Estampas Jurdanas' y otros allegados iniciarán, precedidos por los tamborileros, el correspondiente pasacalles matinal. El 'cahtañeiru' va arrojando puñados de castañas hacia lo alto, como símbolo de fertilidad. El cortejo va en busca de 'La Chicharrona', que baja de las sierras con vestimentas estrafalarias, un gran garrote, una ristra de chorizos como collar y un fardel lleno de nueces, castañas e higos pasos. Trae la licencia que cantará con voz altisonante para que den comienzo las matanzas familiares. Le cantan viejas coplas y la llevan hasta la era, donde le aguarda 'El Chicharrón', ataviado con pieles y con cuernos. Amagos amorosos, que, cuando cuajan, cristalizan en una vieja danza entre ambos.
Sobre la 'jogará de lah ánimah', que se encendió a primera hora con un tuero del año anterior, el 'zajuril' (especie de santón, vidente y velador de las leyes consuetudinarias), ayudado por sus monagos, repica la 'ehquila de lah ánimah' y conjura los males del año venidero. Luego, vienen romances y cantares que se pierden en la noche de los tiempos.
Al caer el día, el 'corru de ánimah' y la 'Carvocha' propiamente dicha, o sea, el asado de castañas. Más comer, más beber y más bailar, hasta que las ánimas queden ahítas, pues lo que se pretende es contentarlas y que no se aparezcan ni en los sueños ni en los caminos retorcidos de la sierra en el nuevo año.