¿Qué ha pasado este sábado, 6 de diciembre, en Extremadura?
Prometeo (Sandro Cordero), de rodillas, ante Zeus (Juan Meseger), en el montaje con el que se cierra la programación del Festival de Mérida en esta edición. JAVI CINTAS

Festival de Teatro de Mérida

Una abundante ración de mitología griega para un montaje de matices

'El regalo de Zeus', con el que se cierra la programación del Festival de Mérida, es un espectáculo coral que aporta frescura pero también atascos a lo largo de 110 minutos de duración

Jueves, 24 de agosto 2023, 07:31

Tengo unos vecinos, José y Espe, que no se pierden una del Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida. Son, te lo aseguro Jesús Cimarro, ... de los que edición tras edición se sacan el abono completo para ver todas las obras en el Teatro Romano y, efectivamente, se las ven. Todas. Estoy como loco por intercambiar impresiones con ellos porque el último montaje del Festival de Mérida, 'El regalo de Zeus, que se estrenó anoche ante 1.500 espectadores aproximadamente, me ha dejado en la cabeza tantos interrogantes como dolores de cabeza a Zeus por encontrar como sea su memoria. Esa fue una de las cosas que me quedó clara ayer al filo de la una de la madrugada, al finalizar la representación para, primero, intentar discernir de qué va la obra -que es lo primero que sin duda el público generalista se pregunta- y para, después, poner en su justa medida el resultado del trabajo de actores y directores.

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La realidad es que el Festival de Mérida echa el cierre a la 69 edición -será el domingo próximo- con un montaje tan poco convencional como habitual. Tan visual como hablado. Tan denso como ligero. Tan sugerente como poco estimulante a ratos. Sí, la pura contradicción. O como dicen sus promotores, el triunvirato de directores formado por Concha Rodríguez, Ángeles Vázquez y José Antonio Moreno, tan ficción como realidad al mismo tiempo. Por todos los dioses, uno uno acaba a qué atenerse.

Por intentar aportar un poco de luz, esa que domina Prometeo, uno los personajes de la historia. Quedemos en que no es ni una comedia (aunque se quiera vender como tal), ni un drama. Y menos una tragicomedia. Tiene sus golpes cómicos, apegados a la actualidad pero uno sale con la impresión de que, por encima de todo, es un espectáculo moralizante, bien estructurado, ágil por momentos, atascado en ocasiones, que trata de intentar explicar cómo fue el nacimiento de la humanidad. Cómo los dioses crearon al ser humano.

Para los aficionados a la mitología griega, no digo para ya los fanáticos de sus dioses, heroínas, titanes y demás elenco del Olimpo, es una gozada ver este montaje. 'El regalo de Zeus' es una clase intensiva para saber de los mitos griegos y cómo a través de ellos se intentó explicar el origen del mundo y de sus habitantes. Zeus, el jefe de todos ellos; Hera, Poseidón, Ares, Hermes, Hefesto, Afrodita, Atenea, Apolo....Uno se pierde en una lista que sin ser tan larga como la de los inefables reyes godos tiene que estar uno muy atento para seguirla. Llegar con la mente abierta y las orejas sin tapones es básico. Y más, si como pasó anoche en el estreno, falla el sonido más de la cuenta. Porque este espectáculo no es un drama o una comedia que uno pueda conocer de carrerilla y solo haya que atenerse a si los actores lo hacen bien o mal.

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Quien venga a ver 'El regalo de Zeus' debe, en primer lugar, estar predispuesto a enterarse del guion. Principio básico. Aquí hay texto, danza, circo, mimo y un alucinante mapping, o sea, la utilización de proyectores de vídeo para poner una animación o imágenes sobre superficies reales, en este caso, las columnas del Teatro Romano emeritense. Un poco de todo.

Las columnas del Teatro, con proyecciones. JAVI CINTAS

Actores, circo y proyecciones

Porque sabemos que Zeus es el rey de reyes mitológico, que todo lo domina, y que tiene una hija alegre, Talía, la musa de la comedia, y otra una ceniza, Melpómene, la musa de la tragedia. Que ambas comparten visiones muy distinta de la vida y de cómo se debe tratar a los seres humanos, esos seres inferiores en todos los sentidos a los que saborean la estancia permanente del Olimpo como ellas y su padre.

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En nuestro caso, el veterano Juan Meseguer, un actor de teatro, teatro, de largo y brillante recorrido, es el Zeus elegido. Sobrio, sin alharacas y convincente. Atinada elección. Y como hijas-actrices aparecen Emma Ozores, la cómica, y María José Mangas Durán, la amargada en la obra. La madrileña Ozores lleva la gracia y lo demuestra en una obra que no es precisamente la alegría de la huerta pero se le nota de quien es hija (Antonio Ozores) y sobrina (Mariano y José Luis Ozores). Tanto que, por momentos, replica el aturullamiento verbal que practicaba su padre y hacía reír al público. La sevillana Mangas tiene un protagonismo más reducido pero igualmente efectivo.

Dioses, musas y mitos sin fin se mezclan en el último montaje del Festival bajo un hilo argumental en el que se explica cómo dominaron al hombre para finalmente convivir con él, no para sojuzgarlo. En este guion tiene un protagonismo final Pandora (la circense Sandra Susana Carrasco) como más intenso Prometo (el actor Sandro Cordero, sin duda, uno de los que mejor papel desempeña. Ya estuvo en Mérida con un Calígula en 2010). Pandora, por situarnos, fue la primera mujer hecha por orden de Zeus después de que Prometeo, yendo en contra de su voluntad, le otorgara el don del fuego a la humanidad.

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Según la versión del mito, fue la responsable de abrir la caja (originalmente una jarra) que le fue dada por los dioses y que contenía todos los males, liberando en el mundo todas las desgracias que aquejan a la humanidad. Lo último que queda en la caja, antes de que Pandora la cierre, es la esperanza. Y al final ese mensaje es el que se quiere transmitir en un mundo de malos y hostilidades.

Con el juego de hula-hoops de Carrasco sobre el escenario del Teatro y Cordero bordando la dramaturgia, el montaje ofrece otros momentos para recordar como la creación del 'homo', que dice Prometeo, casi un juego de mímica actoral que brilla sobre una cinta para correr. Mitos tras mitos, leyendas tras leyendas, el Olimpo y la Tierra, los sentimientos de ahora y de siempre. De todo hay para un espectáculo que dura 110 minutos aproximadamente y que no apabulla pero tampoco echa para atrás.

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Seguramente más por la historia en sí (las historias, habría que decir y el empacho mitológico del asunto) que por cómo se cuenta porque la compañía extremeña La Estampa Teatro y la medio andaluza medio extremeña Entrearte Al-Badulaque, visual y circense, desarrollan un trabajo magnífico. La música, pausada; los efectos visuales, justos y oportunos, y unos diálogos justos.

'El regalo de Zeus' no es un montaje facilón, para soltar carcajadas o risas sin esfuerzo mental porque la comedia está muy matizada y tampoco da mucho pie a ello. Ni mucho menos un dramón. Nada de eso. Sin ser memorable ni mucho menos, es una puesta en escena aceptable y diferente, algo que no siempre se puede decir. Eso, para algunos, es ver el vaso medio lleno; para otros, medio vacío. José, Espe, ¿vosotros que pensáis? Me sigue asolando la incertidumbre porque, como la vida misma, no es cuestión de blanco o negro sino de matices.

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