Cáceres no tiene suelo industrial desarrollado que permita la instalación de empresas de un cierto tamaño. Es una letanía tan repetida como cierta que se ... puede aplicar también a otras poblaciones importantes como Plasencia, y que supone una gran debilidad a la hora de lograr atraer proyectos relevante. El alcalde, Luis Salaya, ha anunciado esta semana el inicio de los trámites para llevar a cabo una ambiciosa revisión del plan municipal de urbanismo que permita, entre otras cosas, ampliar la superficie tanto industrial como comercial en la ciudad, una vez que el suelo ya calificado para esos usos que queda disponible en bruto (sin urbanizar) junto a Las Capellanías se ha reservado para el ecopolígono CC Green.
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La intuición nos dice que como Cáceres tiene el término municipal más grande de España (1.750 kilómetros cuadrados, o 175.000 hectáreas) no debería ser un problema ampliar el suelo industrial, pero en la práctica sí lo es principalmente por la protección ambiental de la que disfrutan la mayor parte de los terrenos que rodean al casco urbano. Es uno de los muchos escollos que deberá sortear el cambio urbanístico propuesto por Salaya. El anuncio realizado el viernes por el alcalde es un primer paso y ahora queda un largo recorrido hasta conseguir dar el último, con todo un proceso de participación de por medio en el que intervendrán infinidad de instituciones, colectivos y particulares, con intereses enfrentados en muchos casos.
Hay quien se pregunta si la gigafactoría anunciada por Envision podría haber recalado en Cáceres si la ciudad hubiera contado con una superficie industrial urbanizada como ExpacioNavalmoral o la Plataforma Logística de Badajoz. Es difícil responder a eso, aunque lo que está claro es que si no hay suelo no vienen ni esa industria ni ninguna otra. Además, la ciudad corre un serio riesgo de llegar tarde en comparación. Una revisión urbanística del calado de la que propone el Ayuntamiento tarda años, cuando no décadas, en salir adelante, y después hay que desarrollar los terrenos, es decir, distribuirlos en parcelas, asfaltarlos e iluminarlos, no sin antes crear en el subsuelo las redes de abastecimiento y saneamiento con una inversión multimillonaria que tienen que salir de los presupuestos públicos. ExpacioNavalmoral, donde finalmente va la megaplanta de baterías, empezó a proyectarse en los tiempos de Rodríguez Ibarra y aún no se ha desarrollado ni la mitad de todo el suelo industrial previsto allí, en el que se han invertido ya 60 millones de euros.
Incluso la propia empresa de la mina de Valdeflores, que asegura estar negociando con una multinacional un proyecto industrial asociado (una fábrica de cátodos probablemente) que allane su camino hacia la aceptación social del proyecto reconoce que sería complicado ubicarla en la capital, que es donde más impacto tendría para sus intereses, precisamente por la falta de suelo.
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Está bien al menos que el problema se identifique y se le empiece a poner un remedio, aunque sea a largo plazo.
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