¿Qué ha pasado este viernes, 5 de diciembre, en Extremadura?
Un país que nunca se acaba

De la charanga a la catana

Esther contra Gallardo. En los congresos de los partidos, todo se decide en la 'madrugá'

Martes, 10 de diciembre 2024, 08:06

El congreso regional del PP se celebraba en el Centro Cultural San Francisco. Era sábado, 23 de octubre de 2004, y sucedía algo más propio ... del realismo mágico que del uso político. Por el aparcamiento del recinto, avanzaba la charanga Veracruz de Montijo, detrás, los líderes de una de las dos facciones que aspiraban a liderar el PP extremeño, a saber: Óscar Baselga, Fernando y Pedro Acedo y Germán López. Cerrando el cortejo de aquella comitiva político-caribeña, dos azafatas repartiendo 600 botellas de vino Ribera del Guadiana con la pegatina del aspirante Óscar Baselga. Fue divertido lo del vino y la charanga, el resto del congreso fue como cualquier cónclave de partido político: negociaciones y más negociaciones para formar una ejecutiva que reflejaría quién mandaba en el partido y cuánto mandaba.

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He cubierto periodísticamente dos congresos políticos: uno del PSOE de Galicia en Ourense en los años 80 y el del PP de Extremadura en Cáceres hace ahora 20 años. No he ido a más porque, al fin y al cabo, son casi todos iguales. En el de la charanga, mientras los compromisarios escuchaban largas ponencias y aburridos informes en el salón de plenos, en el aparcamiento, en el claustro, en la sala capitular y alrededor del pozo del convento se ventilaba si habría pacto del sector Floriano, Celdrán, Saponi y Laureano León con el de Baselga, los Acedo y Germán López.

En los congresos regionales de los partidos, siempre hay enviados nacionales que vienen a poner orden. Al del PP en 2004 vinieron José María Arribas, Álvaro Moragas y Juan Carlos Vera, que llamó a los baselguistas al verdor del claustro y negoció con ellos alrededor del brocal del pozo gótico. Pero el pacto era complicado porque Óscar Baselga pretendía la secretaría general y un 40% de la ejecutiva regional. Los 'madrileños' llamaron después a Floriano, a Léon y a Baselga a una reunión en la sala capitular del convento y allí, disimulando tras unas cortinas, observé que no llegaban ni a sentarse en el tresillo de la sala, no hubo escena del sofá, ni hubo pacto.

El congreso del PSOE en Ourense fue más aburrido. Al salón de plenos, situado en un cine, no iba casi nadie porque todo el mundo andaba negociando la ejecutiva. Llegó de Madrid Txiki Benegas, que no durmió esa noche porque el poder se dirimió en las habitaciones de un hotel durante la madrugada, negociando hasta el amanecer.

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Algo parecido ha pasado hace diez días en el Congreso Federal del PSOE en Sevilla. La delegación cacereña propuso dos candidatas a la ejecutiva federal: Blanca Martín y Begoña García Bernal. Además, la ministra Pilar Alegría dio el nombre de Esther Gutiérrez para la secretaría de Educación. Los delegados cacereños se acostaron pensando que alguna de ellas entraría en la ejecutiva nacional y se despertaron con la sorpresa de que Ferraz decía no a las tres y sí a la llerenense Ana Fernández, apoyada por Gallardo.

En los congresos políticos, no te puedes acostar sin tener amarrados los cargos. En la 'madrugá' sevillana, hubo movimientos y al amanecer, la delegación cacereña se sintió ninguneada. Fue la gota que acabó con la paciencia de quienes no votaron a Gallardo en marzo y estiman que nunca ha habido integración. La decisión de Miguel Ángel Morales y su equipo no ha sido pataleta ni calentón, sino un puro cálculo político y Ferraz ni quita ni pone rey. No está claro que vaya hasta el final la candidatura de Esther Gutiérrez, mujer muy válida y buena candidata frente a Guardiola, pero como apuntaba un antiguo líder 'lechero': «Si la integración era esto, imagínate cómo funcionará la catana cuando haya que elegir candidatos».

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