Borrar
El profesor, durante su conferencia de ayer. / MAVI
JOSÉ ANTONIO ROCAMORA | INVESTIGADOR Y PROFESOR DE HISTORIA

«Una alumna portuguesa me dijo que moriría por Olivenza»

El investigador repasa en Aula HOY los intentos de unificación entre España y Portugal

A. GILGADO

Martes, 12 de mayo 2009, 11:17

España y Portugal pudieron formar matrimonio. La historia está plagada de intentos por casarlas. Pero el Iberismo, movimiento que aboga por la unión de los dos estados, nunca cristalizó. José Antonio Rocamora repasa estos episodios en Aula HOY. Hoy en Badajoz, y ayer lo hizo en Cáceres.

-¿Cómo se puede entender el nacionalismo entre dos países diferentes?

-Tenemos que entender el sentimiento de unión entre España y Portugal como una corriente nacionalista diferente al nacionalismo que vemos en la actualidad. No todos los nacionalismos hablan de la diferenciación dentro de un Estado. Como referencia histórica nos podríamos situar en los procesos que se llevaron a cabo en Alemania o Italia. Pequeños nacionalismos que aspiraron a un estado mayor.

-¿La idea de unificar España y Portugal siempre ha existido?

-Decir que el nacionalismo ha existido siempre es un error. En realidad estaríamos hablando de un fenómeno histórico reciente. Sus orígenes estarían en la Revolución Francesa. A partir de esta época ya se empieza a hablar de la creación de un estado ibérico. Otro momento fluye a partir de las pérdidas de las colonias de ambos países. Tanto el imperio español como el portugués entran en recesión y, en ambos países, surge una corriente que vuelve a retomar la necesidad de que la unión entre los dos países les haría más fuerte en el nuevo contexto internacional. Más tarde, en el siglo XIX, la creación de Alemania, Italia, pone de manifiesto que el iberismo puede ser posible.

-¿Ayudaron otros nacionalismos?

-En realidad, el verdadero impulsor del iberismo en el siglo XX es el nacionalismo catalán. Sus principios originarios configuraban la nación a partir de una lengua. Por eso dividía la Península Ibérica en tres naciones. Portugal y Galicia, una gran Castilla y Cataluña. Desde su punto de vista conceptual es coherente. Otra cosa es que sus postulados sean o no compartidos.

-¿La llegada de la democracia afectó al desarrollo del iberismo?

-Antes de eso, en la Guerra Civil, se destierra del todo el iberismo. En la transición también se retoma el tibio interés. Ambos países atraviesan por circunstancias similares: la Revolución de los Claveles en Portugal, y la pérdida del Sáhara en España. También es destacable en esta época un empuje cultural: el libro de Saramago 'La Balsa de piedra', es una novela con un contenido iberista. Pero son empujes muy tímidos.

-¿Por qué nunca llegó a cristalizarse?

-La principal causa quizá se explique por lo difícil que resulta la unión de dos estados tan distintos, tan asimétricos. Los casos de Alemania e Italia es que partían de estados muy pequeños e iguales. Otro elemento a tener en cuenta es la diferente percepción que se tenía en ambos países del iberismo. En Portugal se veía algo así como un grande que quiere acechar a un pequeño. Existían muchas reticencias a España y se creó un sentimiento antiespañolista. Es decir, si España y Portugal hubieran sido más iguales, hubiera resultado más fácil. Y, por supuesto, hizo falta políticos dispuestos a asumir riesgos. Por ejemplo, el Rey de Saboya, cuando quiso unir Alemania, podía haberse quedado sin trono y aún así lo intentó.

-¿Ese sentimiento se da todavía?

-Tengo una alumna en Alicante que dice que estaría dispuesta a morir por Olivenza. Esto explica que la escuela ha servido para fomentar este sentimiento nacionalista contra los españoles. Pero el iberismo es otra cosa. Se trata de un sentimiento de unión, de cooperación y de proyectos en común entre ambos países.

-El tema parece olvidado.

-A día de hoy no hay ninguna fuerza política ni ningún partido que abogue por esta creación de estado entre España Portugal. Se trata ya de una idea desterrada. A pesar de la tradición cultural que tiene. Figuras tan destacadas como Saramago, Pessoa o Camoes guardan un sentimiento iberista. De hecho, cuesta difícil entender a Saramago como un autor extranjero.

-La Unión Europea no puede ser un impulso a este viejo proyecto de unir España y Portugal?

-La Unión Europea ya aboga por esta cooperación ibérica entre ambos países. Pero es cierto que en Portugal también existe la idea de que la cooperación con España acabe desvaneciendo la personalidad de Portugal en la Unión Europea. Pero también es cierto que el intercambio comercial, económico (que se nota mucho en Extremadura) entre ambos países contribuye a ahuyentar esos miedos. De cualquier modo, sólo el 30 por ciento de los portugueses manifiesta su interés por una creación de un estado ibérico. Es decir, hay un 70 por ciento que no lo apoya.

-Pero los lazos dentro de la Unión Europea se estrechan. Quizá esto beneficie en un futuro.

-No se puede hablar de lo que pasará en el futuro. Podemos entender que esta unión política y económica en el marco de la Unión Europea vaya a más y nos topemos de bruces con un estado ibérico en la práctica. También puede pasar todo lo contrario. A lo mejor, en un futuro, los portugueses temen que se diluya su personalidad dentro de la Unión Europea y se alejan de España. El sentimiento nacionalista por tanto se queda caduco.Y por último, también puede ocurrir que el sentimiento europeo se convierta en un nacionalismo propio. Enterrando así el iberismo como movimiendo nacionalista.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

hoy «Una alumna portuguesa me dijo que moriría por Olivenza»

«Una alumna portuguesa me dijo que moriría por Olivenza»