El acusado del crimen de Villar del Rey admite finalmente que mató a su amigo
El informe forense del último día del juicio fue tan sólido que la defensa de Daniel E. C. cambio su calificación y reconoció que éste causó la muerte de Juan Manuel G. C.
Natalia Reigadas
Viernes, 26 de septiembre 2014, 00:34
Recibió un primer golpe en la boca que le hizo perder dientes y un segundo en la parte de atrás de la cabeza. Las lesiones eran mortales, solo le quedaban unos minutos de vida y se quedó inconsciente. Luego lo arrastraron y lo tiraron al pozo, donde se dio otro golpe en la frente. Allí se asfixió debido a la gravedad de las heridas. Estas son las conclusiones de los tres forenses que realizaron la autopsia de Juan Manuel G. C., el joven de 32 años de Villar del Rey que fue encontrado muerto en un pozo el 8 de noviembre de 2012 tras cinco días desaparecido.
El informe se hizo público ayer en la última sesión del juicio a Daniel E. C., amigo de la víctima, y al que se responsabiliza de estos hechos. Hasta ayer este joven de 29 años mantenía que había golpeado a su amigo, pero que se marchó después, por lo que no sabe cómo llegó al pozo. La defensa ha insinuado durante el proceso que Juan Manuel llegó por su propio pie al depósito.
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"Cogí un palo y le di"
Sin embargo ayer la contundencia de los forenses obligó al acusado a modificar su estrategia. Al finalizar su abogado decidió cambiar su calificación de los hechos de un delito de lesiones a lesiones graves con resultado de muerte, es decir, admitió haber matado al que era su amigo. El informe forense, acompañado de numerosas fotos que pudo ver el jurado popular, no dejó lugar a dudas. El abogado defensor insistió a los forenses que cabía la posibilidad de que Juan Manuel E. C. se hubiese arrastrado tras recibir los golpes e hubiese ido hasta el pozo solo. «Posible en la vida es todo. Es posible que sea de noche, pero es de día. Nosotros manejamos probabilidades y con un 99% de probabilidades o incluso más este señor no tuvo capacidad de sobreponerse a los golpes, no sabia donde estaba, qué hacía ni pudo salvarse», contestó uno de los patólogos tras asegurar que la víctima quedó inconsciente.
En concreto los dos primeros golpes que recibió Juan Manuel E. C., y que le fueron dados con un palo según reconoció el acusado, le causaron graves lesiones en la cabeza. El primero le destrozó los alveolos y le saltó todos los dientes causando, a su vez, una fractura de la bóveda craneal y el segundo le hundió los huesos del cráneo en la parte posterior. Estas lesiones comprometían su vida y los forenses dejaron claro que su muerte era inevitable.
El testimonio de estos expertos también reveló que las ropas del fallecido, encontradas vueltas del revés sobre su cabeza, mostraban que había sido arrastrado. Rechazaron la hipótesis de la defensa de que quedasen colocadas así por las labores de rescate del cadáver. Ante esta situación el defensor del acusado renunció a su petición de que sea condenado solo por un delito de lesiones. Admitió que, tras discutir por dinero, los golpes causaron la muerte de Juan Manuel, pero mantuvo que fue de forma involuntaria. Esto supondría una condena de 3 a 4 años de cárcel si el jurado popular acepta su versión. El abogado defensor insistió en que Daniel no quería matar a su amigo, sino que fue un arrebato porque este insultó a su familia en medio de la discusión.
«Demostró sangre fría»
La fiscal, sin embargo, se mantuvo en su primera calificación del caso. Insiste en que se trata de un homicidio y dentro de esta categoría pide la pena máxima de 15 años de prisión para Daniel E. C. Su principal argumento fue que el acusado demostró ánimo de matar a Juan Manuel G. C.. Entre otras razones, por la gran fuerza con la que golpeó a su amigo y porque dirigió los golpes a la cabeza y el tórax, zonas vitales.
La representante pública, además, destacó la frialdad tras el crimen al tirar a Juan Manuel E. C. al pozo, llevarse el coche de este, esconderlo en otro paraje, marcharse a casa y mantener los días siguientes que su amigo estaba de fiesta en otra localidad. «Que actuase por una explosión es incompatible con la sangre fría que demostró después».
«Hagan justicia. Reparen el daño causado. Juan Manuel tenía 32 años y toda la vida por delante», finalizó la fiscal en sus conclusiones.
Por último la acusación particular, que representa a la familia del fallecido, pidió de nuevo que la condena sea por asesinato. Su justificación es que hubo alevosía por la fuerza de los golpes y por la indefensión de la víctima que, según confirmaron los forenses, no presentaba heridas defensivas. La letrada particular también insistió en que Daniel E. C. no había mostrado ningún tipo de arrepentimiento durante el juicio y que después de la pelea reconoció que su amigo se movía. «Lo tiró al pozo para acabar con su vida y deshacerse de él».
La decisión ahora está en manos del jurado, que se reunirá para deliberar el próximo martes.