El estoque del Rey
A don Juan Carlos le incomoda transmitir una imagen de incapacidad
PPLL
Viernes, 13 de junio 2014, 10:25
El último episodio ocurrió el miércoles por la tarde en La Zarzuela. El Rey Juan Carlos acababa de recibir en audiencia al presidente de la Federación Internacional de Tiro Olímpico, el mexicano Olegario Vázquez Raña, cuando se le disparó... el mal genio. Aguardaba el Rey el momento en que los gráficos y el cámara de Borja Fotógrafos (que trabaja para la Casa Real) inmortalizara la reunión con los federativos. Esperaba bastón en mano, algo que no le gusta nada. Al escuchar los primeros sonidos metálicos de las cámaras al disparar, el Rey trató de camuflar el junquillo detrás de las piernas mientras miraba con maldisimulada impaciencia al militar de servicio que debía haberle retirado el bastón. El oficial llegó a la carrera, recogió el cayado y se quitó de en medio a toda prisa. El Rey bromeó: «Siempre llega tarde. Y eso que éste es de Caballería, que debería llegar más deprisa».
No es la primera vez en los últimos meses en que el Rey da muestras de su incomodidad si pretenden retratarle con muletas o bastones. «Son pequeñas fricciones, entendibles en una persona de su edad y representatividad. El Rey es coqueto y un bastón es de abuelo. Él no quiere aparecer como un abuelo», sostiene Fermín J. Urbiola, periodista navarro y autor del libro 'Palabra de Rey'.
Otro episodio reciente donde pudo comprobarse la regia incomodidad sucedió el pasado jueves 5 de junio, durante el protocolario acto de entrega, en el auditorio madrileño de CaixaForum, de las becas concedidas por la caja catalana. Justo antes del multitudinario posado, el Rey se sitúa, en el centro de la escena y a la derecha de la Reina. Don Juan Carlos camina ayudado por dos muletas. Se para y espera a que alguien se acerque a recogerlas. Sin éxito. Tiene que golpear con ellas en el suelo hasta en tres ocasiones para llamar la atención de su jefe de protocolo, el cántabro Cándido Creis Estrada, que acude, solícito, mientras don Juan Carlos le lanza los apoyos.
Cándido Creis también fue protagonista involuntario de esa exasperación real casi un año antes. Fue el 8 de julio de 2013 durante la reunión del Patronato de COTEC, una fundación para la innovación tecnológica que ahora preside la exministra Cristina Garmendia y de la que el Rey seguirá siendo presidente honorario tras su abdicación. Creis, diplomático de carrera, separa la silla de la mesa presidencial para que don Juan Carlos tome asiento. El Rey así lo hace. Pero sus problemas en las articulaciones le impiden acercar la silla hasta el borde de la mesa. Sus labios dejan escapar una interjección: «¡la puta!». Su impaciencia dura escasos instantes, justo hasta que el propio Cándido Creis y el capitán de fragata en uniforme de trabajo que ese día ejercía las funciones de edecán le ayudan a acomodarse.
Seis ayudantes de campo
El otro gran enojo del Rey que ha sido recogido por las cámaras de televisión ocurrió el 30 de agosto de 2012 durante su llegada a la Dirección General de Tráfico. Pocos días antes, el Gobierno había decidido dejar sin paga de Navidad a los funcionarios y, algunos, se manifestaban ante la DGT. El conductor (sustituto del fiel Gaudencio que le atendió desde Príncipe) se equivoca en el momento de acceder al edificio y se gana una real bronca. «Hizo una mala maniobra. Y en la DGT. Hay que predicar con el ejemplo», le disculpa Urbiola.
En opinión de este asesor, el Rey no quiere transmitir la imagen de que necesita ayuda en sus apariciones públicas. Al contrario, sostiene Urbiola. «Quiere que los españoles vean los frutos de su sacrificio diario, de sus cuatro horas de trabajo ímprobo, dos por la mañana y otras dos por la tarde, con el fisioterapeuta. Quiere que la gente vea el fruto de esos esfuerzos», señala Fermín J. Urbiola.
Don Juan Carlos es asistido en sus apariciones públicas por su jefe de protocolo, a quien corresponde desde ayudarle con las muletas, la cartera o la silla, a indicar a la mismísima reina Isabel de Inglaterra, si procediera, el lugar donde debe colocarse para un posado fotográfico o la posición que le corresponde por protocolo en una mesa. Al tiempo, el Rey de España tiene seis ayudantes de campo: uno por cada uno de los tres Ejércitos (Tierra, Aire y Armada) así como otros tres provenientes de la Guardia Civil. Se turnan para estar al servicio del Rey las 24 horas del día. Desde La Zarzuela se señala que el Rey tiene también un ayudante de cámara personal, un funcionario civil.
Fuentes de La Zarzuela apuntan respecto de estos episodios que se trata del «tono habitual del Rey, entre broma y cariñoso, dada la familiaridad» existente con sus ayudantes. A estas alturas, y con 39 años de reinado a las espaldas, don Juan Carlos, señalan, «tiene demasiadas tablas como para que le pillen en una bronca real en público».
Con Felipe VI, apuntan estas mismas fuentes, el personal a su servicio para estas tareas será menor, en un guiño evidente a la austeridad. Tendrá cuatro edecanes: uno por cada Ejército (Tierra, Armada y Aire) y otro de la Guardia Civil.