Un retablo nuevo de 300 años
Después de tres años con andamios tras el altar, la iglesia de la Magdalena, en Olivenza, vuelve a lucir su retablo mayor, recién restaurado y el único con dos mujeres sosteniendo la fe
El altar de la iglesia ha estado varios metros adelantado durante los tres últimos años debido a unos trabajos de restauración, lo que atenuaba la ... belleza de una de las iglesias más admiradas de la región, la de Santa María de la Magdalena, en Olivenza, del siglo XVI.
Sus columnas retorcidas como cabos de un barco y el estilo manuelino de su arquitectura la hacen merecedora de miles de visitas al mes. Sin embargo, su belleza quedaba diluida por culpa de unos andamios que tapaban uno de los retablos más importante que se pueden ver en Extremadura, equiparable al de la Catedral de Plasencia, considerado el mejor barroco de España; el de Berzocana con las reliquias de varios santos: o el del Monasterio de Guadalupe.
Ahora en este rincón de Olivenza todo ha vuelto a su sitio. Las estructuras han sido retiradas del interior después de casi tres años de trabajos y las razones para admirar este templo se han multiplicado desde el pasado 12 de mayo, cuando el altar regresó a su ubicación enmarcado tal y como se concibió a principios del siglo XVIII.
«A la gente le ha hecho mucha ilusión poder ver al fin el retablo», decía esta semana Desiré Pocostales, la auxiliar de Turismo que el Ayuntamiento tiene en este lugar. Según explicaba, en fechas clave como Semana Santa o cuando empieza la temporada taurina pueden llegar a pasar por esta iglesia hasta 400 personas en un solo día.
El retablo mayor de la Iglesia de Santa María Magdalena de Olivenza tiene tres siglos, pero ahora parece nuevo. Solo hay que analizar el retablo principal, cuyo barniz de oro reluce, y compararlo con los secundarios (hay seis retablos en total) a ambos lados de la nave para comprobar cómo el paso del tiempo ha ido estropeando materiales y apagando la viveza de un conjunto artístico pensado para acaparar la atención de creyentes y no creyentes.
Borrachera visual
El retablo mayor de la Iglesia de la Magdalena tiene de todo: azulejos, tablas pictóricas y relieves que provocan una borrachera visual al recorrerlo con la mirada. Pararse en sus detalles da una idea de la infinidad de símbolos de las Sagradas Escrituras que se han ido trasladando al arte: el pelícano que simboliza la muerte y resurrección de Jesús, la concha como símbolo de la muerte, la vid como juventud y sacrificio...
Todo lo anterior, tallado hace más de trescientos años en molduras de madera (pino de Flandes en su mayoría), había sufrido desperfectos hasta que la Consejería de Cultura de la Junta de Extremadura hizo una memoria primero y luego un plan en tres fases. Este tuvo en cuenta desde pérdida de piezas por limpiezas mal hechas, a acumulación de suciedad. También una estructura que necesitaba ser estabilizada y los ataques de xilófagos, todo lo cual iba debilitando el retablo, de casi diez metros de altura por diez de profundidad, lo que ha obligado a trabajar 'in situ'.
No ha sido sencillo encontrar una empresa especializada en España. Al final, los trabajos los han realizado restauradores y técnicos portugueses formados en la Universidad Católica Portuguesa de Oporto, a cargo de la empresa Atelier Samthiago-Carlos Jose Abreu Da Silva Costas. La inversión total ha sido de 120.000 euros.
«Una singularidad es que el conjunto se distribuye en varios planos»
Javier Cano
Director del Centro de Conservación y Restauración de Bienes Culturales de la Junta
Según el director del Centro de Conservación y Restauración de Bienes Culturales de la Junta de Extremadura, Javier Cano, se trata de una obra de gran valor. «Hay que tener en cuenta que este conjunto está distribuido en varios planos y fue concebido como un gran arco –típico portugués–», señala. Por otro lado, Cano destaca una profundidad que los expertos del barroco han bautizado como románico abocinado, singularidad que despierta el interés de muchos especialistas y que permite distinguir dos niveles. En el primero está el sagrario y en el segundo el camarín.
Marta y Magdalena
Pero hay más singularidades que diferencian este de otros retablos, la más llamativa la aparición de dos figuras femeninas, Marta y María Magdalena, justo en el lugar donde suelen colocarse los evangelistas. Esto rompe con la tradición judía en cuanto al papel de la mujer, lo que también llama la atención de los estudiosos cuando analizan los esquemas litúrgicos y la narrativa de estos conjuntos artísticos.
Así, junto a las figuras de estas dos mujeres que simbolizan la fe activa (Marta, que cuida la casa) y la fe contemplativa (María Magdalena, pecadora, castigada y perdonada), el conjunto que se puede volver a ver en Olivenza incluye también la restauración de azulejería, bien porque se desprendían piezas o porque su instalación era incorrecta; así como dos lienzos que estaban perdiendo capas pictóricas. Los azulejos representan a María Magdalena lavando los pies a Cristo y secándolo con los cabellos, así como Jesús en casa de Marta. Los lienzos muestran a Moisés y la serpiente de Bronce y, enfrente, de nuevo a Moisés con el Maná.
Por un lado, existe la incógnita de su autor por falta de datos, aunque se intuye que pueda ser el artista lisboeta Manuel Francisco, que trabajó en la cercana Elvas hacia 1720 y cuyo taller se supone que puso en pie semejante joya artística.
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