La población de conejo de monte ha bajado un 62% desde 2009 en Extremadura
Las enfermedades y los cambios en el paisaje por la despoblación rural explican la sangría que está sufriendo la principal especie de caza menor
El preocupante descenso de la población de conejo de monte que los cazadores extremeños vienen denunciando desde hace años ya tiene una cifra: el ... 62%. Es el porcentaje de caída de las capturas cinegéticas entre los años 2009 y 2022, según el dato facilitado por los autores del primer censo ibérico de la especie, un trabajo que ha permitido elaborar «el mapa más detallado que existe sobre la presencia de este mamífero en España y Portugal», aseguran sus autores.
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Esa representación gráfica que permite hacer zoom hasta alcanzar una cuadrícula de 2x2 kilómetros la ha logrado el proyecto Life Iberconejo, que implica a varias administraciones e instituciones públicas y privadas ibéricas y coordina WWF España.
El 62% de reducción se refiere «a las estadísticas de animales cazados que recopila la Junta de Extremadura, analizadas por el LIFE Iberconejo», aclaran desde el propio programa, que explica también que «son datos globales de las estadísticas cinegéticas, a nivel local puede haber variaciones grandes».
La caída roza el 30% en Andalucía y el 90% en Portugal, mientras que en Castilla-La Mancha pasa al revés y cada vez hay más
Las hay a escala municipal y también entre las regiones participantes en el programa, que son Andalucía, Castilla La Mancha y Extremadura, además de Portugal. De las tres autonomías españolas, Extremadura es la que presenta el mayor descenso en el número de capturas. «Andalucía ronda el 30%, aunque hay diferencias entre provincias, por ejemplo Huelva llega al 80% de retroceso de la población; Castilla La Mancha está en números positivos porque allí la especie se caza todo el año como forma de luchar contra los daños que genera en la agricultura; y en Portugal están peor que en ningún sitio, porque rozan el 90% de descenso».
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Colaboración hispano-lusa
Quien guarda los datos en la cabeza es Ramón Pérez de Ayala, director de Life Iberconejo, que tiene como socios a las juntas de Andalucía, Castilla-La Mancha y Extremadura, la Fundación CBD Hábitat, WWF Portugal, la Universidad de Castilla-La Mancha, el Instituto Nacional de Investigaciones Agrarias y Veterinarias, la Facultad de Ciencias de la Universidad de Oporto/CIBIO, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC/IESA), la Fundación Universitaria San Pablo CEU, la organización agraria UPA, la Real Federación Española de Caza, la Asociación Nacional de Propietarios y Productores de Caza y el Instituto para la Conservación de la Naturaleza y los Bosques de Portugal.
«Hay una tendencia regresiva de las poblaciones en las zonas de monte en términos generales, y de forma particular en el oeste ibérico», amplía Pérez de Ayala, que refrenda la localización del problema en esa zona de la Península con los datos ya mencionados de Portugal, Extremadura y Huelva. «Otra razón por la que Extremadura presenta un porcentaje de caída mayor –amplía el experto– es porque la subespecie más abundante en ella, la 'algiru', está presentando peores datos que la otra, la 'cuniculus'».
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El estudio elaborado a partir de los datos de capturas y de los conteos sobre el terreno, más la aplicación de un complejo modelo matemático, ha permitido certificar que en términos generales, la situación es muy distinta en las zonas agrícolas y las de monte.
«El mapa elaborado por el Life Iberconejo –resumen sus autores– muestra la doble cara del conejo de monte: su densidad es alta principalmente en cuatro grandes zonas españolas asociadas a medios agrícolas, que son las mesetas sur y norte, y los valles del Ebro y Guadalquivir, donde se concentra el conflicto con la agricultura por los daños que causa, mientras que hay otros grandes espacios ibéricos donde el conejo escasea». «Eso –continúa– incluye las zonas con predominio del monte mediterráneo, como Sierra Morena, las sierras extremeñas o gran parte de Portugal, donde debería cumplir su papel ecológico como especie presa y donde su caza genera beneficios socioeconómicos».
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Las enfermedades son el gran problema
«El gran problema son las enfermedades, cada vez que hay un brote de una nueva variante, las poblaciones quedan muy diezmadas», apunta el director del proyecto, que menciona otra causa más genérica que ayuda a explicar la situación actual de la especie. «Antes había más gente en el campo, más prácticas agrícolas en los montes, que ahora están en muchos casos llenos de matorral crecido, sin hierbas ni cultivos que procuren alimentación a los conejos», analiza Ramón Pérez de Ayala.
«Han desaparecido –añade– los paisajes tradicionales en mosaico, que son los que necesita la especie, y al final. Estos cambios en los usos del terreno debido a la despoblación rural y el otro factor, el de las enfermedades, han generado una espiral negativa que explica en gran modo los datos que tenemos». En contraposición al modelo de paisajes en mosaico, «han aumentado las parcelas agrícolas inmensas sin linderos ni zonas baldías en las que los depredadores puedan refugiarse, y en esos espacios, los conejos encuentran alimentos y seguridad por la casi ausencia de depredadores. Así, en cuanto encuentran zonas pequeñas para criar, se reproducen muchísimo».
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Es lo que está pasando sobre todo en Castilla-La Mancha, pero también en algunos puntos de Extremadura, donde el animal causa daños a la agricultura, con el consiguiente quebranto económico para quienes viven de sus cultivos.
«El conejo es muy importante, es un ingeniero del ecosistema»
Los autores del mayor censo ibérico del conejo de monte aseguran que este animal «tiene una enorme relevancia ecológica y socioeconómica». «Considerado un 'ingeniero del ecosistema' por su capacidad para modelar el entorno, y ser presa de más de 40 especies de mamíferos y aves en el monte mediterráneo, también es la principal pieza de caza menor y el vertebrado salvaje que más daños agrícolas provoca en nuestro país», explica WWF España, que coordina el proyecto Life Iberconejo, financiado por la UE y que pese a acabar este mes, tendrá continuidad en varios de sus ejes.
«Las administraciones van a continuar haciendo los seguimientos de campo sobre la población de la especie a través de los agentes del Medio Natural, y nosotros continuaremos con el modelo matemático y la herramienta informática creada para elaborar este mapa», anticipa Ramón Pérez de Ayala, director de Life Iberconejo. «Creemos –continúa– que el sistema de análisis que hemos elaborado es potente para analizar la situación de otras especies, como la perdiz, el ciervo e incluso el lince».
Además, el proyecto ha elaborado un manual con medidas para recuperar las poblaciones de conejo de monte, aunque falta aplicarlo sobre el terreno. «Las actuaciones desarrolladas hasta ahora –analiza el experto– han sido a pequeña escala y sin continuidad en el largo plazo, y creemos que hace falta una gestión más integral». Al final, el objetivo es que en los campos vuelva a haber una cantidad de conejos de monte más parecida a la de hace varios lustros, antes de que comenzara la sangría poblacional que padece la especie.
«Lo que nos muestran el mapa es que está en peligro el vital papel ecológico del conejo de monte, por su desaparición de los hábitats más naturales, y también su función social ligada a una actividad cinegética sostenible», explica Pérez de Ayala. «Por otro lado –sigue–, vemos que hay muchos ejemplares en zonas agrícolas menos propicias para la biodiversidad. Zonas donde producen importantísimos daños a la agricultura y, pese al enorme esfuerzo de las sociedades de caza, en algunas ocasiones estas no alcanzan a controlar sus poblaciones en el grado deseado».
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