Un pueblo muy dulce y un castillo
La guerra y la frontera. Paseo por un enclave estratégico con buenos bares y mejores tahonas
Alconchel era hasta el siglo XIX el pueblo más rodeado de España: Portugal lo envolvía por el norte (Olivenza), el este (Táliga) y el oeste ( ... fortalezas de Alandroal y Terena). Solo había escapatoria por el sur, hacia Villanueva del Fresno. Así que la historia del pueblo que hoy visitamos está marcada por su situación estratégica y fronteriza y por las guerras con Portugal. Alconchel llegó a tener 4.570 habitantes en 1960. Hoy son alrededor de 1.700 alconcheleros en un pueblo interesante y bonito donde hay mucho que ver y disfrutar.
El desayuno... Las tostadas del bar de la piscina tienen fama en los contornos. Es un desayuno extremeño contundente y cuesta escoger entre la media vegetal, la media de paté, la de zurrapa de lomo, de jamón y queso, de cachuela, de ajo y aceite, blanca, de mermelada... Nos quedamos con dos medias de jamón y dos cafés (5 euros).
El paseo... Las guerras y la frontera han marcado la historia de Alconchel y su presente sigue esa estela histórica. Así, su sencillo museo está enclavado en una antigua cárcel, donde eran recluidos los contrabandistas; su casa de cultura ha aprovechado la prisión donde fueron encerrados los presos republicanos tras la llegada de falangistas y legionarios desde Badajoz y su iglesia ha perdido el retablo del Divino Morales por culpa de las guerras contra los portugueses. Alconchel conserva un conjunto de fiestas tradicionales muy singulares: Los Mastros en junio, la noche de San Juan, cuando se queman monigotes con alegorías satíricas; La Zaragutía Mora, una fiesta en torno a la historia de este monstruo o coco exclusivo de los niños alconcheleros; El Entregá o juego de lanzamiento de botijos y cántaros viejos en corros populares; Los Tosantos, tradicional fiesta de las castañas del uno de noviembre y la Fiesta del Espárrago y la Tagarnina (24-26 de marzo). Tras desayunar y pasear arriba y abajo por calles largas y bellas de casas blancas, llegamos a la plaza Mayor o el Terrero, donde tomaremos un café en El Quiosco, un clásico de esta plaza donde llegó a haber 12 bares en los años 60, o, si nos quedamos hasta la noche, beberemos una copa en El Bohemio, el pub de moda. Alconchel, además, es destino astroturístico.
El castillo... En lo alto, presidiendo el pueblo y con fácil acceso por carretera, el castillo de Miraflores con sus tres recintos murarios: el central con atalaya y torre, levantado en el siglo IX (Abderramán II); el del siglo XIII (Fernando III el Santo), que convierte la fortificación en castillo; y el baluarte exterior del siglo XVII, defendiendo el lugar por su flanco menos abrupto, más expuesto. El castillo de Alconchel está preparado para celebrar congresos y eventos culturales y su conjunto de aljibes, almenas y salas alberga un centro de interpretación que abre sábados, domingos y festivos (10:30-16:30 horas).
La comida... En la carretera, saliendo del pueblo hacia Villanueva del Fresno, el bar restaurante Poli, que María José y Poli han convertido en referencia comarcal de la gastronomía popular: embutidos de primera, callos (9 euros), mollejas (9), riñones (9), oreja (5), carnes ibéricas (secreto, lagarto) (12) y no faltan la peladilla en adobo (10), el solomillo de ternera, las chuletillas de cordero ni las carrilladas (10) o el bacalao dorado.
De compras... Alconchel es un pueblo muy dulce con dos establecimientos en los que comprar tartas deliciosas y dulces caseros. En La Tahona, horno abierto en 1988, se venden al peso grandes bizcochos. En La Hícara, abierta recientemente por María José Mulero, elaboran dulces tradicionales como los prestines o pestiños o las rosquillas del Pirineo. Y así, con un dulce sabor de boca nos marchamos de Alconchel.
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