Sembrar confianza
La confianza es la base de la convivencia pública y uno de los valores distintivos de la función notarial, porque la firma de un notario es garantía de se puede confiar en la legalidad de lo firmado y de que las cosas se han hecho como deben ser
Detrás de un gran poder, hay una gran responsabilidad. Este adagio, que se popularizó en los cómics de Marvel sobre Spiderman, tiene al menos veintidós ... siglos, y algunos sitúan su origen en el mito de la espada de Damocles, en el que fue usado como moraleja para indicar que cualquier gran función pública relacionada con la aplicación de la ley, la justicia y la seguridad tiene como reverso un gran deber y una gran exigencia. No seré yo quien compare a los notarios con Spiderman, ya quisiéramos algunos trepar por los edificios con esa agilidad, pero lo que sí es cierto es que nosotros también cumplimos una gran función social, imprescindible en nuestro caso para preservar la legalidad y el Estado de Derecho, nosotros también velamos por las personas más vulnerables, a las que ayudamos preocupándonos de su protección jurídica con un celo especial, y en nosotros también esa gran función social que desempañamos va sin duda asociada a una gran responsabilidad. Por eso, me parecieron muy acertadas las palabras que la directora general de Seguridad Jurídica y Fe Pública del Ministerio de Justicia, Sofía Puente, dirigió hace unos días a los 46 notarias y 44 notarios tomarán en breve posesión de sus destinos en diferentes pueblos y ciudades de España. Invitó Sofía Puente a los nuevos notarios a no olvidarse nunca de su condición de servidores públicos, siendo siempre rigurosos y honestos «para no emborronar la imagen del colectivo», generosos «para dedicar su talento al servicio de la sociedad», humilde y cercanos, ya que ellos serán, en la mayoría de los casos, «los únicos funcionarios de la Administración de Justicia con los que tendrán contacto los ciudadanos», amables con todas las personas y especialmente con aquellas con menos formación y más desprotegidas jurídicamente, y exigentes consigo mismos en su formación continua.
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Escribió Kant que el deber siempre debe preceder a la felicidad y que, además, es el camino más seguro para encontrarla, si no el único. Dicho de otra forma, que pensando en la felicidad no alcanzaremos necesariamente el deber, pero que, obrando de acuerdo al deber, es como realmente recibiremos el premio de la felicidad. Y me acordé de este célebre rigorismo kantiano cuando leí las palabras que, también con acertado criterio y hermosa elocuencia, pronunció el presidente del Consejo General del Notariado, José Ángel Martínez Sanchiz, en el mismo acto de entrega de títulos a los nuevos notarios, cuando les deseó «una vida feliz gracias a la recompensa moral de servir a los demás que conlleva esta profesión».
En Extremadura tendremos la suerte de recibir a tres nuevas compañeras y un nuevo compañero que muy pronto se incorporarán a sus respectivos destinos en Torrejoncillo, Hornachos, Garrovillas de Alconétar y Berlanga. Y a todos ellos, y a todos los extremeños que pasan, han pasado o pasarán por nuestras notarías, que son la mayoría de la población, desde estas líneas solo quiero agregar a las palabras ya dichas que si ejercer la función notarial es siempre una gran función, responsabilidad y felicidad, se ejerza donde se ejerza, hacerlo en Extremadura lo es especialmente, por lo mucho que podemos y debemos hacer por esta tierra, vertebrando el territorio a través de todas nuestras notarías, creando la certidumbre jurídica imprescindible para garantizar las inversiones empresariales y favorecer el desarrollo económico, estimulando el emprendimiento a través de nuestro asesoramiento jurídico, favoreciendo la justicia social al brindar una protección especial a los más desfavorecidos, y promoviendo la digitalización a través de nuestra contribución al impulso de la administración electrónica.
Confianza. Con esta palabra me quedo y quiero acabar. La confianza es la base de la convivencia pública (sin confianza la vida sería un litigio permanente) y es uno de los grandes valores distintivos de la función notarial, porque la firma de un notario es garantía de se puede confiar absolutamente en la legalidad de lo firmado y de que las cosas se han hecho como deben ser. Pero más allá de ese documento notarial, que tiene la característica de ser definitivo e inamovible, la formación, intervención y asesoramiento imparcial del notario es el que, en muchos casos, brinda también la necesaria confianza previa a las partes, eliminado dificultades, corrigiendo errores y haciendo posible que las intenciones o los propósitos alcancen una realización jurídica y por tanto efectiva.
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Y es por eso no hay una palabra como la confianza para definir la esencia de la responsabilidad y satisfacción que sentimos los notarios en el ejercicio de nuestra función. A esa confianza que sembramos, y a la que recibimos por ello de los ciudadanos, es a la que tenemos que hacer honor cada uno de los días que actuamos como notarios.
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