Los expertos piden actuaciones urgentes para una regeneración que será complicada

Pablo Ramos, coordinador regional de Ecologistas Extremadura, no duda del valor medioambiental de la zona más alta de la Garganta de los Infiernos, y se queja de que, en toda la zona general, no se observe con celo su conservación. «Se permitan monterías, hay masificación de senderistas y la vigilancia está en manos privadas, en vez de hacerla agentes del medio natural», dice. Además opina que la zona que se ha quemado es ahora mismo más importante si cabe «porque con el cambio climático hay zonas de montaña que se han vuelto más cálidas y las especies más amenazadas tienden a colonizar cotas altas. En su opinión, a partir de ahora el proceso regenerador será lento y convendría limitar el pastoreo. «Pero, sobre todo, hay que investigar hasta dar con los culpables».

Por otro lado, la asociación ecologista Natura 2000 reclamó esta semana a la Junta de Extremadura que elabore urgentemente un plan de choque que debería estar preparado para el próximo invierno que contemple la repoblación de árboles autóctonos (robles y castaños) en las zonas quemadas para que las lluvias no provoquen la pérdida de tierra y la desertificación en las cumbres jerteñas.

Según Francisco Castañares, de Aeefor (Asociación Extremeña de Empresas Forestales y de Medio Ambiente), con las lluvias que lleguen -salvo que sean suaves y esto no es probable- habrá una gran erosión en el suelo. «La tierra suelta, arrastrada por las lluvias, que a esa altitud suelen ser muy fuertes o torrenciales, junto con las cenizas y los troncos y ramas quemados, acabarán en los cauces de las gargantas, verdadera columna vertebral de toda la Reserva». En su opinión, las aguas se contaminarán gravemente y la pérdida de oxígeno será crucial para la supervivencia de especies como la trucha común y el desmán ibérico, verdadera reliquia faunística que en la región solo tiene presencia allí. Por tanto, el daño ambiental aún no ha terminado y continuará en las próximas semanas y meses».