¿Qué ha pasado este sábado, 6 de diciembre, en Extremadura?

Soñar de nuevo

CAMINO A ÍTACA ·

TROY NAHUMKO

Sábado, 31 de julio 2021, 09:53

Si no recuerdo mal, era un librito amarillo. De tamaño similar a los que los bancos solían dar cuando abrías una cuenta con ellos. Solía ... llevarlo con mi pasaporte en el mismo lugar 'secreto' cuando viajaba, que ahora que lo pienso realmente no era tan secreto en absoluto. La primera vez que conseguí uno, estaba muy emocionado. Cada pequeño sello que obtenía significaba que estaba un paso más cerca de experimentar lugares con los que entonces solo había soñado. Cada pinchazo que tuve que soportar significaba que estaba a punto de subirme a un avión a un destino realmente 'exótico' en África, Sudamérica o Asia.

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Creo que el primero que obtuve fue por la fiebre amarilla. Luego recuerdo que me dieron uno para la hepatitis A y otro para la hepatitis B, pero también se habló de uno que se iba a sacar que los combinaba a ambos y tal vez incluso agregaba hepatitis C. Creo que me pusieron una para la fiebre tifoidea y es posible que incluso consiguiera ponerme una para la encefalitis japonesa. A mí me importaba un bledo. Quería viajar. Iba al especialista en enfermedades infecciosas, veíamos un maravilloso mapa del mundo y le decía a dónde iba. Luego me decía lo que necesitaba y si existía la posibilidad de contraer malaria, dengue o enfermedades como estas que no estaban cubiertas aun por las vacunas. Eso fue todo, fin de la historia.

Creo que la única vez que un profesional de la salud me dijo que me correspondía decidir sobre una medicina era cuando había salido unas pastillas experimentales contra cólera, pero como no pensaba visitar un área que tuviera un brote reciente, no era completamente necesario y ella dijo que dependía de mí si quería gastar el dinero o no. Nunca se me habría ocurrido preguntar qué compañía farmacéutica produjo la vacuna. Simplemente sabía que estaba acostumbrado al color rojo por el sol que siempre me pongo en los países tropicales y que no estaba particularmente ansioso por ponerme amarillo con una fiebre terrible y me ponía la vacuna, ya está.

Esto fue mucho antes de la llegada de Facebook y los millones de 'especialistas' que ahora difunden su idiotez por todo el mundo con solo hacer un clic. Iluminados que han salido de sus habitaciones en los sótanos de las casas de sus padres donde malviven, convencidos de que Bill Gates y sus amiguitos les van a implantar un dispositivo de rastreo más poderoso que el que usan al diario para enviar wasaps y que llevan en sus bolsillos dondequiera que vayan.

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Por supuesto, las personas que están vacunadas contraerán el virus, algunas incluso pueden enfermar y algunas incluso, desafortunamente, pueden morir. Esto es lo que ocurre estadísticamente cuando se habla de vacunar a todo un planeta. Esto no son estadísticas y números que tu primo en Getafe encontró en un blog e insiste en que son ciertos, son hechos empíricos. Las personas vacunadas sufren mucho menos la enfermedad, punto.

Estoy desesperado por subirme a un avión nuevamente, por sentir esa sensación y emoción que siempre he sentido cuando viajo a un lugar nuevo. Si significa uno, dos o incluso tres pinchazos, adelante.

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