El quiosco La Pajarera de Badajoz sigue abandonado un año después de que fuera okupado
El Ayuntamiento de Badajoz indica que mantiene su intención de rehabilitar el edificio para conservarlo, pero no ha habido avances
Hace diez años que los vecinos de Badajoz se tomaron el último café en La Pajarera, el quiosco de la calle Regino ... de Miguel del barrio de Santa Marina. El local cerró y lleva abandonado desde entonces. Hace un año fue ocupado por una pareja sin hogar y el Ayuntamiento, tras lograr que se marchasen, lo selló, pero no se han dado nuevos pasos desde entonces.
Tras la okupación ilegal de La Pajarera, el Consistorio pacense indicó que una vez desalojados los okupas se derribaría el quiosco para evitar nuevos problemas. La intención municipal era demoler toda la estructura salvo la fuente del dios Baco que está anexa a una de las paredes y que fue diseñada por el escultor Luis Martínez Giraldo.
Finalmente el Ayuntamiento descartó sin embargo el derribo porque se trata de un quiosco con valor. Es el único edificio que hay en la ciudad diseñado por el prestigioso pintor Francisco Pedraja, que se dedicó al diseño de interiores durante los años 60.
Tras ser okupada, el Consistorio anunció que la demolería, pero posteriormente prometió conservarla
En un año no ha habido nuevas okupaciones, pero tampoco avances ni para demoler el inmueble, que está muy dañado, ni para recuperar el edificio.
«El año pasado hubo tanto revuelo, salió en prensa, en la tele y pensamos que se solucionaría por fin, pero no ha habido cambios», se lamenta Manuel Molledo, un pacense que vive cerca del quiosco. «De hecho han colocado un ascensor en un edificio cercano y, cuando llegaron los obreros pensamos que sería para arreglar el quiosco, pero no».
Entre los residentes de la zona donde está el quiosco hay dos corrientes. Algunos abogan por recuperar el quiosco y el volver a darle uso hostelero o de otro tipo. Otros preferirían, ya que está muy dañado, que se eliminase y se aprovechase el espacio como aparcamiento, ya que es escaso en la zona.
Entre los primeros está Carmina, una vecina de Santa Marina. «Era un sitio muy agradable, venían muchísimos funcionarios de la zona y estudiantes, había un buen ambiente. Y podría ser un bar, o una biblioteca o algo bonito para el barrio».
José Ramón Bueno, por su parte, prefiere que sea demolido. «Ya no tienen sentido, han pasado muchos años y lo que hace falta es un aparcamiento y con las plazas dibujadas porque ahora los coches aparcan de cualquier manera alrededor y a veces quedan bloqueados y siempre se tapan las aceras».
En marzo del año pasado una pareja con problemas económicos se instaló en La Pajarera. Algunos vecinos les ayudaron llevándoles un colchón o una mesa y sillas para que estuviesen en mejores condiciones.
El Consistorio pacense les envió una notificación a través de la Policía Local para que abandonasen este espacio y finalmente se marcharon, de hecho se fueron de la ciudad a otra localidad en busca de trabajo.
En cuanto se fueron, los operarios municipales sellaron con hierros las puertas y las ventanas para que no fuese okupada de nuevo. De hecho la llegada de esta pareja fue llamativa porque vivían en La Pajarera, pero no era la primera vez que alguien entraba de forma ilegal en este espacio que se usaba para fiesta ilegales antes de que sellasen los accesos.
Cine de verano
La Pajarera es el sobrenombre con el que se quedó el quiosco de la familia Muñoz. Inicialmente era un puesto de bebidas junto a la muralla abaluartada que abrió con motivo de un cine de verano que se celebraba allí. Patrimonio de la Junta de Extremadura decidió demoler el chiringuito inicial para dejar al aire la muralla y que se viese mejor y en su lugar permitió a la familia propietaria construir otro quiosco cerca, en la calle Regino de Miguel.
Arturo Muñoz, hijo del primer propietario, lo regentó durante muchos años y los estudiantes del instituto Zurbarán, que solían ir a desayunar allí, lo apodaron La Pajarera porque aseguraban que tenía forma de jaula.
El quiosco cerró en 2015, cuando se jubiló su responsable. A principios de 2016 el Ayuntamiento de Badajoz sacó a concurso la concesión en busca de un nuevo gestor, pero quedó desierta. Una empresaria se presentó para asumir la explotación, pero el Consistorio decidió dar por desierto el concurso.
Desde entonces el quiosco se ha ido deteriorando. Hay humedad, incluso se han caído ladrillos del cierre exterior y se han roto los cristales que los ventanales, que ahora están tapados con cartones.
La importancia artística de una cafetería de barrio
Su aspecto actual, con graves daños, hace difícil creer que detrás de La Pajarera hay un edificio de importancia artística, tanto que el Ayuntamiento ha decidido salvarlo. Se ha comprometido a no demolerlo y a recuperarlo.
Hay dos factores que hacen relevante el quiosco, la fuente que hay en el exterior y el diseño, que salió de la mente de un gran artista.
La imagen de Baco, el dios romano de la fertilidad y el vino, fue creada por el escultor Luis Martínez Giraldo, que tiene otras obras conocidas en la ciudad como la escultura de la rotonda de Los tres poetas (Manuel Pacheco, Jesús Delgado Valhondo y Luis Alvarez Lencero), o la figura de Manuel Godoy en Minayo.
En el caso de la fuente de Baco, que actualmente no funciona, representa el rostro del dios y de su boca sale el agua.
Martínez Giraldo, declaró el año pasado en HOY que le gustaría que se rehabilitase esta obra y se adecuase igualmente el entorno. En un momento dado, el Consistorio se planteó demoler el resto de la estructura y mantener la fuente, pero finalmente optó por conservar todo el edificio. Esto último se debe a que la estructura también tiene valor, en concreto es el único edificio en Badajoz que ha sido diseñado por el pintor Francisco Pedraja.
El hijo de este importante artista, el historiador José María Pedraja Chaparro, defendió el año pasado, tras la polémica, el valor de este diseño y propuso que, si se arregla, se recupere el aspecto original que imaginó su padre.
El hijo del artista abogó por recuperar las líneas puras del edificio que dibujó su progenitor. Durante la construcción se realizaron algunos cambios. Entre ellos, reducir el cristal en favor del ladrillo, aunque Pedraja Chaparro cree que se hicieron modificaciones posteriores a su inauguración ampliando el ladrillo por motivos de seguridad. En la actualidad los ventanales no se aprecian, están cubiertos por cartón porque se rompieron.
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