La comunidad hispanoamericana en Extremadura se incrementa un 143% en una década
Este domingo se celebra el Día de la Hispanidad en una región en la que viven 14.207 personas del continente americano con el español como lengua
Álvaro Rubio, J. López-Lago, Ana B. Hernández y Estrella Domeque
Cáceres | Badajoz | Plasencia | Don Benito
Domingo, 12 de octubre 2025, 08:02
La comunidad hispanoamericana no para de crecer en Extremadura. En este siglo los residentes de origen americano que tienen el español como lengua principal se ... han multiplicado casi por diez y ellos también celebran el Día de la Hispanidad en este 12 de octubre.
Publicidad
Si en el año 2000 vivían en Extremadura 1.533 ahora son 14.207, según el INE, aunque con la llegada de la crisis económica muchos se marcharon. Con ella finalizada volvieron a poner su mirada en España. En 2014 había 5.836, por lo que se ha registrado un incremento del 143%.
Los procedentes de Colombia son los más numerosos, con un total de 3.822. Le siguen los nicaragüenses (1.821), venezolanos (1.710), hondureños (1.574) y peruanos (1.323). No pasan del millar los originarios de Argentina (735), Cuba (580), Paraguay (575), República Dominicana (382), México (309), El Salvador (331), Bolivia (316), Ecuador (295), Chile (210), Uruguay (97), Guatemala (65), Panamá (33) y Costa Rica (29).
Todos ellos contribuyen a que la pirámide poblacional no se estreche cada vez más ante el lastre de la caída de la natalidad. De hecho, la población hispanoamericana en la región continúa al alza en muchos casos porque huyen de sus países por conflictos políticos, económicos y sociales.
Publicidad
Este 12 de octubre, la Hispanidad, con el Monasterio de Guadalupe como epicentro de las celebraciones, les acerca un poco más a sus raíces. Algunos, en esta jornada reconocen tener «sentimientos encontrados», pero otros viven con orgullo y sin rencor este día.
Rafael Colmenarez Venezolano de 65 años
«Hui de Venezuela por la persecución política y ahora vivo en Cáceres»
Rafael Colmenarez reside en Extremadura desde hace seis años, donde intenta ganarse la vida tras salir de su país. «Hui de Venezuela por la persecución política y ahora vivo en Cáceres», afirma este hombre de 65 años antes de entrar en detalles sobre su vida.
Publicidad
En Venezuela trabajaba en una empresa de manufactura, procesamiento y distribución de café hasta que, según cuenta, «el gobierno venezolano la expropió porque no acceder a sus caprichos».
Fue entonces cuando «empezó la persecución». Detalla que le llegaron a «acosar y golpear y en vista de esa zozobra» tuvo que salir de su país hacia Colombia para luego llegar a España. Primero estuvo en Granada y solicitó el asilo a través de Cruz Roja. Seguidamente, por medio del Ministerio de Migraciones acabó en Cáceres, donde empezó desde cero.
«He realizado 14 cursos de adaptación laboral. La carrera que estudié no la pude convalidar pues el derecho venezolano es muy diferente al español. Ante eso me formé en la Fundación Laboral de la Construcción y he trabajado en varias empresas, pero actualmente no tengo empleo porque al parecer ya soy mayor. Eso se hace un poco cuesta arriba», comenta.
Publicidad
Su primer trabajo en Extremadura fue en una empresa de desechos hospitalarios a través de Accem, la oenegé que asesora y ofrece ayuda a los migrantes. «Cuando te llega el permiso de trabajo te ofrecen vacantes y así fue como empecé», recuerda. También ha pasado por el sector de las placas solares y de la construcción.
«Me he ido ganando la vida como he podido», dice Rafael, que ahora quiere emprender en el sector de la hostelería. «De una u otra manera tengo que subsistir y ayudar a mi hija, que también tuve que traérmela de Venezuela», añade.
Publicidad
«Al ser un opositor muy frontal de Chávez y Maduro a ella le hicieron la misma persecución por ser mi hija», apunta Rafael, que indica que tiene un expediente abierto por traición a la patria.
