Piski, hijo, con su familia tras debutar en Sevilla el pasado sábado. MÉRIDA AD
Primera RFEF

El primer 'de padres a hijo' del Mérida AD

Diez años y medio separan el último partido como emeritense de Piski del debut de su hijo, con tan solo 17 años, el pasado sábado en Sevilla

R. P.

Mérida

Martes, 4 de febrero 2025, 11:28

El Mérida sumó el pasado sábado en Sevilla una saga más a su historia: los Lozano, los Troiteiro, los Pla, los Kubala… y desde ahora ... también los Caballero. Con un matiz ciertamente significativo: los Piski son los únicos que han defendido su escudo bajo una misma denominación. «Para mí es todo un orgullo que mi hijo y yo seamos los únicos que hayan jugado en un club tan grande como es el Mérida AD». Entre el último partido del padre y el primero del hijo, sólo han pasado diez años y ocho meses.

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El padre, Raúl Caballero Cruz (Mérida, 1984), tras formarse en las canteras del Pizarro (club que fundó su abuelo, Juan Luis Cruz Alonso) y del Mérida, perteneció a aquella plantilla de Bernardo Plaza que perdió el ascenso en Langreo. Debutó un 22 de enero de 2012 en Malpartida de Plasencia ganándole al Chinato 0-1 con el UD y sus últimos minutos, ya con el AD, fueron en Coria en mayo de 2014. Entre medias, 68 partidos, 14 goles y 3 asistencias.

El niño, Raúl Caballero Martín (Mérida, 2007), que empezó en la Escuela de Diego Quintero entrenado por su padre y luego se ha pasado toda una vida entera en La Academia del Mérida desde prebenjamines, jugó el amistoso en Santa Amalia a principios de año y debutó oficialmente ante el filial del Betis el pasado sábado sustituyendo al pichichi Javi Eslava: doce minutos y una posibilidad de mano a mano a centro de Álvaro Juan, un regate ante tres rivales a pase de Prevedini en la frontal del área y una conducción por banda izquierda en la que provocó un saque de banda ante tres verdiblancos.

«Le dije a Bonaque, que estaba tocado, que se regulara porque quería darle minutos a Piski. A lo mejor ahora, con los refuerzos, no va a tener tantos minutos, y el chico se lo estaba mereciendo por su trabajo este último mes», explicó tras el partido el propio técnico emeritense, Sergi Guilló. «Con el gol de Beneit, el míster me mandó a calentar», recuerda Piski Júnior. «Y cuando llego al grupo, Juancho (Pozo) me dice que si hacemos el cuarto me van a dar minutos. Así que cuando marca Álvaro Juan el 0-4 veo al míster que me grita que acelere, que haga un par de carreras rápidas que iba a salir. Entré en estado de shock, no me lo creía».

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En las gradas, como cuando debutó como titular en el amistoso de Santa Amalia o fue convocado en los choques ante Marbella e Ibiza, su padre, su madre y su hermana Nerea. «Al principio pensé que iba a tener nervios, pero qué va. Me sentí muy tranquilo, como un partido más. Aunque sí es cierto que todavía no lo he asimilado porque ha venido todo muy rápido. ¡He debutado en la tercera categoría del fútbol español!», se sorprende este Piski de 17 años. A finales de 2024 entrenaba con su juvenil A de Carlos García y a principios de 2025 empezó a entrenar con el primer equipo de Sergi Guilló, jugó de titular en el amistoso ante el Santa Amalia y hasta hoy ha compaginado sus clases en el instituto con los entrenamientos y las convocatorias del primer equipo.

«Es un jugador habilidoso, que tiene un buen uno contra uno. Su mejor versión es cuando se mete hacia dentro, cuando conduce a pierna cambiada. Y tiene un buen último pase», lo radiografía su técnico del juvenil A, Carlos García. «Es un chico que siempre va con ganas de querer mejorar y aprender. Con mucho amor propio y los pies en el suelo». «Sí, tiene sus cositas», lo ven los ojos de su padre. «Es parecido a mí, pero tiene más uno contra uno, más definición, un poco más de todo que yo».

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–¿O sea que es mejor que usted?

–Sí, lo es.

«Para mí es un orgullo verlo donde está. Antes era yo el que jugaba ahí… y ahora es él quien está disfrutando. Así que le digo que sea él mismo, que disfrute del momento… y paciencia y humildad. Porque le veo potencial, tiene cualidades. El fútbol es tener suerte y estar en el momento adecuado, además de la constancia, la humildad y el trabajo. Que lo viva y lo disfrute, porque luego te arrepientes de cosas que no has hecho y… Está viviendo un momento precioso, que lo aproveche». «Sí, a mí el niño me parece mejor que el padre, tiene más habilidades, aunque su padre siempre ha sido muy bueno», opina su madre, Maite Martín, emparejada con Piski desde los 15 años.

Piski júnior, en un momento del partido ante el filial del Betis el pasado sábado. MÉRIDA AD

«Yo sí que recuerdo a mi padre jugar las últimas temporadas en el Mérida. Tendría unos siete años. Siempre me ha flipado cómo era: cómo corría los balones en largo, esa velocidad punta que tenía… Entraba con unas ganas que le bastaban veinte minutos para hacer gol. Me acuerdo que, cuando era pequeño, en los días libres que tenía, me iba con él a jugar al fútbol, o al Romano y entretenerme con una pelota mientras él entrenaba, o estar con él en el autobús del equipo».

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«Sólo con ver la cara de mi hijo este mes estoy súper emocionada», describe la madre. «Bueno… a mí me dice que yo estoy más alterado que el niño: que parezco yo el futbolista», completa la frase Piski, también ex jugador del Imperio, del Extremadura UD, del Arroyo de San Serván, del Pizarro de Segunda Extremeña («club que lleva ahora mi hermano José, que me convenció») y del Racing Mérida, con el que colgó las botas en 2023. «Es que cuando ves a tu hijo debutar en esta categoría… estaba yo más nervioso que él. Cuando lo vi salir, se me cayó todo».

Piski, padre, en un momento del partido con el entonces Mérida UD. JOSÉ MANUEL ROMERO

Porque, aunque no federados, padre e hijo han jugado muchas veces juntos en el equipo de amigos que se recorre los pueblos en los torneos de verano desde hace ya varios años. Uno de delantero, el otro de extremo izquierdo. Y ahora, el que lo empezó a entrenar en la escuela de Diego Quintero, lo ve debutar con 17 años en Primera Federación en el equipo que él también defendió hace ya 11 años.

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«Tengo que ver otra vez el partido, porque lo recuerdo poco», se ríe Piski Júnior. «En la primera que cogí, hice lo que me salió. En la segunda, me iba solo ante tres y aguanté bien hasta la llegada de un compañero. Y luego tuve un par de ocasiones que, si mis compañeros me hubieran visto, podría haberme quedado solo ante el portero. Imagínate haber debutado ya con gol…». Mientras compagina con dificultad las clases de 2º de Bachillerato y los entrenamientos de Sergi Guilló y se piensa si cursar Ciencias del Deporte u opositar a Policía Nacional, su padre ya se encuentra en conversaciones con el club, como otros juveniles de su equipo, para ver qué quiere el Mérida de él a corto plazo.

De momento, «hablaré con Sergi (Guilló) esta semana para ver si seguirá contando conmigo o no. Si él quiere, ahí estaré».

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