Maryan abraza a su familia, primeros refugiados en Plasencia

«Estoy muy cansado, pero también muy contento», asegura Maryan. «Ya están aquí conmigo y, aunque ellos están agotados porque el viaje ha sido largo desde que salieron de Ucrania, están un poco más tranquilos; estamos juntos».

Sus hermanos Dmytro y Oksana, y los dos hijos de ésta, de 9 y 10 años, decidieron salir de Ucrania a primera hora de la mañana del miércoles dado el recrudecimiento de los ataques rusos. Un autobús les trasladó hasta la frontera con Polonia, apenas a 30 kilómetros de su residencia, y desde allí la solidaridad de los polacos hizo que pudieran llegar pronto hasta la capital Varsovia.

Antonio Merino y Margarita Pardo ya les habían comprado cuatro billetes de avión para que pudieran volar con destino a Madrid. «El avión salió a las 6.30 horas de esta mañana, pero hacía escala en París; allí tenían que coger otro a las 13.30 horas», explica Margarita. Y ha sido en la capital francesa donde los familiares de Maryan han encontrado problemas.

La ayuda del cónsul

«No les dejaban salir porque solo ella tiene pasaporte y la documentación que llevaban no era suficiente para las autoridades francesas». De hecho, añade Margarita, «solo contaban con un papel escrito en inglés que les había proporcionado el señor polaco que les ayudó a llegar al aeropuerto de Varsovia en el que decía que eran refugiados ucranianos que volaban a España porque aquí tienen familia».

Ante la dificultad para salir de París, Antonio y Margarita han solicitado ayuda al Consulado español en la capital francesa, «y ha sido el cónsul Javier Herrera el que nos la ha proporcionado, el que ha gestionado con eficacia y tacto la situación y ha logrado que los familiares de Maryan pudieran coger el vuelo a las 13.30 horas como estaba previsto; nunca se lo podremos agradecer bastante».

Dos horas después estaban en Madrid y apenas media hora más tarde el reencuentro se ha producido. «Agotados, tristes primero, más tranquilos después, se han ido haciendo a la idea de que ya están aquí». De momento en Madrid, pero esta noche dormirán en Plasencia, en el domicilio de Antonio y Margarita, donde estarán a salvo de una guerra que asola su país y que les mantendrá hasta que acabe el corazón encogido, porque allí se han quedado su marido y sus padres y otros hermanos.