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Isaac Rosa. HOY
Trazos

Otro mal de nuestro tiempo

Novela. El sevillano de origen extremeño aborda a uno de los problemas de la sociedad actual: el insomnio

Enrique García Fuentes

Sábado, 6 de diciembre 2025, 01:00

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Isaac Rosa (Sevilla, 1974, pero con antecedentes bien vinculados a Extremadura) se está convirtiendo (si es que no lo es ya) en uno de los ... más acertados cronistas de estos desnortados tiempos que vivimos. Comprometido con su circunstancia desde obras como 'El vano ayer', 'La habitación oscura', donde ponía de relieve –de forma harto atractiva– la pasividad general ante este momento de crisis y de pérdida de lo conseguido que trajo la instalación plena de la crisis económica de 2008, o la estupenda 'Feliz final', un relato sin concesiones donde se diseccionaba el progresivo desafecto amoroso condicionado inevitablemente por el contexto social y económico que nos ha tocado en suerte y para el que parece ser que no estábamos preparados, con esta novela de hoy (donde siguen buceando de manera evidente muchos de los asuntos que acabo de citar) da una nueva vuelta de tuerca a uno de los problemas latentes -aunque cada vez menos, dado lo exponencial de su crecimiento- que acechan a la sociedad actual: el insomnio. Pero ya adelanto que con un aliento transcendente y sin alharacas que sitúa el asunto en cuestión (una vez más) no como una desazón más o menos habitual, sino como el evidente síntoma de que hay algo que no funciona en nuestros tiempos, máxime cuando está más que demostrado que ya nadie alardea de dormir mucho y bien. Las buenas noches se estructura en dos bloques que se van alternando; por un lado, el que relata los encuentros de estos dos insomnes innominados (siempre desde la perspectiva del protagonista masculino) y la «relación» que entre ambos establecen, y por otro la serie de anotaciones que lleva a cabo aparte, luego sabremos que recomendada por el médico de cabecera, el mismo narrador de antes y que va desde el 21 de febrero al 23 de marzo, donde anota rutinas en busca de ese sueño que, si llega, pronto se le va: rituales para concitarlo, métodos que fracasan, y, desde ahí, entretenidas divagaciones sobre los asuntos más heterogéneos, toda vez que –tal vez la verdadera clave del problema– su vida laboral acusa el deterioro que provoca la falta de descanso (él es una especie de lector editorial, trabajo al que llega por el fracaso de sus intentos literarios, ella trabaja en una empresa donde tiene encima a una jefe que la machaca, pero no sabemos más) y, por supuesto, en su estricto ámbito familiar, donde acusan también su progresiva decadencia.

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