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Un agente forestal sigue los trabajos de extinción de un incendio -que no tuvo mayores consecuencias-, en septiembre de 2005 en Cáceres capital. / HOY
Cáceres es la tercera provincia más castigada por el fuego
CÁCERES

Cáceres es la tercera provincia más castigada por el fuego

Los incendios han quemado en la última década más de 94.000 hectáreas forestales, sólo menos que en Orense y León

ANTONIO J. ARMERO

Lunes, 11 de mayo 2009, 11:02

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Tanto bosque, tanto paisaje, tanto monte, tanto árbol, tanto 'verde' en definitiva, tiene su precio. La provincia presenta un amplio catálogo de lugares tranquilos, alejados del ruido, en los que perderse, pero esa riqueza natural que seduce a tantos tiene su contraprestación. Y una de ellas responde a una regla casi matemática: a más superficie forestal, mayor amenaza supone el fuego.

Lo refrendan las cifras. Y hay un dato que sobresale por encima de los demás, que resume bien la realidad: Cáceres es la tercera provincia más castigada por los incendios forestales en la última década. Entre los años 1999 y 2008, ambos inclusive, ardieron más de 94.000 hectáreas forestales, una cifra que sólo superan Orense y León.

Los números tienen el aval de la fuente oficial, ya que proceden de la estadística que elabora el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, a partir de los estadillos que le envían de forma periódica -cada semana de junio a septiembre y mensualmente durante el resto del año- todas las comunidades autónomas. Y el resumen de diez años tomando datos sobre este tipo de siniestros permite establecer una clasificación de las distintas provincias en función de cómo las ha castigado el fuego en este tiempo.

Ese ránking lo lidera Orense, que en el periodo analizado ha visto cambiar de color más de 133.000 hectáreas. Le sigue León, con casi 104.000, y en el tercer lugar ya aparece Cáceres, que ha perdido 94.158 hectáreas de superficie forestal, cuatro mil más que Asturias, la cuarta en esta lista del infortunio.

Veranos muy distintos

En todos los casos, la cifra global es el resultado de sumar una a una cada campaña de incendios forestales entre los años 1999 y 2008. Si la evolución a lo largo de esta década se representara en un gráfico de barras, no veríamos una evolución lineal, sino varias subidas y bajadas.

Y entre ellas, una que destaca sobremanera por encima del resto. Es el año 2003, marcado por un verano funesto desde el punto de vista medioambiental, que reportó a Cáceres una cifra de hectáreas forestales quemadas sin parangón hasta entonces. Ardieron más de 35.000 hectáreas, en gran parte por culpa de lo que la estadística en la materia denomina 'grandes incendios', que son aquellos que una vez extinguidos han dejado tras de sí un rastro negro que supera las quinientas hectáreas. Extremadura padeció varios de ellos en los dos meses de más calor, aunque hubo uno que se llevó la palma. Fue el de Valencia de Alcántara, que arrancó el 2 de agosto y no cesó de dar trabajo al operativo contra incendios forestales en la región hasta diez días después. Se llevó por delante 9.750 hectáreas.

Ese mismo año se registró otro de enormes proporciones, que afectó a la comarca de Las Hurdes, en concreto al municipio de Pinofranqueado entre los días 13 y 23 de agosto. Su balance final fue de 6.300 hectáreas quemadas. Por si fuera poco, también a principios de agosto se declaró otro más en Grimaldo, que antes de ser sofocado tuvo tiempo de llevarse por dealnte 3.700 hectáreas.

Fue una quincena nefasta. La proporción de desastre de esos tres sucesos queda clara al echar un vistazo a la lista negra de los incendios forestales en España desde 1996. De esos tres grandes incendios del verano de 2003, dos ocupan lugares de privilegio en esa clasificación del desastre. En concreto, el que asoló Valencia de Alcántara y sus alrededores tras entrar en la zona procedente de Portugal está en el puesto número cinco, mientras que el de Pinofranqueado es el séptimo más importante que ha sufrido el país en ese periodo.

Queda claro, pues, que el peso del año 2003 en la estadística general de la última década es primordial. Entre 1999 y 2008, ardieron en Cáceres más de 94.000 hectáreas, y 35.000 de ellas -o sea, más de una cuarta parte- lo hicieron en un único verano, el de 2003.

Nada que ver con la última campaña, la del año pasado, la mejor de la década con una diferencia enorme. Entre los motivos que ayudaron a cerrar el año con un balance tan positivo está, como es lógico, la climatología, que ayudó a que España cerrara su mejor año en muchas décadas, según resalta el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino en su estadística sobre la materia. Cualquiera firmaría que la historia se repitiera en 2009.

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