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abusos a menores

Sin recuerdos de infancia

Se extiende el movimiento asociativo para «romper el silencio» sobre los abusos sexuales a menores

MANU MEDIAVILLA

Lunes, 30 de junio 2008, 10:47

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Aisladas por un cerco de silencio y sin apenas recursos comunitarios de ayuda, las víctimas de abusos sexuales en la infancia (ASI) han tenido que hacer de tripas corazón para desenmascarar ellas mismas ese drama oculto y «recomponer poco a poco el puzzle» de su vida quebrada. Como dice la psicóloga Laura P. Obispo, que intenta extender a Málaga el todavía reducido movimiento asociativo de apoyo y sensibilización, «es como si no supieras explicar quién eres. No tienes recuerdos de infancia; la propia situación traumática te hace disociarte y es difícil sacarlos a la luz. Establecer una línea conductora de tu vida es bastante complicado».

Por eso el empeño en «romper el silencio» de esa lacra, que alcanza al 23% de niñas y 15% de niños, tiene un doble propósito personal y social. El primero, apunta Obispo, como auténtica terapia para «expresarte y desenmarañar la madeja de tu vida». Y el segundo, en palabras de Joan Montané, autor del libro testimonial 'Cuando estuvimos muertos', como medio de que «desaparezca el secretismo, que es lo que más daño hace a la sociedad y a las víctimas».

Montané sufrió en primera persona el desgarro vital de aparentar una existencia más o menos feliz a la vez que sentía un enorme vacío interior y una aterradora soledad. Hasta que, «hace ocho años, cuando tenía 38, hablé por primera vez de los abusos sexuales de los que fui objeto en mi infancia» y empezó a espantar sus miedos y fantasmas. Tuvo «la gran suerte» de que la entonces única asociación de ayuda en España, la barcelonesa FADA, estuviera en su ciudad. Y allí, al compartir su traumática experiencia con otras personas que habían pasado por lo mismo, descubrió que no era un bicho raro y que sus sentimientos y comportamientos negativos -culpa, vergüenza, miedo, baja autoestima, ludopatía¯ eran secuelas de aquella herida emocional oculta.

Las múltiples peticiones de apoyo recibidas tras aparecer en un reportaje periodístico le llevaron a crear ForoGAM (http://loeda.net/forogam), un foro con grupos de ayuda mutua donde las víctimas de ASI pueden sentirse arropadas y comprendidas. Montané lo considera un «campamento base a partir del cual se organice cada asociación con su vida propia». La plataforma en Internet, que supera las 1.600 personas registradas, ha servido para extender el movimiento asociativo desde Barcelona a Madrid, Valencia, San Sebastián y Bilbao.

Faltan recursos

Ahora le toca el turno a Málaga, donde Laura P. Obispo, en su doble condición de víctima y de psicóloga, ha empezado a agitar conciencias desde la 'web' http://www.psicologiasur.es.tl/. «Hay muchísimos problemas para abordar el tema», reconoce, porque «faltan profesionales formados y recursos para buscar ayuda, y se necesita una intervención a todos los niveles, incluida la prevención en escuelas e institutos». Montané echa en falta que «las instituciones apoyen mucho más, y no sólo de palabra», y anima a asociarse (también hay intentos de extender el movimiento a Sevilla y Álava) para «tener fuerza para presionar y llamar la atención» de las Administraciones. Mientras, ForoGAM y las asociaciones seguirán cubriendo el hueco y divulgando los recursos disponibles para combatir los abusos sexuales en la infancia.

«El objetivo es romper el silencio, y empieza por uno mismo», insiste el autor de 'Cuando estuvimos muertos'. El foro ha servido, desde su inicial anonimato, para dar «el primer paso» y sacudirse el complejo de «pensar que eso no le sucede a nadie». Y también, añade Obispo, para tener «la oportunidad de ser tú mismo, de conocerte y saber que lo que te pasa no es por ser muy raro, distinto ni culpable. No somos culpables de nada». En ese sentido, el foro, y más aún las reuniones de ayuda mutua, «te abren las puertas hacia la vida» y, cuando «estás como detrás de un cristal y ves todo pasar de lejos», te descubren la terapéutica «libertad de compartir sentimientos bloqueados».

«La mayor mutilación»

Es el paso decisivo para acabar con «la mayor mutilación que sufrimos, la de ser una persona distinta a la que eres», remarca la psicóloga malagueña, que coincide con Montané en que cuesta mucho tiempo tomar conciencia y asumir la condición de víctima de ASI. Máxime cuando su escenario más habitual es la familia, que, por miedo a romper su «imagen feliz», se refugia muchas veces en la negación e impone una auténtica ley del silencio que acentúa el «secuestro emocional» de la niña o el niño.

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