¿Qué ha pasado este viernes, 5 de diciembre, en Extremadura?
Asistentes al novenario de la Virgen de la Montaña toman fotos esta semana en la concatedral. Jorge Rey

La religión del pueblo

Análisis ·

Poca gente va a misa y cada vez se bautizan menos niños, pero la Semana Santa y la Virgen de la Montaña siguen arrasando en Cáceres

Claudio Mateos

Cáceres

Sábado, 3 de mayo 2025, 23:31

Las iglesias prácticamente solo se llenan en los entierros, el Seminario Diocesano tiene apenas un puñado de aspirantes a sacerdote, cada vez se bautizan menos ... niños y las bodas por lo civil hace ya tiempo que son mayoría. Cualquiera diría que en una sociedad donde el laicismo avanza desde hace décadas las manifestaciones religiosas están condenadas a languidecer sin remedio, pero no: la Semana Santa y la Virgen de la Montaña siguen arrasando en Cáceres. El novenario de la patrona termina hoy en la concatedral y solo la lluvia sido capaz de restarle algo de público en momentos puntuales, como pasó el miércoles en la tradicional presentación de los recién nacidos, pero han sido otra vez decenas de miles los cacereños que se han acercado al templo de Santa María a cumplir con una costumbre impermeable al declive de los ritos religiosos que se basan únicamente en la fe.

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Porque el culto a la Virgen de la Montaña (o la del Puerto, o la de Argeme, o la de la Luz...), al igual que pasa con la Semana Santa, es una manifestación popular que por supuesto es también religiosa, pero que va más allá porque está hecha además de tradición, folclore y arraigo. Es un tipo de fe diferente, tan distinta a la de la liturgia eclesiástica que, como bien contaba esta semana Cristina Núñez en uno de sus reportajes sobre el novenario, atrae hasta a los ateos, o al menos a mucha gente que el resto del año no considera la religión como algo importante en sus vidas.

La Virgen de la Montaña sigue siendo intocable. A la Iglesia, a los curas, a los obispos y al mismísimo Papa se les puede atacar. No pasa nada, todo el mundo lo hace, muchos católicos los primeros, como hemos visto los últimos años con Francisco-Bergoglio, incluso después de su muerte. Pero ojo con tocar a la patrona. Quien lo haga quedará señalado porque mucha gente lo percibirá casi como una ofensa personal. Se puede aceptar alguna ironía sutil, pero el trazo grueso está mal visto, incluso entre los no creyentes.

Además, a estas alturas a nadie le escandalizan ya las salidas de tono contra lo religioso. Es más fácil quedar como un frívolo o un ignorante que como un provocador. El 'papable' español Cristóbal López, arzobispo de Rabat nombrado cardenal por el papa Francisco, decía esta semana en una entrevista en El País que «para ser hereje hay que saber teología, no vale cualquier imbécil». López, considerado 'progresista' dentro de los criterios de Roma, se refería a la posibilidad de un cisma, pero me parece una idea muy acertada que, en cierto modo, se puede aplicar también a estas manifestaciones populares de fervor religioso con tanto arraigo, que es mejor intentar comprender y que apenas tienen que ver con las anquilosadas estructuras eclesiásticas.

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