Herido Robleño, valentísimo Borja Jiménez
Corrida imponente de Escolar. Cuatro cinqueños durísimos y dos cuatreños de buen trato. Robleño, inédito. Borja expone con caro rigor. Juan del Álamo, una estocada certera y una oreja
Barquerito
Sábado, 8 de julio 2023, 23:31
El primero de los seis toros de Escolar, casi 600 kilos, astifino, bien armado y rematado, largo y de alzada, salió a vivo galope, con ... muchos pies, como habían hecho todos agrupados en manada en la carrera del encierro. Robleño lo fijó con lances limpios de seguro dominio. El toro calamocheó protestando en la primera vara. Al salir desarmó a Robleño y corneó son saña el capote de vueltas moradas, lo hizo trizas. El segundo puyazo fue de formidable castigo y a salida tapada. En banderillas se puso incierto el toro. En los pases cambiados de tanteo de Robleño, ni media docena, embestidas gateadas nada claras. Solo en la primera baza en que se ofreció y descaró Robleño, el toro se le vino encima y, certero, lo volteó y corneó. Robleño no pudo ni ponerse en pie. El toro se avisó después del percance y Juan del Álamo no hizo más que cuadrarlo y cobrar una estocada corta y delantera. Dos descabellos.
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El trastorno de la corrida fue doble. De un lado, la baja de Robleño, que iba a convertir a Borja Jiménez en protagonista por una razón mayor: en su debut en Pamplona y en su estreno con una corrida de Escolar iba a tener que vérselas con tres toros. De otro, tras la cogida de Robleño, se corrieron los turnos, pero no estuvieron advertidos ni el corralero ni el responsable del marcador electrónico. En la cartela de pesos se anunció por error la salida del segundo de sorteo y no la del tercero, es decir, el primero de lote de Borja Jiménez. El error habría sido inocente, solo que Borja se había plantado de rodillas a porta gayola con gesto desafiante y conmovedor. Expectación desbordante. Pero no asomaba ningún toro. Más de dos minutos de espera. Cuando al fin salió el toro debido, cornipaso, de espléndido trapío, lo hizo arrollando a Borja cuando apenas intentaba librar la larga de saludo. Repuchado en varas, se declaró en seguida: reservón y probón, pegó tornillazos y gañafones en el remate de medias embestidas traídas por delante, enganchadas en el hocico y en labor de alto riesgo. Firme de verdad, encajado, cruzado una y otra vez al pitón contrario, el torero de Espartinas puso nervioso a todo el mundo. A pesar del aire artero del toro, Borja jugó en péndulos para ganar una sorda batalla de auténtico mérito. Un pinchazo sin soltar y una estocada desprendida. Un debut en sanfermines más que respetable.
FICHA
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Corrida imponente de Escolar. Cuatro cinqueños durísimos y dos cuatreños de buen trato. Robleño, inédito. Borja expone con caro rigor . Juan del Álamo, una estocada certera y una oreja,
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Pamplona. 4ª de San Fermín. Veraniego. No hay billetes. 19.700 almas. Dos horas y diez minutos de función.
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Seis toros de José Escolar.
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Fernando Robleño, herido grave por el primero. Dos cornadas en el muslo izquierdo. Una, de 12 cms. superficial, y otra, de 8, que diseca la femoral. Operado en la enfermería de la plaza. Juan del Álamo, una oreja y silencio. Silencio tras matar al toro que hirió a Robleño. Borja Jiménez, ovación, ovación tras un aviso y vuelta al ruedo. Atendido en la enfermería de un puntazo en el muslo.
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Brega precisa, segura e infatigable de José Chacón. Buenos pares de Fernando Sánchez.
Del gesto iba a haber repetición y confirmación con el cuarto de corrida, segundo del lote de Robleño. De nuevo hubo confusión en la tablilla de pesos. Ese cuarto, descarado, vuelto de pitones, vino a ser por compensación el de mejor nota de la corrida. Peleón pero suelto en varas, fue el único de trato claro pero sin excesos. Borja estuvo puesto delante sin pruebas y abrió faena con seis en redondos ligados y cosidos con el de pecho. Y en seguida, otra de siete y el mismo remate. Sin artificios ni teatros. Y una tercera embraguetada, templada y ligada de cuatro y su remate. Como por arte de magia, el toro llevaba encima los veinte muletazos que bastaban como marca de faena, y más, cuando en el primer intento con la izquierda, el toro pegó un trallazo, y dos más. Lo propio habría sido cortar, irse por la espada y liquidar.
Era el toro de la merienda de Pamplona y, sin embargo, la gente estuvo metida en el asunto, que con la prórroga se desvaneció. Un pinchazo, media soltando el engaño y un descabello. Sacaron a Borja a saludar al tercio. Y, en prueba de reconocimiento, le animaron a dar la vuelta al ruedo después de lidiar con un quinto de corrida -sexto de sorteo, segundo de su lote- que, muy abierto de cuerna, la cara por las nubes, distraído, apalancado y parado en seco, no cumplió otra misión que la de confirmar a Borja como el héroe de una corrida de aire tan hostil y agresivo. Ya iba entonces Borja cojeando -un puntazo en el muslo- y abrevió con la espada: entera en los bajos.
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Muy bien picado por Alberto Sandoval, el primer del lote de Juan del Álamo, degollado y cornipaso, el más en línea Saltillo de los seis, fue, como el de la merienda, toro de trato: descolgado, humilló y repitió. Cuatreño, como el de la merienda, los dos únicos de un lote con los resabios de la edad. Le costó al torero de Ciudad Rodrigo entenderse de verdad con el toro, pero lo fue haciendo en tandas cortas, y en el uno a uno por la mano izquierda, y se adornó con desplantes de rodillas que se jalearon. Se fue con fe tras la espada. Estocada. La primera oreja de San Fermín. El último de la tarde barbeó tablas buscando salida, enterró pitones a pulso, esperó y cortó en banderillas y se sacudió de la cara el engaño. Mansedumbre plena. No se entiende que Del Álamo lo brindara al público.
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