Muchos años de sufrimiento y silencio antes de denunciar los abusos sexuales
La Fiscalía anima a denunciar cuanto antes para poner fin a situaciones que resultan muy duras para las víctimas
Una de las agresiones sexuales más graves juzgadas durante los últimos años fue la que concluyó con una condena de 38 años para un padre ... procesado por agredir sexualmente a dos de sus hijas. En la sentencia dictada por la Audiencia de Badajoz en diciembre de 2019 quedó probado que cometió un delito continuado de agresión sexual con penetración con su hija mayor y otro de abusos sexuales con penetración con su hija pequeña.
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Para ello, generó un clima de terror en la casa de campo en la que vivían, donde llegó a encerrar a dos de sus hijas y a su esposa durante una noche, cometiendo de ese modo tres delitos de detención ilegal.
El autor, de 52 años y vecino de una localidad del sur de la provincia de Badajoz, ejerció agresividad psicológica y verbal frecuente sobre su pareja y sus tres hijas «para mostrarles el dominio y someterlas en su voluntad». Las llamaba «guarras, drogadictas, zánganas y malas hijas» y en múltiples ocasiones golpeaba los muebles, cortaba los cables de la antena de televisión o rompía vasos y platos para causar el miedo. Incluso le dijo a su mujer que «la iba a colgar de una cadena en presencia de sus hijas».
En la sentencia se explica que cuando su hija mayor tenía 15 años comenzó a realizarle tocamientos y a mantener relaciones sexuales frecuentes aprovechando el «clima de terror». Años después comenzó a actuar del mismo modo con la hija pequeña, momento en el que una de las hijas decidió denunciar ante la Guardia Civil.
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A partir de ese momento se instruyó el caso y en 2019 fue dictada una sentencia condenatoria en la que se reflejaba que las cuatro víctimas presentaban algún tipo de trastorno ansioso depresivo o traumático hasta el punto de sufrir una de las hijas pesadillas relacionadas con los abusos sexuales. «Todas ellas presentan daño social asociado a la violencia, tanto por el estigma en su entorno social como por la pérdida de relación con la familia paterna».
La prueba de cargo fundamental estuvo en las declaraciones de su esposa y sus tres hijas, cuyos testimonios fueron considerados «sólidos y convincentes, coherentes, uniformes, creíbles y sin contradicciones de ningún tipo (...). Todo lo contrario que el procesado, que se mostró muy dubitativo, ofreciendo explicaciones increíbles y ciertamente pueriles en algunos casos, sobre todo en relación con los delitos de contenido sexual».
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El tribunal también valoró los informes del médico forense y las psicólogas del Instituto de Medicina Legal, que dieron credibilidad a lo relatado.
En aquel procedimiento quedó claro que las víctimas presentaban un trastorno ansioso depresivo o traumático hasta el punto de sufrir pesadillas relacionadas con los abusos.
Para evitar que este tipo de sufrimientos se prolongue en el tiempo, la Fiscalía es clara: «Hay que denunciar cuanto antes». Es lo que hizo la hermana mediana y eso cortó de raíz la situación.
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