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M. Gª Garrido
Badajoz
Miércoles, 23 de abril 2025, 21:30
El Cáceres disputará ante el Palmer este domingo (19.00 horas) en el Multiusos su primer asalto de la final de campeones por el ... ascenso a Primera FEB justo diez años y dos días después de un 25 de abril de 2015 de recuerdo dorado en el imaginario verdinegro. Contando las horas para vibrar con otro capítulo clave, la memoria serpentea en busca de precedentes coronados con laureles y rescata de un recóndito baúl el triple de Luis Parejo cuando en el luminoso apenas restaban 22 segundos. Una canasta que copa uno de los puestos cabeceros en el ranking de episodios místicos, ya que abrochaba un triunfo vital con una remontada agónica frente al Guadalajara que valía un ascenso.
Ese día, la entidad extremeña pudo mirar con desdén a una LEB Plata a la que tuvo que degradarse por motivos económicos, con la implacable sombra de la desaparición acechando. La voluntaria bajada a los infiernos supuso una decisión dura y traumática, con todo lo que entrañaba tras haberse sentado a la mesa de los grandes emperadores del baloncesto patrio durante dos gloriosos lustros en los años 90. Pero prevalecía la necesidad de apuntalar la sostenibilidad del proyecto y evitar que los vaivenes financieros demolieran los cimientos de un histórico.
Dos años transcurrieron en esa división en la que porfían hoy por abandonar. En el primer curso de transición, en el que emprendían el camino hacia la reconquista, lograron clasificarse para el playoff, pero quedaron varados antes siquiera de acercarse a la orilla, ya que cayeron en las semifinales apeados por el CB Prat en una apretada eliminatoria.
En la 2014/15, la apuesta era rotunda, sin excusas el objetivo era recuperar un estatus que le correspondía por su legado y que se convirtió en la única prioridad. Pese a un inicio titubeante, se erigió en uno de los claros favoritos para subir. Sin embargo, aunque el emplazamiento clasificatorio final fue análogo, el periplo para desembarcar en la tierra prometida distó bastante del que han protagonizado actualmente. En aquella época, el primero gozaba del suculento premio de adjudicarse un salvoconducto directo sin necesidad de someterse a duelos de enjundia.
El Cáceres sudó sangre para adjudicarse esa cotizada plaza y lo hizo cuando restaban pocas jornadas para la conclusión de la fase regular. Aguantó el tirón y la atosigadora persecución de un Amic Castelló que apareció en el retrovisor hasta la jornada definitiva. Pero la consistencia del bloque de Ñete Bohigas no dejó el más mínimo resquicio tras encadenar una secuencia de diez encuentros consecutivos imponiendo su ley. La racha en la segunda vuelta fue casi perfecta, con 13 triunfos y una sola derrota. Con esas credenciales, dependía de sí mismo, en su cancha, con más 4.000 gargantas empujando a los suyos y con una inercia positiva que le permitió neutralizar los alardes de rebeldía del Guadalajara, que llegó a amasar una ventaja de hasta 14 puntos. El Cáceres regresaba a la antesala de la corte, más acorde a su alcurnia.
Mucho dista esa realidad de la que atraviesan los verdinegros en este tramo postrero de la campaña. Las dudas se han apoderado de un equipo que adquirió el liderato en propiedad con dos jornadas de colchón, pero que ha mostrado demasiados síntomas de fragilidad, especialmente en los compases finales del campeonato. Es cierto que la incidencia es anecdótica, porque solo ha generado cierto suspense a un desenlace que no se ha visto alterado, pero un balance de cuatro derrotas en los últimos cinco encuentros no es la mejor puesta de largo para presentarse en una batalla de máxima exigencia. Especialmente preocupante ha sido la cosechada en casa ante el Huesca, con un 49-73 que pone en solfa muchas lagunas, sin perder de vista que la falta de motivación local era inversamente proporcional a la de su contendiente, con alicientes en juego. «La mejor noticia es que se ha acabado este final de liga regular», manifestaba tras ese traspié frente al conjunto aragonés Adrià Alonso. El preparador catalán no ha escondido durante la temporada su preocupación por la ansiedad, cierto bloqueo y la pérdida de identidad en determinadas fases de su plantilla, lo cual ha comprometido las opciones de victoria en algunos encuentros. Esas desconexiones se tornan irreversibles en citas del calibre de la que ahora dilucidan ante el Palmer, rocoso y fiable conjunto balear que ha mostrado una solidez y regularidad incontestable con un 23-3 de balance.
Pese a la falta de tensión imperante en los compromisos más recientes, el preparador catalán insiste en focalizar en la vertiente positiva, «nadie más se ha hecho daño para la final». Eso permite que todas las miradas estén centradas en la recuperación de Óscar Alvarado, cuya lesión muscular le convierte en duda hasta última hora.
Adrià Alonso es consciente de que las sensaciones no son buenas, al menos de puertas para fuera, pero se mantiene esperanzado por lo que observa cotidianamente en las sesiones de entrenamiento, «el día a día es bueno, trabajan bien; eso no implica que vayamos a superar la eliminatoria, pero estoy confiado con el equipo por ese trabajo».
El técnico barcelonés se encomienda a la grada, esa que siempre ha proporcionado una gota más de energía cuando las fuerzas flaquean y que será indispensable para que el Cáceres viaje la semana siguiente a Palma de Mallorca en disposición de poder rematar el cruce, «espero que la gente esté con nosotros porque parece fácil pero quedar campeones es complicado y este grupo ha hecho un trabajo muy bueno durante gran parte de la temporada».
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