Calles con mucho más que Jarramplas y cerezas

El municipio más alto de Extremadura se encuentra enclavado en la frontera del Valle del Jerte y la Vera. Gran conocido por sus Jarramplas pero con mucho más de lo que presumir. «Al estar en un punto tan alto, las temperaturas en verano son más suaves que en el resto de la región y se puede dormir muy bien», asegura Martín.

En el estío son tan bajas las temperaturas, que una de las peculiaridades del sitio es que solo tienen aires acondicionados en unas pocas casas, el supermercado y la farmacia.

Este clima facilita la vida en los meses de calor, en los que se puede salir a hacer rutas por sus parajes prácticamente a cualquier hora. Entre las decenas de rutas que se pueden hacer desde Piornal, destaca la que llega al charco de Calderón. «Es un lugar que el Ayuntamiento ha habilitado y se puede acceder fácilmente. Además, todavía es un sitio desconocido para los turistas».

La presidenta trata de visitar el pueblo con frecuencia en las distintas épocas del año. Sin embargo, como dicen sus paisanos, «en invierno se mete la niebla» y el frío y la humedad hacen más desapacible la estancia.

En otoño el pueblo no deja de brillar con su popular 'Toñá pionalega'. «Se ha puesto de relevancia esta estación del año, porque en el Valle del Jerte no solo hay cerezas, sino que también es uno de los mayores productores de castañas de España». En el festejo en honor a este fruto organizan mercadillos y fiestas tradicionales con bailes regionales. «Se ha convertido en una celebración de referencia del norte de Cáceres y de Extremadura».

Martín veranea en Piornal desde hace más de veinte años debido a que la familia de su pareja es de este lugar. Además, su abuelo materno era piornalego, por lo que la presidenta conoció el pueblo «cuando todavía era muy pequeña».

El acceso «está fenomenal pero lleno de curvas». «Aún así es un espectáculo paisajístico muy recomendable entre cerezas y castaños». Además, desde que la Vuelta Ciclista a España cerró una de sus etapas en esta localidad, es común ver grupos de ciclistas subiendo sus montañosas carreteras que «parecen casi imposibles».

La presidenta disfruta de la simpleza y tranquilidad que le aporta el pueblo en los veranos en los que «no hay agendas», donde el fresco le permite descansar y donde aprovecha la caída del sol para pasear hasta 'Peña negra'.

Recuerda con cariño su infancia en la que la piscina del pueblo «era de color verde, muy profunda» y le daba «algo de miedo». Ahora disfrutar de las cristalinas pero gélidas aguas municipales, de la misma manera que lo hace de las gargantas que rodean la zona.