«La muerte es muy difícil defenderla»
Juan Antonio Ruiz 'Espartaco' | Torero ·
«A mis hijos les digo que el triunfo dura poquísimo, que la vida es lo que queda luego»ARANTZA FURUNDARENA
Domingo, 31 de diciembre 2017, 09:42
Ahora que los animales son reconocidos como seres vivos sensibles, Espartaco revela: «Ojalá pudiera poner de pie a todos los toros que he matado». Pero sigue defendiendo la muerte del toro bravo en la plaza. A sus 55, dos años después de cortarse la coleta, el que fuera primera figura intenta explicar su amor por el toro... Y explicarse la peor cornada de su vida: su divorcio.
-¿Cómo mata el tiempo un matador retirado?
-Echando muchas horas en el campo. Antes uno era artista y torero y ahora es un trabajador. Estoy en la lucha continua. Hay días que se me olvida hasta comer.
-¿Más 'cornás' da la ganadería?
-Más que el toreo. La mayor parte es de carne, pero tengo una punta de ganadería brava con la que pierdo dinero. Como les digo a mis hijos, no le pidamos al toro ganancias que bastante nos ha dado.
-Los veganos le caerán fatal.
-Me caen bien. La gente tiene que ser como es, tener esa pureza interior.
-¿Se siente parte de un mundo que se desmorona?
-El mundo del toro hoy es totalmente desconocido. A la gente que solo ve sangre en las corridas cuesta explicarle lo que pasa en un ruedo, porque la muerte es muy difícil defenderla.
-Y usted la defiende.
-Si va a morir en el matadero, defiendo que el toro bravo muera en la plaza. Pero el amor y el respeto que le tenemos los toreros al toro es increíble. Yo ahora más que torero me siento protector del toro bravo.
-Curiosa historia de amor la suya.
-Sí, cuesta entender que tengas que matar a ese amigo que te ha dado tanto. Pero matarlos bien, sin que sufran, me ha costado muchas cornadas (tengo 23) y muchas horas de quirófano.
-Sé que es un 'crack' contando anécdotas.
-Prefiero contar anécdotas a dar consejos. Enseñan más.
-Y que tiene una relación freudiana con su padre...
-Es que mi padre es muy grande. Ese sí que está 'majarón' perdido por el toro. Tiene 76 años y camina 25 kilómetros diarios. Piensa que mañana puede debutar en Las Ventas.
-Pero el que debutó fue usted.
-Mire, yo esto lo empecé a hacer por mi padre, porque a mí no me gustaba al principio. Y lo más bonito es que he visto triunfar a mi padre en mí.
-¿Habría sido motorista si a su padre le apasionaran las motos?
-No. Es distinto. Yo salía del colegio con mis amigos y veían ahí a un señor en un prado toreando al viento... Y me decían: «Oye, tu padre está loco». La mía fue una sensación de tristeza. Escogí ser torero como revancha, para dejar a mi padre en buen lugar, para justificar su locura.
-Y luego viajó con él por el mundo.
-La primera vez que fui a Madrid para viajar a América yo tenía 13 años. Y mi padre me dijo: «Para que no te dé miedo el avión vamos a montar en lo más parecido». Y me llevó al teleférico de la Casa de Campo, ja, ja, ja...
-¿Es cierto que en un ruedo se disfrazó de lobo feroz?
-Sí, en América, en un show tipo el bombero torero... Gente extraordinaria. Eso en la vida es lo que queda. Yo se lo digo a mis hijos. El triunfo dura poquísimo. La vida es lo que queda luego. Quiero que ellos me admiren por la cantidad de amigos que tengo.
-¿El divorcio ha sido la peor cornada de su vida?
-Mi mayor fracaso, porque soy muy familiar, quiero muchísimo a mi exmujer, hablo con ella a menudo. La fama nos perjudicó. Si llegamos a ser gente anónima ni estaríamos divorciados. Se dicen muchas cosas en caliente y luego eso se paga.
-¿Si volviera atrás no se divorciaría?
-Puede ser. Pero no tengo remordimientos, porque intento entenderlo. Hay que tratar de ser feliz y darse cuenta de que la felicidad tú la buscas, pero es ella la que te encuentra.