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Directo Directo | Con la Crucifixión termina el Vía Crucis en el Cerro de Reyes de Badajoz

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El futuro empieza a vislumbrarse y no es precisamente halagüeño. El camaleónico capitalismo no está en peligro, pero sí está mutando hacia un modelo oligopólico en el que el pescado se lo repartirán un puñado de multinacionales que mandarán más que los Estados y la mayoría de la población, esto es, la clase media, vivirá peor. 'Grosso modo', ese es el apocalíptico panorama que pintan economistas como Santiago Niño Becerra, quien, tras predecir la Gran Recesión, ahora advierte que esta aún no ha terminado, sino que se encuentra en su «tercera fase» y se alargará hasta, al menos, 2023.

El resultado de esta larga crisis será un mundo con un Estado del bienestar reducido a su mínima expresión, porque no hay ingresos suficientes para sostener los gastos en pensiones, sanidad o educación, y donde los robots sustituirán a una creciente legión de trabajadores, lo que se traducirá en más paro, más subempleo y más desigualdad social. Así lo vaticina en su último libro, 'El crash. Tercera fase', Niño Becerra, quien, en una entrevista publicada por este diario el día 6, recalca que «la vida laboral se está convirtiendo en una sucesión de trocitos de trabajo», pues «las empresas contratan solo por el tiempo que necesitan». En consecuencia, cada vez habrá menos gente con empleo o una jornada completa y, por ende, con salarios dignos.

Entonces, ¿vamos a vivir peor? El catedrático de la Universidad Ramon Llull de Barcelona lo tiene claro: «Sí. Habrá estabilidad macroeconómica, pero por el lado personal una incertidumbre total. La esperanza de vida va a bajar».

Estos augurios pueden parecer demasiados catastrofistas, pero lo cierto es que los datos los están confirmando. Instituciones internacionales como el FMI y la OCDE han constatado un frenazo de la economía global. En el caso particular de España, el Fondo pronostica que el paro no bajará del 14% ni en 2020. Por su parte, el club de los países ricos ha dado a conocer un informe esta semana en el que advierte que los ingresos medios de los hogares españoles aún no se han recuperado de la crisis y «son considerablemente más bajos que en 2008». Es más, alerta de que España es de las naciones donde se corre más riesgo de que la clase media desaparezca. Asimismo, ratifica que las perspectivas de su mercado laboral son cada vez más inciertas: uno de cada cuatro empleados de ingresos medios trabaja en nuestro país en un puesto con alto riesgo de automatización, es decir, podría ser sustituido próximamente por una máquina.

La reducción de la clase media no solo es una amenaza para la economía, sino también para la democracia. Aristóteles avisa en su 'Política' que «el verdadero demócrata debe velar para que el pueblo no sea demasiado pobre, pues esto es la causa de que la democracia sea mala». Según el estagirita, «una constitución no se consolida sino donde la clase media es más numerosa que las otras dos clases extremas (ricos y pobres)», porque hace de árbitro entre estas, que encuentran en ella la representación del interés general.

Los hechos están dando la razón al filósofo griego. La calidad de las democracias occidentales está menguando en la misma proporción que el bolsillo de su clase media. La prueba es el auge de los nacionalpopulismos. Con todo, Niño Becerra no prevé revueltas, pues «para eso, aparte de morirte de hambre, tienes que tener un espíritu revolucionario y esto no pasa ahora». Estamos entrando en una nueva era, la era de la precariedad.

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