«En cualquier caso ahora vivo mejor. Aquí me han tratado de maravilla y no he sentido ningún tipo de xenofobia», asegura Rafael en este 12 de octubre. Vive el Día de la Hispanidad como una celebración. «No lo veo como quienes creen que los españoles fueron a robar el oro. Eso son fábulas. No fue una tortura, sino una evolución y gracias a ellos tenemos cultura, una lengua y una doctrina». Apunta que «de una manera u otra estamos hermanados gracias a esa gesta de Colón y sus marinos».
Mariano Velasco Empresario hostelero de Bolivia
«Elegí Plasencia para iniciar una nueva vida y no me equivoqué»
El cambio de gobierno en su país natal, Bolivia, está detrás de la decisión que Mariano Velasco tomó hace casi dos décadas. «Provocó inestabilidad e incertidumbre y yo no quería vivir así», explica. Trabajaba en una empresa de servicios petroleros, estaba casado y era padre ya de un niño. «Pero tenía conocidos que vivían en aquí, en Plasencia, y solicité a mi jefe permiso para salir del país y venir un mes a esta ciudad». En su cabeza ya rondaba empezar de cero en Extremadura. «No regresé. Transcurrido el mes le envié una carta de agradecimiento por los cinco años de trabajo en ella». Y comenzó a tejer una nueva vida lejos de Bolivia. «Elegí Plasencia para ello y tengo muy claro que no me arrepiento, que no me equivoqué».
Noticia Patrocinada
De hecho, «cuando me jubile, pasaré temporadas en mi país, allí está mi familia, está mi madre, a la que echo muchísimo de menos, pero pasaré otras más en Plasencia, porque aquí también estará mi familia». Mariano sabe que sus dos hijos pequeños, frutos de su segundo matrimonio y que han nacido en Extremadura, «continuarán aquí».
Este bolivariano de 43 años está al frente del Bar Torero junto con su mujer en la Plaza Mayor de Plasencia. Cuentan con ocho empleados y podría decirse que es un particular canto a la Hispanidad en la ciudad.
Publicidad
Entre sus ocho empleados hay españoles, pero también oriundos de El Salvador, Perú y Venezuela. «Estoy muy a gusto con todos, son buenas personas y buenos trabajadores», resume. Y Mariano ha querido darles la oportunidad que a él un día le dieron y que le permitió emprender de verdad la nueva vida que vino buscando a Extremadura.
Los comienzos no fueron fáciles. «Nunca lo son, pero hay que perseverar», dice. Llegó con su mujer y su hijo y necesitaron la ayuda de amigos y de organizaciones benéficas para subsistir. «Decidí quedarme y enviar la carta a mi jefe de Bolivia, pero me llevó tres años encontrar trabajo». Asegura que «lo busqué en todos los sectores, pero sin permiso de residencia era complicado. Lo logré tres años después de estar aquí, demostrando que llevaba ese tiempo empadronado en la misma ciudad y a partir de ahí la situación cambió de manera radical».
Publicidad
Nunca había trabajado en la hostelería, pero fue el sector en el que le dieron su primera oportunidad. En 2010 entró como camarero en el Bar Torero. En 2017 se convirtió en su propietario. «Estoy feliz en este sector, al que me he amoldado igual que a Plasencia, a Extremadura, a España; lo cierto es que encajé muy bien desde el principio, nunca he sentido rechazo».
De carácter afable y «muy hablador», asegura que son más las cuestiones que nos unen que las que nos separan a los países de habla hispana, además del idioma. «Hasta la comida tiene similitudes. A mí me encanta la paella, en Bolivia el arroz caldoso; el cocido aquí, allí la patasca. Y a unos y a otros nos gusta relacionarnos, conversar, ir de bares.... estoy en casa en Bolivia y estoy en casa en Plasencia, porque en uno y otro lado la hospitalidad marca por encima de todo el carácter de sus gentes. Creo que por eso encajé nada más llegar».
Publicidad
Elizabeth Agudelo Anestesista de Colombia
«Esta festividad ha tomado tintes políticos que no vienen al caso»
Es de Medellín, ciudad colombiana a la que llegó para especializarse en ortopedia infantil el que hoy es su marido, traumatólogo. Elizabeth lo conoció allí, se enamoraron y en 1997 llegaron los dos a España para casarse, concretamente a Córdoba, la ciudad de su pareja y donde ella hizo la residencia para especializarse como anestesista. Desde noviembre de 2023, la doctora Elizabeth Agudelo es jefa de Anestesiología y Reanimación en el Hospital Universitario de Badajoz. «Al proponerme para ese cargo nadie miró de dónde venía, por eso siempre digo que aquí me he sentido muy bien acogida e integrada».
