¿Qué ha pasado este sábado, 6 de diciembre, en Extremadura?

Primero educación

Los padres y los enseñantes cada vez tenemos menos influencia sobre la conducta de los adolescentes, regida por la dictadura de los que manejan el algoritmo, manipulando a la gente joven a su antojo y conveniencia

José Jerónimo Rodríguez Carrasco

Profesor de Historia en el IES Zurbarán de Badajoz

Lunes, 2 de junio 2025, 07:33

PRIMERO EDUCACIÓN…SEGUNDO HISTORIA». Así, en mayúsculas y con letras que ocupan toda la pizarra. Es lo primero que me encuentro al entrar en una ... clase. Lo ha escrito Antonio (nombre figurado). Desde hace un tiempo lo pone él. Antes lo hacía yo. Por su propia iniciativa me ha tomado el relevo y se lo agradezco.

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Decía Antoine de Saint-Exupéry en sus crónicas de la Guerra Civil española que, en situaciones de extremismos, como la que ahora vivimos, aparece el «hombre masa», que se deja arrastrar sin conciencia ni responsabilidad hacia la ceguera de la sinrazón.

En muchas ocasiones echo la vista atrás para tener una perspectiva de un cambio producido en tan solo un par de generaciones. Recuerdo, cuando era niño y vivía en mi pueblo, Malpartida de la Serena, veía como mi padre, «don Enrique», y todos los maestros eran personas respetadas, queridas y socialmente apreciadas. Ahora profesores y maestros tenemos que ganarnos a pulso, día a día el respeto y la autoridad de los alumnos en el aula en una agotadora «guerra de desgaste» que, muchos días, deja un poso amargo.

De puertas a dentro de un instituto ocurren muchas cosas que son, cuando menos, sorprendentes. Parecen más bien sacadas de las asnerías de Goya, ese mundo al revés que tan bien supo retratar ese genio de la pintura: un grupo de alumnos que viene a «comunicar» al profesor que han decidido cambiar la fecha de un examen, otros que, sin rubor, y bajo la ley del mínimo esfuerzo quieren transformar los duros en cuatro pesetas… y qué decir de las tensas situaciones con los móviles, «prohibidos» en los centros, que crecen como hongos entre las piernas de los alumnos durante los exámenes… y otro más, el comentario de un chico sobre un fragmento de 'Sin novedad en el frente', la novela de Erich Maria Remarque. Se trataba de un texto en el que un soldado que estaba en un hospital expresaba su desesperación al ver morir a muchos compañeros malheridos. «Y a mí que me importa que mueran». «Me da igual».

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Suma y sigue. El curso pasado, en otro centro, quise hacer un pequeño experimento sociológico aprovechando que eran las elecciones al Parlamento Europeo, realicé un remedo de votaciones en dos grupos de tercero de ESO. ¿A que no imaginan quien obtuvo más votos? En una clase dos terceras partes de los votos fueron para un tal Alvise Pérez.

Los padres y los enseñantes cada vez tenemos menos influencia sobre la conducta de los adolescentes, regida por la dictadura de los que manejan el algoritmo, manipulando a la gente joven a su antojo y conveniencia.

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«¿Qué estamos haciendo mal?». Fue la pregunta que me asaltó el curso pasado al conocer, con profunda tristeza e impotencia, que un alumno había matado a su madre en Badajoz y ese mismo sentimiento me embargó este curso con la agresión recibida por una compañera profesora.

De qué sirve enseñar la Revolución Francesa, las revoluciones liberales, los movimientos totalitarios, las guerras mundiales…, si ningún valor humano penetra las conciencias de muchos alumnos que contemplan a los profesores solo como una especie de máquina expendedora de notas.

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En estos momentos, al final del camino profesional, con la jubilación a la vuelta de la esquina, me embarga una sensación de frustración y derrota al comprobar que la educación ya no es, como defendía Giner de los Ríos, ese instrumento de virtud personal y palanca de mejora social… Sin embargo, cuando todos los días cruzo la puerta de entrada al instituto, trato de dejar fuera toda esa negrura y guardar en el cofre de lo valioso la simpatía sincera y las ganas de aprender de muchos alumnos, como Sara y Diana, que todas las mañanas me regalan un «¡hola Jose!» y una sonrisa. Asimismo, en la mochila siempre dejo un hueco para los grandes sabios humanistas, como mi admirado Pepe Mujica, expresidente de Uruguay, con su clarividente análisis del momento actual: «Cuando se es joven se necesita un poco de utopía, creer en algo. El mundo de hoy no motiva a los jóvenes. Se pierden en el consumismo atroz o (…) en la soledad». Con él comencé este curso escolar y con él pretendo cerrarlo.

Nota: este escrito no está realizado por la Inteligencia Artificial.

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