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Isabel Valverde, placentina que ya ha dado a luz (el 11 de agosto) y su pareja Miguel López. Ella veranea en Isla Canela desde los ochenta.

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Isabel Valverde, placentina que ya ha dado a luz (el 11 de agosto) y su pareja Miguel López. Ella veranea en Isla Canela desde los ochenta. J. L. G.
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Isla Canela y el verano moderno

Isabel, pediatra placentina, rememora cómo era Isla Canela cuando de chica iban en bici a la playa desde Ayamonte | Este lugar de Huelva ha pasado de ser salvaje a ofrecer todo tipo de servicios de ocio

Viernes, 31 de agosto 2018, 07:51

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francisco Valverde Luengo es un placentino que conoce bien la historia de Isla Canela, en el término municipal de Ayamonte (Huelva) y desde la cual se divisa Portugal pues justo al final de su playa desemboca el Guadiana. La arena y el agua salada siempre estuvieron ahí, obvio, pero recuerda que la playa que hoy es destino de cientos de extremeños fue inaugurada en 1967 por un alcalde de apellido Concepción, familia que primero se dedicó a las conservas y más tarde apostó por la construcción, lo que explica que tengan uno de los chalés principales en primera línea.

Eso ocurría cuando se notaba perfectamente que Isla Canela era una isla, un lugar rodeado de marismas donde aún no había varios puentes para acceder al lugar que hoy está urbanizado y en plena expansión.

La hija de Francisco aún es joven. A los pocos días de realizar la entrevista fue madre de su primer hijo –Eloy, que nació el 11 de agosto–, pero ya guarda muchos recuerdos de lo que era Isla Canela. Aquí veranea desde bien pequeña en el apartamento de sus padres en la zona conocida como Alcaudón, la única que linda directamente con al arena, sin carretera de por medio. Se llama Isabel Valverde García y junto a su pareja, Miguel López, ha pasado la primera parte del verano en el lugar donde veraneaba desde la infancia antes de marchar a dar a luz a Madrid, donde trabaja en la UCI pediátrica del Hospital de la Zarzuela.

«Estudié en el colegio Alfonso VIII y en el instituto Gabriel y Galán de Plasencia. Venimos a Isla Canela en verano de siempre por tradición. Yo al menos lo conozco desde los años ochenta, cuando todo era muy salvaje. La explicación es que mi abuelo tenía un piso en Ayamonte cuando aquí no había nada construido y a la playa se iba y venía en coche o en bici. Eran unos seis kilómetros y yo he sido de esos niños y niñas que íbamos hasta la playa en bici, sí, en plan Verano Azul, era una época preciosa que ahora con la edad valoras más porque de adolescente llega un momento en que venir aquí todo julio y agosto nos parecía un rollo, lo de siempre, que hay una edad en la que te quejas por todo», rememora entre risas antes de admitir que su hijo crecerá también en estas playas.

Playa de Isla Canela, donde hay todo tipo de actividades náuticas, con una de sus urbanizaciones al fondo. J. L. G.

Lo positivo y lo negativo

Dice Isabel, a la que llaman Isel, que para edificar las primeras construcciones los ecologistas pusieron muchas trabas y se veían pintadas contra urbanizar este lugar. Era cuando Punta del Moral, que hoy es un barrio de Isla Canela, no era más que un poblado de pescadores con un pequeño puerto, lugar donde además de apartamentos se han instalado en hilera varias cadenas hoteleras que ofrecen sus amplios 'resort' de pulsera 'todo incluido' al turismo familiar.

Para Isel, el cambio que ha sufrido el lugar tiene sus cosas positivas y negativas. «Ahora hay más opciones de ocio, hay un campo de golf, cacharritos para los niños, barcas de pedales o kitesurf (Miguel tiene un curso esa tarde). Además, antes se pasaba en ferry a Portugal y hacer este trayecto era una atracción más, pero cuando a principios de los noventa se abrió el puente para cruzar a Portugal se abrieron muchas posibilidades, por ejemplo para ir al Algarve, y los portugueses también empezaron a venir. En contra, esto ya no es salvaje y ha perdido parte de su identidad, supongo que como muchas otras playas».

Ahora, al menos hasta el momento que han sido padres (durante la entrevista ella estaba de ocho meses) la rutina de esta pareja es más tranquila. Se resume en playa por la mañana y piscina por la tarde con alguna escapada a comer pescaíto. Por aquí –recuerda– lo mejor es el atún, los arroces de marisco, las almejas y las gambas, un menú que seguramente haya llegado a la mesa a una reunión anual que se organiza en este lugar, la 'cena de los extremeños', que reúne a los paisanos que veranean en Isla Canela, en la cual cual participa muy activamente su padre y a la que en ocasiones asiste Guillermo Fernández Vara, no como presidente de la junta de Extremadura claro, sino como otro habitual más del lugar, en este caso un veraneante llegado de Olivenza.

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