No obstante, cuenta que en sus inicios en España, hace ya más de 25 años, no había tantos extranjeros en este país como en la actualidad. «Recuerdo que en Córdoba había gente que miraba por la calle y era frecuente que me parara la policía para pedirme la documentación». Además, en aquella época notaba más la diferencia en la manera de ser, «pero nada negativo, nunca me he sentido rechazada por ser extranjera, cuando viene gente de otros países y me preguntan siempre se lo digo».
Publicidad
Según cuenta, la decisión de venir a España y no quedarse ambos en el país de ella la tomaron «porque aquí había mejores condiciones y más seguridad ciudadana y en Colombia la situación entonces era bastante más complicada».
Al final, en 2003 ambos recalaron en el área de salud Llerena-Zafra y formaron familia numerosa en Extremadura. «Tengo cuatro hijos que son nacidos aquí y por tanto con acento extremeño», recalca orgullosa. Aunque hasta ahora viaja menos de lo que quisiera a Colombia –cada dos años más o menos– por el coste que supone mover una familia tan extensa, ahora que han crecido espera ir a más a menudo a su país.
Y aunque ella se siente como una española más, Elizabeth es consciente de que existe un discurso racista de odio que intenta penetrar en la sociedad. En su opinión, todas la personas son necesarias, y en su caso ha visto cómo en la zonas rurales de Extremadura donde hay déficit de médicos, muchos de los puestos los están cubriendo profesionales llegados de Latinoamérica.
Según dice, «hay que valorar tanto la emigración cualificada como la no cualificada, por ejemplo las empleadas de hogar que en mi caso fueron de gran utilidad porque por mi trabajo he de hacer muchos turnos y guardias mientras he criado a cuatro hijos, así que he tenido ayuda de personas que han venido de otro país. Existe una emigración que quiere trabajar, producir y formar una familia y que hace falta», opina.
Publicidad
Sobre el Día de la Hispanidad, cree que el espíritu de esta jornada se ha ido diluyendo. «Antes se recalcaban más los vínculos, pero últimamente esta festividad ha tomado unos tintes políticos que creo no vienen al caso. Antes era el día del desembarco de Colón, que fue a otro lugar a descubrir en un momento histórico en que las cosas no son como ahora, pero ahora se le da a todo tintes negativos», señala.
Roberto Tíñiguez Cubano con una cafetería en Badajoz
«La idea era ahorrar, pero pasaban los años y más difícil se ponía mi país»
Tiene 50 años y procede de Cuba, donde se dedicaba a torrefactar café. Llegó a Badajoz en 2006. «Mi hermano ya había llegado aquí dos años antes y yo vine con un contrato de trabajo directo a Badajoz. La idea inicial era ahorrar, pero cuantos más años iban pasando más difícil se iba poniendo mi país. Él ya regresó hace diez años, pero yo me quedé».
Desde entonces Roberto Tíñiguez se dedica a la hostelería, los últimos seis años al frente de la cafetería La Toscana, en la calle Juan Carlos I, en pleno centro de la capital pacense.
Anteriormente trabajó con varios chefs de prestigio en Badajoz en Aldebarán y La Toja, y ya él por su cuenta tuvo otro local que servía de punto de encuentro de la comunidad cubana cada sábado. En su caso, procede de Holguín, la tercera provincia más grande de Cuba, con 1,2 millones de habitantes.
«Yo ya estoy adaptado a España porque el cubano se parece mucho al español en su hospitalidad e idiosincrasia y el pacense es muy acogedor, así que preferí quedarme aquí porque aunque Cuba tiene su magia, echo de menos a mi familia y la visito todos los años, pero con la crisis que hay se hace muy complicado vivir allí. Además, ya formé familia en Badajoz», relata Roberto.
Publicidad
Según cuenta, su pareja es española y tiene dos hijas que prefirió criar en España «para que se abrieran camino». Una de ellas está ahora en Cuba, la otra, que trabajó un tiempo de bailarina, estudió Derecho en Salamanca «y le ha ido muy bien», explica.
Según este hostelero, el Día de La Hispanidad «es una jornada de sentimientos encontrados».
