¡Aló, presidenta!
Verdades y mentiras ·
Julián Rodríguez Pardo
Martes, 18 de julio 2023, 07:43
Cuando Hugo Chávez dejó de emitir su 'Aló presidente' –allá por 2012–, mis domingos electorales se convirtieron en un infierno. El programa había comenzado sus ... emisiones en mayo de 1999, pocos meses después de que Chávez hubiera sido investido –por primera vez– presidente de Venezuela. Y se transmitía para todo el país a través del Sistema Nacional de Medios Públicos que –para que se hagan una idea– es el equivalente a la megafonía del Carrefour, pero a mayor escala… Y con otra temática, claro.
El 'Aló' de Chávez me solucionaba la difícil decisión de a quién votar. A las once de la mañana –hora bolivariana–, me plantaba delante del ordenador y me pasaba las seis horas siguientes escuchando la playlist de sus grandes éxitos, a la espera de que su espíritu me iluminara. Como, previamente, ya había sacado de la caja fuerte las papeletas que los distintos partidos me habían enviado, en cuanto escuchaba la sintonía del programa, comenzaba a revisarlas. Una por una. Por delante y por detrás. ¡Hasta con las gafas de presbicia puestas! Porque siempre hay que leer la letra pequeña. O por si, mirándolas al trasluz, descubría el mensaje oculto que algún candidato había querido enviarme. Así que, entre la ranchera de Rocío Dúrcal que el presidente se marcaba en directo y el millón de bolívares que le daba a la señora Soraya para que pudiera operar su hijo enfermo, mi cerebro se adormilaba. Entonces…, ¡zas!, elegía la papeleta y ¡al sobre con ella!
Cuando el programa finalizó en 2012, pensé que –tal vez– Hugo estaría negociando con alguna televisión estadounidense un contrato más sustancioso para una nueva tanda de episodios. Pero, cuando falleció en 2013, me di cuenta de que mi auxilio espiritual había llegado a su fin. Así que llamé urgentemente a Iker Jiménez a ver si los de 'Cuarto milenio' podían darme alguna solución, porque ellos tienen muchos contactos en la otra dimensión. Pero no hubo respuesta. De lo que deduje que Iker no estaba demasiado interesado en el más allá venezolano…, quizá porque con el español ya tenía cubierta la lista de invitados. O porque, seamos sinceros, si el espíritu de Chávez se le presenta en chándal y cantando por la Dúrcal, la mitad de los espectadores pensarían que estaban viendo 'La Voz' y sería el caos del sistema nacional de medición de audiencias.
Menos mal que las madres siempre tienen solución para los SOS de sus hijos y la mía no me falló: «Apúntate al Facebook de Señoras que votan a los políticos por guapos» –me espetó–. «¡Verás cómo te ayuda!». Y tal cual. No les diré que el sistema sea perfecto porque aún estamos en la etapa de Aznar nos gusta más con bigote. Pero, como escribió el profesor Diego Redolar, el cerebro encuentra sus atajos para aligerar la difícil decisión de en quién depositar su confianza. Algo que –a veces– la razón no es capaz decidir por sí sola.
Por cierto, como alguno de ustedes intentará localizarme en la dichosa página, se lo pondré fácil: tuve que mentir sobre mi sexo para que me admitieran, así que búsquenme por Juliana. Y, ya de paso, si pudieran darme unos cuantos «likes» –me gusta–, creo que al fin mis compañeras me dejarían presentar el 'Aló presidenta'.
Feliz día de las elecciones.
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