Cáceres, al borde del lleno total y sin habitaciones por menos de 200 euros

Aún con todo el viajero no previsor, ese que una semana antes se acuerda de que hay días libres y se pone a mirar en portales de Internet para hacer una reserva, lo tiene realmente difícil para encontrar algo económico en una ciudad que vive, entre paso y paso, sus días grandes.

Buceando en los portales de reservas, y a una semana vista del Jueves Santo, es casi imposible encontrar una habitación doble por menos de los 200 euros la noche en un hotel a partir de tres estrellas. Hay alguna excepción, pero en la mayor parte de los alojamientos hosteleros los precios superan con creces esta cantidad. Al abrir ayer miércoles la plataforma Booking y elegir dos noches (viernes 7 y sábado 8) solo nos salen disponibles 25 habitaciones. El precio más alto son los 1.198 euros del Galarza de Luxe, un piso con tres habitaciones y 90 metros cuadrados. Lo más económico es la habitación del Kubik hotel, de dos estrellas, 310 euros.

Juan Torres es el director del Gran Hotel Don Manuel de Cáceres. A principios de esta semana explicaba que aunque «aún quedaba algo» las previsiones para esta Semana Santa eran muy buenas. «No se llegará al máximo de los precios, aunque es el periodo más caro del año».

El perfil promedio de Semana Santa son familias. La habitación triple en este hotel cuesta 320 euros la noche. En cuanto a los días, los mayores picos se hallan entre el Jueves y el Viernes Santo. El domingo es día de éxodo generalizado aunque todavía queda el público que proviene de Valencia o Cataluña, comunidades en las que el lunes es festivo. Lo que sí aprecian los hoteleros es que las pernoctaciones en Cáceres se están ampliando, y que ya es habitual que las familias elijan la ciudad como sede de operaciones y estén dos o tres noches.

En el hotel Barceló V Centenario todavía no han llenado sus habitaciones, aunque el panorama también es bueno, como señala Guillermo Antón Quiza, su director. Fija también en un entorno de 200 euros el precio de una habitación doble para estos días. Antón apunta un elemento importante para comprender el fenómeno turístico cacereño. «Cáceres cada vez tiene más tirón turístico, más importancia y está más asentado y por eso cada vez se puede cobrar más». No hace falta más que darse un paseo por las calles del centro para constatar esa realidad.

El hotel Alcántara, un clásico de la hostelería en la ciudad, también está ya prácticamente al completo. En su caso, siendo un hotel de tres estrellas, los precios oscilan entre los 140/150 euros para la habitación doble.

El fenómeno de los apartamentos turísticos cada vez está más en boga. En la ciudad una de cada tres plazas de alojamientos está ya en este tipo de pisos. El dato total de plazas se eleva hasta las 3.849, de las que 2.457 pertenecen a 35 establecimientos de diferentes categorías, desde los hoteles hasta las pensiones y hostales.

María Fernández es la responsable de Aptuex, la asociación de apartamentos turísticos de Extremadura, de los cuales la mayoría están en Cáceres. Estos días, explica esta mujer, hay apartamentos que llegan a costar para dos personas 800 euros por tres noches. Pero aunque hay viajeros de última hora, se trata, en general, de un público que ha reservado con un margen suficiente de tiempo sus alojamientos para no tener problemas, no vaciar en exceso el bolsillos y disfrutar de estas vacaciones sin contratiempos.

Las dificultades que enfrenta la hostelería para contratar figuras como la de camareros (también cocineros y repartidores a domicilio) afecta al periodo de la Semana Santa. «Es muy difícil encontrar extras para estos días», señala César Martín Clemente, presidente de la Asociación Empresarial Provincial Cacereña de Hostelería y Turismo (Aecahtur) y dueño de Alcaraván, un restaurante en la avenida Clara Campoamor. «No sé si hay una gran demanda, pero costaría cubrirla». No es raro, con este panorama, encontrar en la ciudad establecimientos en los en los que, por falta de camareros, indican que no es posible servir en la propia mesa y tiene que ser el cliente el que se ocupe de pedir en la barra.