Las niñas quieren ser Kamala
UNA VIDA PROPIA ·
Un traje de chaqueta y unas zapatillas Converse All-Star, blancas o azul marino. Ese fue el disfraz que muchas niñas estadounidenses pidieron hace un par de semanas a sus padres para Halloween. Querían ser Kamala Harris. La habían visto con ese 'uniforme' en multitud de actos durante la campaña electoral y su energía y su fuerza no les dejó indiferentes. Eligieron emular a una política de 56 años en lugar de alguna famosa de las que se pasean por las redes sociales presumiendo de influencer o youtuber... La elección del disfraz era una muestra de su admiración por esta mujer carismática, idealista y peleona que ha conseguido ser vicepresidenta de EE UU. Genera entusiasmo y tal vez por eso esas niñas deseaban parecerse a ella, que ha trabajado y se ha dejado la piel por alcanzar la meta que se había propuesto (aunque Harris espera subir más adelante el peldaño que le queda porque su sueño es ser presidenta). Para ella, combativa y tenaz, el modelo a seguir es su madre, Syamala Gopalan: «Ella nos decía: no se sienten a quejarse de las cosas. Hagan algo». Y lo aprendió bien. Por eso es tan reivindicativa, tanto al pedir más poder para las mujeres como al luchar por los inmigrantes, porque es hija de dos de ellos, india y jamaicano, ambos activistas por los derechos civiles en su país de acogida.
«Las niñas ya no quieren ser princesas» como cantaba Sabina. Prefieren conseguir lo que quieren por ellas mismas, porque saben que pueden hacerlo. Ellas son el futuro. Y Kamala Harris –el presente– les sirve de inspiración y abre el camino para las que vienen detrás. También para ella fueron un ejemplo las activistas que le precedieron. Por eso en su primer discurso como vicepresidenta electa vestía de blanco, como las sufragistas, un color que es símbolo de la lucha por los derechos de las mujeres. Un guiño a las que lucharon para conseguir alcanzar hace un siglo el derecho de las mujeres a votar en EE UU. Y también para que la generación venidera no olvide que han sido muchas las que han peleado para ayudar a que ellas puedan alcanzar las metas que se propongan. «No seré la última porque cada niña pequeña que nos está viendo esta noche ve que este es un país de posibilidades», dijo Kamala Harris en su discurso al saber que iba a ser vicepresidenta. Una declaración de intenciones. Les dio esperanza a todas aquellas que la han elegido como modelo a seguir. Es el mensaje que también ha repetido en más de una ocasión la abogada y ex primera dama norteamericana Michelle Obama: «Todas y cada una de vosotras podéis ser líderes y apoyar a otras para lograrlo». Han sido muchas las que han puesto su granito de arena para que al menos 132 mujeres formen parte del Congreso de Estados Unidos en la próxima legislatura, que será la de mayor componente femenino de la historia. Ellas ayudarán a que en el futuro las que ahora son niñas incrementen ese 25% de representatividad en el Congreso –en España afortunadamente ese porcentaje es mucho mayor–, que aún está lejos de la paridad.
Queda mucho camino para alcanzar la igualdad, y las mujeres lo estaban recorriendo subidas a unos tacones, pisando con seguridad y confianza, pero ahora la flamante vicepresidenta de EE UU, que además de inteligente es práctica, ha demostrado que también se puede hacer calzando unas zapatillas deportivas.