¿Qué ha pasado este domingo, 7 de diciembre, en Extremadura?
José Alfonso Poveda, en su hogar conectado al oxígeno. J. S. P.

Vivir pegado a una máquina de oxígeno

Visibilidad. El trujillano José Alfonso Poveda padece EPOC y necesita estar conectado, al menos, 17 horas al día, con las limitaciones que supone

Sábado, 14 de diciembre 2024, 08:54

Un largo cable de quince metros preside la casa de una sola planta de José Alfonso Poveda en Trujillo. Se convierte cada día en su ... gran aliado, ya que es su conexión con una máquina de oxígeno colocada en el servicio, que es donde menos molesta. Gracias a este largo cable se puede mover por toda la vivienda, aunque corre el riesgo que algún familiar se tropiece. «Tengo una herida en la nariz que no se me termina de curar», bromea.

Publicidad

Poveda padece la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), ya en estado grave, lo que le provoca gran dificultad para respirar. Por tanto, el oxígeno que le aporta esta máquina es imprescindible en su día a día.

Recuerda que tiene que estar conectado al menos 17 horas cada jornada, aunque suele estar más tiempo aún. También dispone de una máquina portátil para salir a la calle, pero esta solo tiene autonomía de apenas dos horas. Si va a estar más tiempo, necesita enchufarla. Este vecino forma parte de la Asociación Española de Pacientes y Cuidadores de EPOC e intenta dar visibilidad a esta enfermedad.

«Antes no sabíamos nada y fumábamos, pero ahora, con todo lo que se sabe y la gente sigue haciéndolo, no lo entiendo»

Su estado de salud hace que este año tampoco pueda participar en las actividades programadas para estas fiestas navideñas. Reconoce que los lugares donde hay mucha gente le agobian. También intenta evitarlos a modo preventivo. Su opción es quedarse en casa. Eso sí, por la mañana suele acudir a su campo, donde tiene animales. «Los justos para entretenerme y así también me obligo a salir a la calle», remarca. Esas horas está sin oxígeno.

Publicidad

Poveda fue fumador «casi toda la vida». Llegaba a consumir dos cajetillas diarias. Lo dejó hace 16 años, con la ayuda de su médico. Sin embargo, el daño ya estaba hecho. No tiene dudas de que el tabaco ha sido el causante de esta enfermedad pulmonar crónica. Por ello, tanto él como su mujer Cati quieren transmitir el peligro que tiene fumar. «Antes no sabíamos nada y fumábamos. Pero ahora, con toda la información que hay, y la gente fuma, no lo entiendo», recuerda esta mujer, que es uno de los grandes apoyos de Poveda. Los otros son sus inhaladores diarios y el de rescate, el ventolín, que siempre va con él.

A este trujillano le detectaron la enfermedad en junio de 2016. Hasta agosto de 2021 no comenzó a vivir conectado a la máquina de oxígeno. Mucho antes se había jubilado por hernias discales. Ahora, la enfermedad la tiene estabilizada. «Cuando me dijeron que tenía EPOC, tuve claro que había que plantarle cara porque sabía que teníamos que vivir juntos», apunta.

Publicidad

Explica que esta enfermedad limita mucho las acciones cotidianas del día a día. Ejemplo de ello es que el simple acto de secarse después de una ducha le supone un gran esfuerzo. «Es una cosa que me fatiga». Tampoco puede coger peso. De hecho, no puede ayudar a la hora de hacer la compra. Además, prefiere quedarse en el coche para evitar ese tipo de espacios cerrados. De las escaleras ya se ha despedido, salvo que sean unos simples escalones. Además, «las cuestas hacia arriba son un mundo, pero nadie me mete prisa», ironiza con la situación.

Aunque su mujer reconoce que es una enfermedad limitante, también recomienda que ande y que esté unas horas sin oxígeno para obligar a los pulmones a que trabajen. Otro de los inconvenientes es el gasto de luz, ya que la máquina debe estar casi las 24 horas del día enchufada.

Publicidad

Poveda también ha tenido que cambiar rutinas. Ahora, sale poco, entre otras cosas por la poca autonomía de la máquina portátil. Además, intenta evitar las aglomeraciones y los bares. De hecho, hay terrazas por donde prefiere no pasar, ya que hay mucha gente fumando, y «para mí ese humo es como si fuera un puñal», detalla.

Tampoco le gusta ya viajar, porque debería pasar muchas horas en un hotel u otro alojamiento conectado al oxígeno. Para ello, prefiere estar en su hogar. Y si va por ejemplo a una boda, tiene que buscar un lugar donde pueda enchufar la portátil. «Al final, hay que amoldarse», recuerda Cati.

Publicidad

Otro de los problemas que conlleva este tipo de enfermedad es que aísla al enfermo, puesto que sale mucho menos. Todo ello también conlleva depresión y ansiedad. Ante este hecho, Poveda está acudiendo a un psicólogo para ayudarle a gestionar su situación y evitar esos episodios de ansiedad. «Me encuentro atado para hacer muchas cosas sencillas», explica.

Aunque pasa muchas horas en su hogar, no ha perdido la vinculación con diferentes colectivos sociales. Y es que Poveda siempre ha sido una persona muy activa. Ahora, esa participación la suele hacer desde su hogar. Si tiene que acudir a las diferentes asambleas o reuniones puntuales, lo hace con su máquina de oxígeno portátil.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Primer mes sólo 1€

Publicidad