Inteligencia artificial
TRIBUNA ·
Le pido a ChatGPT que me tranquilice con un mensaje sobre las bondades de la IA. Me responde que no tenga miedo, que la IA no es intrínsecamente ni buena ni malaIrene Sánchez Carrón
Domingo, 16 de abril 2023, 08:34
Las máquinas nos asustan. No podemos evitarlo. Ha sido así desde el principio y seguirá siendo así hasta el final. Cuando llegue ese final que ... desconocemos pero intuimos, algo nos dice que las máquinas nos sobrevivirán y funcionarán más allá de nosotros, no sabemos por cuánto tiempo ni con qué propósito, pero su corazón de acero seguirá latiendo imperturbablemente y sus neuronas de cobre seguirán transmitiendo millones de datos en medio de un silencio eterno.
«Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros / cantando; / y se quedará mi huerto con su verde árbol / y con su pozo blanco». Hace un siglo el poeta Juan Ramón Jiménez se preguntó cómo se quedaría el mundo después de su muerte e imaginó que todo permanecería igual: los pájaros cantarían su melodía sin inmutarse, el árbol conservaría su verdor y el cielo seguiría siendo azul. Para nosotros resulta más sencillo imaginar que tras nuestra muerte los correos automáticos de publicidad seguirán inundando nuestras cuentas de Gmail, nuestros móviles seguirán recibiendo mensajes de los muchos grupos a los que pertenecemos y las plataformas de ocio que frecuentamos no pararán de recomendarnos series y películas. Nosotros nos iremos y las máquinas que nos han acompañado se quedarán funcionando porque, aunque hayamos abandonado nuestra vida real, seguramente no habremos tenido la oportunidad de despedirnos de esa otra existencia virtual en la que cada vez pasamos más tiempo.
Últimamente nuestros temores tecnológicos van en aumento, conforme nos rodeamos de artefactos que nos suplantan en multitud de tareas, pero cuyo funcionamiento apenas alcanzamos a comprender. Los aparatos que otros han construido conviven con nosotros en nuestros hogares, con la promesa de hacernos la vida más fácil. Sin embargo, no podemos evitar que su sonido mecánico se acabe colando en nuestras pesadillas. El aspirador que recorre la casa resulta que nos espía y manda las imágenes de nuestra intimidad a bancos de datos en los que algunas grandes empresas 'pescan' con facilidad información puntual sobre nuestros gustos y necesidades. El pequeño asistente virtual que responde a preguntas sencillas y busca música y cadenas de radio resulta que se dedica, a la vez, a escuchar nuestras conversaciones, las graba y las envía a otro caladero donde volvemos a ser presas fáciles.
La última herramienta que está revolucionando nuestra vida diaria es ChatGPT, desarrollada por la empresa OpenAI. Para los aficionados al cine de ciencia ficción, esta herramienta es muy parecida a la voz inteligente que protagoniza la extraordinaria película 'Her' (Spike Jonze, 2013), con la diferencia de que ChatGPT funciona por escrito. Puedes charlar con ella de asuntos humanos y divinos, plantearle desde tus dudas académicas a tus cuitas personales. Una de las razones de su popularidad es el partido que millones de estudiantes están sacando a su enorme capacidad para redactar cualquier tipo de texto sobre cualquier tema, desde trabajos de miles de palabras hasta resúmenes de libros y de artículos. En fin, la panacea para escolares y universitarios alérgicos a la comprensión y a la elaboración de textos. Con esta inteligencia artificial también puedes conversar sobre tus gustos, pedirle recomendaciones de todo tipo o demandarle consejos para cualquier actividad. Si tienes pensado viajar, te sugerirá qué ver, dónde parar para hacer un descanso o en qué hoteles pernoctar. En el caso de que te interese la filosofía, si le preguntas cuáles son las ideas principales de Kant, en unos segundos obtendrás un resumen de las teorías más importantes del célebre autor, bien redactado y listo para copiar y pegar en cualquier trabajo de corte académico, incluso con el soporte de las fuentes bibliográficas oportunas.
Es normal que a los profesores se nos haya erizado el vello al ver funcionar este artefacto con el que, sin duda, nuestros alumnos confeccionarán a partir de ahora sus trabajos y compondrán cualquier redacción que les pidamos en cualquier idioma, al menos hasta que se perfeccionen y generalicen las herramientas que detectan su uso.
Me he registrado hace unos días. Hoy, mientras escribo este artículo, le pregunto a ChatGPT cuántos usuarios tiene en el mundo. Me responde que, como modelo de lenguaje, no dispone de esa información. Le pregunto a Google y la respuesta arroja cifras astronómicas. Lanzado a finales de 2022, en enero de 2023 ya contaba con 100 millones de usuarios, duplicando los registros de diciembre y convirtiéndose en la aplicación con el mayor crecimiento de la historia. Y es que la capacidad de esta herramienta para responder preguntas y redactar textos parece no tener límite. El usuario de turno no tiene más que exponer el tema y solicitar el número de palabras. Incluso puede afinar la demanda introduciendo el número de párrafos. En pocos segundos la inteligencia artificial habrá generado un texto correcto cuya redacción supondría varias horas de trabajo a cualquier humano. La tentación de usarlo resulta prácticamente invencible.
Le pido a ChatGPT que me tranquilice con un mensaje de cien palabras sobre las bondades de la inteligencia artificial. Me responde que no tenga miedo, que al igual que cualquier otra tecnología, la IA no es intrínsecamente ni buena ni mala y que los desarrolladores están trabajando sin descanso para que se utilice de forma ética y responsable. Le doy las gracias y cierro, por hoy, la conversación. Quizá otro día le pida que escriba un artículo de 900 palabras sobre un tema que le parezca interesante.
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