La sala Tragaluz, el final abrupto de la primera fábrica de actores y cine en Badajoz
Cultura ·
La primitiva sala, recuperada ahora por las payasas de 'La sin carpa', estuvo funcionando en Muñoz Torrero hasta que en 2016 se trasladó a la antigua iglesia protestanteEn el edificio más singular de la calle Muñoz Torrero de Badajoz, que diseñó el arquitecto Eduardo Morcillo para albergar una iglesia protestante, cuelga desde ... hace varios años un cartel de 'Se alquila'. En la puerta aún quedan vestigios de su última vida, el logotipo de la Sala Tragaluz, aquella que en 1994 se convirtió en la primera industria privada de Extremadura que empezó a hacer hueco a la exhibición y formación teatral, tanto de actores como de técnicos.
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En su primera década de vida, las instalaciones de la sala eran más modestas. Estaban al lado de la vieja iglesia y, entonces, la actividad de la sala Tragaluz compaginaba la formación teatral y cinematográfica con la exhibición de espectáculos, que se hicieron un hueco fuerte en la agenda cultural de la ciudad. Por su sala pasaron Love of Lesbian, Albert Pla, Pablo Guerrero o los humoristas Pedro Reyes y Leo Bassi.
Tragaluz organizó además durante dos décadas el Festival Ibérico de Cine y firmó exitosas producciones de cortometrajes, películas y documentales como 'Escuela Viva', 'La Cigüeña', 'La Batalla de Badajoz', 'Un novio para Yasmina' o, la última, 'El país del miedo', la adaptación para el cine de la novela de Isaac Rosa que dirigió Paco Espada, el alma detrás del proyecto de Tragaluz, que hoy vive en el campo dedicado a escribir guiones.
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Es esa primera sede de 120 metros cuadrados, que comenzó a funcionar sin ayuda pública, solo con la aportación que hacían los socios de 600 pesetas al mes, la que se vuelve a llenar de cultura de la mano de la asociación 'Las sin carpa', que hoy abren en ella La Idiota, como espacio de creación, formación y espectáculos con el humor como denominador común.
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Mientras tanto, el edificio de bloques de hormigón, paradigma del neorracionalismo urbano en Badajoz y singular de su Casco Antiguo, que está justo al lado sigue esperando que alguien le dé una nueva vida, después de su pasado dedicado al culto como templo evangélico y posterior, productora audiovisual.
La vida cultural se acabó abruptamente en 2018, cuando la Sala Tragaluz echó el cierre. Tras reconvertir en 2006 el viejo templo evangélico en un centro de producción de cine y televisión, con plató y salas de realización, edición y posproducción. Entonces, cerró su primer local, aquella pequeña sala cultural, que ofrecía espectáculos de música, teatro, cine y humor, abandonando su actividad como sala de espectáculos y apostando todo a la producción audiovisual. 16 años después echó el cerrojo y vendió el edificio.
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