Silvia y Ángel Mexicanos residentes en Don Benito
«Hernán Cortés casi siempre ha sido señalado como figura no grata en México»
Aunque todos en Don Benito la conocen como Silvia, en realidad lleva en su nombre completo el nexo entre México, su país natal, y Extremadura, región a la que Silvia Guadalupe llegó hace ya ocho años. «La Virgen de Guadalupe es un símbolo que une a ambos lugares y una extensión de parte de mi cultura que puedo encontrar en Extremadura», explica la joven que, tras vivir tres años en Cáceres, recaló hace cinco en Don Benito.
Llegó a la ciudad cacereña junto a su marido Ángel, que hace nueve años emprendió el viaje desde su Monterrey natal para estudiar su especialidad médica. «Nos hemos adaptado muy bien, tenemos buena calidad de vida y decidimos quedarnos», explica ella. «Tenía años con el plan de vivir en España, pero que fuera en Extremadura fue casi obra del destino», añade él, que cuenta cómo al ver la opción entre los programas de formación recordó que un amigo ya le había dicho 'Cáceres en Extremadura es buen sitio'. Y así fue cómo llegaron a la región.
El cambio fue brusco. De los más de un millón de habitantes de la ciudad de Monterrey, donde residieron más de tres décadas, a una Extremadura con esa misma población, pero repartida entre toda la región. «Estoy encantado de vivir en una ciudad pequeña y amigable, se gana mucha calidad de vida, no lo cambiaría», confiesa Ángel.
Publicidad
Una vida tranquila que también agradece Silvia, que se vio sorprendida por los horarios de tiendas o restaurantes. «Son fraccionados y cierran los domingos; en México el horario laboral suele ser continuo salvo por la hora de la comida», explica sobre estas diferencias. «Se respetan mucho las horas y días de descanso, me costó adaptarme, pero me parece muy acertado», añade su marido al que, además, le sigue sorprendiendo que a los españoles «les encante ir a comer o ir a tomar en terrazas, incluso cuando no hay buen clima».
Costumbres a las que ellos también se adaptan. «Hemos incorporado a nuestra dieta el consumo (moderado) de jamón ibérico, queso y vino, además de la ocasional siesta, que en ocasiones viene muy bien», bromea Silvia. También algunas expresiones, que les llaman la atención pese al idioma en común. «La de «¡Está como una cabra!» nos parece muy inusual y divertida», coinciden los dos, que aprendieron el 'acho' ya en Don Benito.
Aunque a ambos les gusta también mantener cerca su esencia mexicana. «Hemos entablado buena amistad con otros mexicanos y celebramos fiestas tradicionales, como el Día de Muertos o Posadas Navideñas, para no extrañar tanto nuestras tierras».
Pero más allá de esas diferencias, Ángel y Silvia defienden la buena sintonía entre dos países hermanos. «Me gustaría que los políticos mexicanos de tipo «populista» dejaran las absurdas discusiones de que «nos deben disculpas y compensación económica», eso solo promueve el rencor irracional», lamenta desde una Extremadura cuna de conquistadores. «Para mí esto es una curiosidad y no algo desagradable, pero es cierto que Hernán Cortés casi siempre ha sido señalado como una figura no grata en México», dice sobre el conquistador nacido en la vecina Medellín.
Publicidad
Para Silvia, su figura genera controversia. «Se reconoce que gracias a él se sentaron las bases de la historia de México tal como la conocemos hoy, pero también fue el líder de la conquista, lo que implicó sufrimiento para los pueblos indígenas y la destrucción de gran parte de sus culturas y tradiciones». En cualquier caso, ella considera que su legado tiene aspectos positivos y negativos, «pero es fundamental estudiarlos ambos para lograr una comprensión completa y equilibrada».
Según cuentan, el 12 de octubre apenas tiene celebración en México, no hay grandes festejos, pero sí se conmemora en instituciones educativas, «se le conoce como el 'Día de la Raza', como símbolo del mestizaje por la fusión de culturas de los pueblos europeos e indígenas».
Mexicanos de nacimiento, extremeños de adopción; su principal demanda para España es que se agilice la burocracia, «con más facilidades para estudiar, trabajar o quedarse a vivir sin tantos bloqueos».
Primer mes sólo 1€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión